Taiwán, primer país de Asia que legaliza el matrimonio homosexual
El Parlamento lo aprueba con limitaciones pese al voto en contra en un referéndum el año pasado
Tras un largo y difícil camino, Taiwán se convirtió ayer en el primer país de Asia en legalizar el matrimonio homosexual. En una decisión histórica para un continente con escaso o nulo reconocimiento de esta comunidad, el Parlamento de la isla aprobó los matrimonios del mismo sexo por 66 votos contra 27. De las tres propuestas que tenían los diputados, esta era la más avanzada porque las otras hablaban de «relaciones del mismo sexo» y «uniones homosexuales», y no de matrimonios. Además, era la única que ofrecía derechos de adopción, aunque limitados.
Bajo la lluvia, más de 35.000 personas que se habían concentrado alrededor del Parlamento celebraron la decisión abrazándose y besándose mientras ondeaban banderas del arcoíris, según informan las agencias internacionales. Pero la medida está resultando muy controvertida porque buena parte de la sociedad taiwanesa se opone a que las uniones homosexuales se llamen matrimonios.
La polémica empezó en 2017, cuando el Tribunal Constitucional anuló la prohibición que pesaba entonces sobre los matrimonios del mismo sexo, concediéndole a las parejas homosexuales los mismos derechos que a las heterosexuales para casarse. Para ello, había que cambiar las leyes en un plazo de dos años, que cumplía la próxima semana. Pero el proceso sufrió un duro revés en noviembre, cuando la mayoría de los taiwaneses votaron en referéndum que la unión de dos personas del mismo sexo no podía llamarse matrimonio. Como ocurrió en España en su día, también argumentaban que ese nombre solo podía darse a la unión de un hombre y una mujer.
Sin cambiar dicha definición de matrimonio del Código Civil, el Parlamento ha aprobado una nueva ley especial para equiparar a las parejas del mismo sexo. Aunque todavía no tienen los mismos derechos, la comunidad homosexual ha saludado la medida por el avance que supone, sobre todo en una región tan tradicional en este sentido como es Asia.
«Tenemos una oportunidad de hacer historia y mostrarle al mundo que los valores progresistas pueden arraigar en las sociedades de Asia Oriental», destacó la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen , quien ha impulsado la iniciativa desde el primer momento. A su juicio, esta medida demuestra a los demás países que «el amor gana», según informa la agencia EFE.
El ejemplo de Taiwán, que es independiente «de facto» pero cuya soberanía es reclamada por China , es contemplado con admiración por las comunidades homosexuales de sus vecinos, donde no tienen reconocimiento legal o incluso son perseguidas. Aunque China despenalizó la homosexualidad en 1997 y dejó de considerarla una enfermedad mental tres años después, los matrimonios del mismo sexo son todavía ilegales y hay un fuerte estigma social, sobre todo en el mundo rural.
Más tarde aún lo hizo Vietnam , que solo despenalizó las uniones homosexuales en 2015. En otra decisión histórica, el Tribunal Supremo de la India dictaminó el año pasado que las relaciones homosexuales ya no eran delito.
Peor todavía es el caso del pequeño y rico sultanato de Brunéi, que en abril desató una condena mundial unánime por penar las relaciones homosexuales y el adulterio con la muerte por lapidación. Las autoridades de Brunéi , donde no se ejecuta a nadie desde 1957, ya han aclarado que no se aplicará la pena de muerte por dicho «delito», pero su mera criminalización refleja la represión que sufren los homosexuales en algunos lugares de Asia.
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