Suecia en guerra: ¿Cómo ha cambiado su estrategia frente al Covid?

La laxitud del país escandinavo a la hora de tomar medidas frente al coronavirus ha dado paso a una nueva estrategia con más restricciones ante el ascenso de contagios

El primer ministro sueco, Stefan Lofven, el mes pasado en un cumbre en Bruselas REUTERS

Gaspar Cano

Nadie se podía imaginar que las cosas pudieran ponerse tan feas cuando a finales de 2018 toda la población sueca recibió en el buzón de su casa una guía informativa titulada «En caso de crisis o de guerra» (Om krisen eller kriget kommer). En ella la Agencia Sueca de Protección Civil y Planificación de Emergencias (MSB) daba indicaciones precisas sobre cómo actuar en caso de guerra o de crisis. Eran otros tiempos, cercanos, pero diferentes a los actuales, en los que el pasotismo de Trump con respecto a sus aliados y la beligerancia del vecino Putin forzaron además de la reinstauración del servicio militar obligatorio en Suecia y a la revisión al alza del presupuesto de defensa. Pero lo que nadie se imaginó entonces es la verdadera crisis que se presentó meses más tarde y sin manual de instrucciones .

Mucho se ha escrito sobre la laxitud de la estrategia sueca ante la pandemia y sobre su aparente fracaso, pero si nos limitamos a lo acontecido en los últimos días, el discurso del primer ministro Stefan Löfven el pasado domingo marca un nuevo punto de inflexión de la crisis en Suecia . «Unas palabras que quiero que llevéis con vosotros ahora que nos adentramos en la oscuridad del invierno», comenzaba su sombrío discurso el primer ministro sueco la noche del pasado domingo. Ante la amenaza que se cierne sobre Suecia en esta tardía segunda ola de infecciones por Covid-19 que sufre, Löfven no ahorró en recursos patrióticos para conmover y apelar a la responsabilidad de todos. «Suecia está a prueba, pero Suecia se mantendrá firme», para concluir con un contenido, «Juntos. Por Suecia».

Medidas más estrictas, pero lejos de las europeas

Pero más allá del cansancio que sugiere el discurso de Löfven por la rigidez de la estrategia desarrollada por la autoridad sanitaria sueca encabezada por el popular epidemiólogo Anders Tegnell, el gobierno vuelve a intentar controlar a través de las recomendaciones sanitarias la expansión de la pandemia y evitar así, como han hecho otros países, restricciones más severas a la movilidad como son los confinamientos, los toques de queda o los cierres perimetrales de algunas poblaciones.

Eso sí, ni rastro de responsabilidades políticas, ni de normas concretas, ni, mucho menos, de planes sobre cómo piensa el gobierno controlar la situación. Lo que sí que se mantiene, en cambio, es la estrategia para evitar el reconocimiento de cualquier responsabilidad del gobierno y la de culpar delicadamente a los ciudadanos que, después de haber disfrutado de un verano relativamente tranquilo, se han relajado y han dejado de seguir adecuadamente las recomendaciones sanitarias.

En un país donde el alcohol sigue siendo monopolio del estado y que su venta se limita a determinados horarios y establecimientos, la prohibición de servir alcohol a partir de las 22.00 horas , efectiva desde hace una semana, no parece una medida muy extrema, como tampoco lo es la de reducir la ocupación alrededor de una mesa a un máximo de ocho personas. El uso de la mascarilla, mientras tanto, sigue sin ser obligatori o . Y, así las cosas, unos interpretan las nuevas medidas como una suerte de preparación para la nueva ola de contagios del próximo enero, mientras que otros lo achacan a un gobierno débil escudado en la burocracia e incapaz de hacer frente a un problema de tales dimensiones.

Revuelo internacional

Lo que no deja de sorprender en Suecia es el revuelo que despierta el presunto fracaso de su estrategia singular y cómo algunos medios internacionales de reconocido prestigio se lanzan a hurgar en las heridas. Asumido que, frente a sus vecinos escandinavos, Suecia no puede presumir de resultados favorables, todos los países han aprendido de todos para abordar la pandemia. Así, aquí, e n Suecia se hace hincapié en que las medidas quirúrgicas implantadas han permitido que el país siga funcionando casi con normalidad.

Mientras se difunden estudios e iniciativas para paliar los efectos que sobre la salud mental van a tener las medidas adoptadas , sobre todo en los países en los que, como sucede en España, la movilidad se ha reducido y se han adoptado medidas más estrictas. Así hace unos días un reconocido medio sueco destacaba el trabajo del Teléfono de la Esperanza de España, que entre los meses de marzo y septiembre ha procurado apoyo y consuelo a más de 80.000 personas a través de conversaciones telefónicas.

Pero sobre todo lo que preocupa es que 90 municipios suecos han reportado casos de Covid-19 en sus residencias de ancianos y que el personal sanitario de los hospitales suecos está sufriendo para resistir esta segunda ola de la pandemia. Confiemos en que vuelva a surtir efecto esta nueva apelación a la responsabilidad del primer ministro sueco.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación