«La sociedad no está preparada para convivir con androides»
Entrevista con Hiroshi Kobayashi, Ingeniero y experto en robótica
Hiroshi Kobayashi fue invitado por la Embajada de Japón a la «Global Robot Expo», un encuentro que reunió a los principales implicados en el universo de la robótica. Este experto en reconocimiento facial automático construyó en 2009 a Saya, la primera profesora robótica, pero está en Madrid para hablar de otra de sus creaciones, el «traje de músculo». Se trata de un robot para llevar: se coloca en la espalda y permite cargar pesos con el mínimo esfuerzo. Su objetivo es facilitar el trabajo de personas que deben soportar cargas, como los que ayudan a personas con movilidad reducida. Gracias a estos músculos artificiales, impulsados por un sistema neumático, un peso de 30 kilogramos se vuelve tan ligero como una bolsa de pipas.
-¿Qué acogida ha tenido el «traje de músculo»?
-Se han fabricado y distribuido mil unidades en Japón, sobre todo por fábricas donde los trabajadores hacen esfuerzo físico. Pero lo cierto es que la aceptación en centros asistenciales es muy reducida.
-La sociedad española y la japonesa son las más envejecidas. ¿La «robótica asistencial» será clave ahí?
-Es una pregunta difícil. La realidad es que en Japón los trabajadores del sector no demandan mucho este tipo de equipamientos. Cuando les preguntamos qué tipo de dispositivos les gustaría tener, nos piden cosas tan ligeras y cómodas como un delantal... Esto es imposible técnicamente. Hay una distancia muy importante entre la tecnología y lo que se demanda. Creo que estamos en un momento inicial de la «robótica asistencial», y que en el futuro su uso estará más generalizado.
-¿Cómo se puede superar esta distancia entre tecnología y lo que la gente quiere?
-Es cierto que el Gobierno japonés está impulsando medidas para apoyar a la robótica, pero creo que tendrían que apoyarla más, y a dar aconocer esta tecnología para que aumente su demanda. El problema es que en Japón se valora mucho que el cuidado de las personas sea con manos humanas. Nosotros queremos que entiendan que nuestra intención es que no tengan que hacer esfuerzo físico, no sustituir su labor. Mi objetivo final es que no haya ninguna persona que tenga que quedarse postrada en la cama, y que dispositivos como los nuestros suplan su falta de movilidad.
-¿Sigue con su trabajo en robots capaces de transmitir emociones?
-Esto es un ámbito que dejé hace bastante tiempo. Empecé a trabajar en ello en 1993. En 2005 construimos un robot que estaba en una ventanilla de una sala de ventas y fue en 2009 cuando hicimos un robot profesor, a modo de experimento.
-¿La sociedad está preparada para convivir con este tipo de androides?
-No. La inteligencia artificial limita mucho este campo. Los robots no tienen identidad propia, ni pueden aprender por sí mismos. Creo que falta mucho para que humanos y androides convivan, y de hecho dudo de que pueda llegar a ocurrir.
-¿Según la teoría del valle inquietante, los robots muy similares a humanos producen rechazo. ¿Puede ser la falta de calor uno de los grandes problemas de la robótica?
-(Ríe). Es una pregunta muy profunda... Cuanto más se parece un robot a un humano, más te fijas en sus imperfecciones. Por eso algunos creen que es mejor hacer robots más bien deformes. Por suerte, la imagen no siempre tiene importancia.
-¿En qué campos avanzará más la robótica en los próximos años?
-La robótica estará muy centrada en la exploración espacial. Creo que en las profundidades del mar hay muchas posibilidades de avanzar, por la cantidad de recursos que hay. En industria y en los hogares también se desarrollará.
-¿Habrá que hacer leyes de la robótica, destinadas a evitar que los robots se vuelvan contra los humanos, tal como escribió Isaac Asimov?
-(Ríe). Dudo que esto ocurra durante el tiempo que yo viva, es demasiado fantasioso. Basta con garantizar la seguridad de los dispositivos.