Sin familias, no hay futuro

En un mundo pospandemia, cómo hacer que la fe cristiana sea una fuerza capaz de moldear el futuro de la humanidad

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Hay una pregunta recurrente que martillea la conciencia cristiana. En un mundo pospandemia, cómo hacer que la fe cristiana sea una fuerza capaz de moldear el futuro de la humanidad. El Papa Francisco ha ofrecido una respuesta práctica: la convocatoria del Año Jubilar de San José , desde el martes 8 de diciembre pasado hasta el 8 de diciembre próximo, y el Año «Familia Amoris Laetitia», del 19 de marzo próximo hasta el 26 de junio de 2022. Unidas las dos efemérides, estamos en el tiempo de los padres de familia. Quizá porque si preguntamos cuáles son los rasgos más características de la familia actual nos dirían que su desmembración y la ausencia del padre.

El Papa Francisco , en continuidad con sus predecesores, coloca para esta año el Evangelio de la Familia en el centro de la ocupación y de la preocupación eclesial. El desafío actual del matrimonio y de la familia es cultural. La familia vive en una cultura, está condicionado por el lugar donde está implantada, por el espacio y el tiempo en el que se desarrolla. El cambio cultural dificulta el reconocimiento del matrimonio y la familia como un bien que se debe proteger y alentar. Incluso tenemos que añadir adjetivos para definir estas realidades que hasta hace bien poco tenían un significado unívoco. El Papa Francisco suele decir que hay gente que no se casa, no porque tenga algo en contra del matrimonio, sino porque nadie les ha enseñado lo que es esta realidad.

Se da la paradoja de que, cuando arrecian las crisis, la solución a no pocos problemas está en la familia. No en el Estado, ni en la comuna, por cierto. Es cierto que la familia es la institución más valorada con diferencia y, sin embargo, existe una dificultad para aceptar, y vivir, los vínculos que la definen como tal en medio de una cultura individualista. Lo que no se puede negar es que todos tenemos la necesidad vital de ser amado y de amar. Como dijo un filósofo del siglo XX, «amar significa decir a otro: ¡qué bello es que tú existas!».

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