Siete semanas tras la erupción y sin ayudas directas aún: «El día a día es duro, pero el futuro es desolador»
El portavoz de la Asociación de Afectados por el Volcán de La Palma confía en que las ayudas lleguen pronto porque ahora mismo viven «de emergencia»
Juan Vicente Rodríguez perdió su casa en El Paso, tras 29 días de incertidumbre donde se mantuvo en pie a 700 metros del cono. «Él rellenó tanto que al final se la llevó», lamenta este vecino que ya trata al volcán como a una persona. También ha visto arrasado un tercio de su explotación platanera en Los Llanos. Vive «de prestado» desde hace más de mes y medio y aunque con las ayudas de emergencia dice que no le falta para comer, no tiene confianza en que llegue una solución a corto plazo. «El día a día es muy duro, pero el futuro es aún más desolador ».
Las ayudas de emergencia «son para el día a día, para necesidades básicas» y por ellas da las gracias a los ayuntamientos, que sí que han dado una respuesta inmediata a este problema. De España «aún no hemos visto nada, pero espero que llegue pronto» . Tienen moratorias para los bancos y el pago de los préstamos, para las hipotecas de casas y fincas, se las ha eximido del pago de la luz y eso «también es una ayuda y hay que agradecerla», pero a medio o largo plazo, «esa ayuda no la hemos visto».
Los ERTE «solucionan parte del problema, pero tampoco se han pagado» y los autónomos «no han recibido nada» . Reflexiona, «igual es precipitado pedir esto, o no, no lo sé, pero habrá que hacer algo».
Los que han perdido como él su vivienda y su trabajo confiesan sentirse «apurados» por no saber qué será de ellos, si tendrán casa o si hay suelo disponible, porque están en un limbo en el que ya no pueden aguantar más. Pero no solo viven así aquellos que han visto enterradas sus fincas, sino también los empresario «que cada día abren la puerta de su negocio y no entra nadie, sin turismo, sin clientes».
Ellos también están en una situación complicada, igual que el sector platanero, que a Juan Vicente le «servía para vivir» . En la cooperativa de la que es presidente evacuaron a la gente el primer día, y ahora cobran «la liquidación de septiembre, pero de ahí en adelante no hay nada, no hay fruta entregada y no hay economía». Confía en que las ayudas lleguen ya, porque de ser así estarán a tiempo: «Más tarde, estaremos perdidos». «No sabemos nada sobre cuándo nos van a compensar por esa pérdida de cosecha y nos dicen que sí, que vendrán, pero luego nada».
«Los que hemos perdido nuestra casa, lo que necesitamos es un lugar dónde empezar de nuevo», porque desde hace 50 días viven 4, 5 y hasta 9 personas en una misma vivienda, cuenta Juan. Para este vecino aún «hay muchos frentes abiertos» y las ayudas de emergencia son para pagar alquileres, comida o necesidades básicas, y se pregunta dónde están las ayudas del Estado. Las viviendas prefabricadas que aseguraron llegarían esta semana aún no les han llegado, y es que en opinión de los vecinos, los políticos «dicen y dicen», mientras ellos no paran «de rellenar papeles». «Estamos mareados de tanto formulario, pero parece que de esta manera nos tienen entretenidos», se quejan.
Un futuro mejor que el presente
Otra de las batallas abiertas tiene que ver con el cambio de la Ley del Suelo, que no está pensada para una catástrofe como la que sacude a la isla. «Es urgente para que se calcule lo perdido en su valor real de terreno y no por una norma antigua», cuentan desde la Asociación de Afectados por el Volcán. Lo mismo ocurre con las hipotecas. «¿Cómo va a ser que sigas pagando la hipoteca de una casa, de una finca, que se llevó la lava?», se preguntan. Del seguro del hogar «cobra primero el banco y luego tú», recuerda el portavoz, y eso es «porque la ley es así» y habrá que cambiarla, señala. «De cara al banco sigues teniendo tu casa, y no hay ninguna ley que cancele la hipoteca automáticamente» y que piense en un desastre como este. «Hay una moratoria de un año para resolverlo, pero la ley es injusta para este tipo de catástrofes».
A la asociación, que lideran 12 personas entre empresarios y trabajadores, no le interesa tener miles de asociados sino «hacer bien el trabajo» y ver «cada caso con un servicio jurídico», cuenta Juan. Su deseo es «que el futuro sea mejor que el presente» y es algo muy amplio y complicado pero también una oportunidad «de tener un suelo ordenado, mejores carreteras, una ganadería y agricultura sostenible». Sabe que «es una carrera de fondo» y por ahora «vamos a empezar reclamando esas ayudas por lo perdido».
Esta ceniza que lo cubre todo, «nos tiene asfixiados» y ante ella solo queda «rezar para que no vengan lluvias» porque «la desgracia que viene «no es pequeña». El panorama es «muy negro, como el ambiente» porque «esta isla no se reconstruye de hoy para mañana», añade Juan. Está dispuesto a «adaptarse a lo que hay», cambiarse de municipio sobre todo de cara a su negocio, porque «más suelo no hay» , y se viene «un tiempo de mucho trabajo en la isla».
En la vivienda en la que vive Juan, cuenta que no les falta comida, pero él ya no recoge enseres porque no tiene adónde llevarlos. Por ahora, la ayuda de emergencia les salva «pero vendrá el día de después y no pinta bien» y la fatiga de vivir sin casa «es lo peor que hay, hasta peor que lo económico».
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