Libro
«Hoy sí me puedo levantar», conversaciones de cáncer y vida
Personalidades de la cultura, el fútbol o la moda comparten sus momentos más duros y emotivos en un libro escrito por Roberto Arrocha, periodista de ABC Sevilla
La enfermedad, llámese cáncer , párkinson o alzhéimer, no discrimina ni tiene en cuenta la popularidad del afectado. Lo mismo ataca a un panadero que a todo un periodista consagrado como José María García , a una maestra que a una modelo de las mejores firmas, a un enfermero que a una estrella de la televisión como Mayra Gómez Kemp . Los padecimientos, las dudas y los dolores a todos igualan. Y también esa fuerza invisible que une a los supervivientes, convirtiéndolos en ejemplos. Esas voces, ecos de aquellos momentos duros y gritos hoy de alegría, se recogen en el libro «Hoy sí me puedo levantar» , escrito por el periodista Roberto Arrocha y dedicado, con toda la recaudación de su venta, a Andex (Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Andalucía) . Esos pequeños héroes que luchan infatigables contra enfermedades mucho más grandes que ellos por edad y tamaño.
Arrocha consigue mucho más que plasmar en negro sobre blanco un camino lleno de incertidumbres y obstáculos. El libro es sentimiento. De quienes sufrieron las dificultades de la enfermedad en su propia carne o quienes la padecieron de forma ajena junto a una cama. La obra desprende la emoción de Javier Labandón, «el Arrebato» , al contar el fallecimiento de su padre cuando el cantante solo tenía doce años y una unión inquebrantable; los silencios al recordar el alzhéimer de su madre o los tropiezos de alguno de sus hermanos con las drogas. «Me ponía el despertador y a las seis y media de la mañana ya estaba caminando mientras pensaba en mi padre, en su sonrisa, en sus ganas de vivir», cuenta en un momento de la charla con el periodista recuperando lo que le hizo salir hacia delante.
Porque en «Hoy sí me puedo levantar», las conversaciones son más monólogos interiores, casi confesiones, de quienes han construido soluciones en cada problema que la vida les planteaba. «Los días que desayunábamos algo más tarde ya esperábamos para cenar. O los días que desayunábamos pronto, en vez de cenar, comíamos al mediodía. Cada comida era un regalo. Si algún día había para arroz con queso, muy bien; que no había, pues nada. A seguir», rememora el futbolista Carlos Bacca sobre su infancia. «Recuerdo que le dije a Míchel (exjugador del Real Madrid) que tenía que hablar con él. Estábamos viajando a Portugal y se lo dije: “Míchel, para que tú lo sepas. Me acaban de someter a unas pruebas muy específicas para detectar si tengo párkinson. Yo sé que es seguro», relata el periodista José Ángel de la Casa antes de que, de nuevo, la emoción deje en silencio la conversación, y en pausa hasta la lectura, porque los recuerdos del padre fallecido, también por párkinson, son mucho más elocuentes que las palabras.
No obstante, todos ellos, y otros más que se hacen fuertes en cada página, ofrecen la mirada más optimista de quienes se han conocido más, mejor y tienen más ganas de vivir después del sufrimiento. «Sé que se me van a ir olvidando cada vez más cosas, pero me acuesto siempre pensando que al día siguiente tengo muchos motivos para despertarme », prosigue De la Casa. «La biopsia confirmó que tenía un linfoma. Tenía cáncer, sí. Hay que decir esa palabra. Parecía que mi vida no era mía. No podía creer lo que estaba pasando. Hasta que haces lo único que puedes hacer. Luchar», admite García. «Yo sabía que era fuerte ante la vida, pero no sabía que podía ser tan fuerte ante la muerte », regala Gómez Kemp tras una complicada operación por un cáncer de lengua. «Cuando más vida hay es durante la enfermedad. No sabes si lo que estás haciendo, sea lo que sea, una conversación con tu madre o con tus sobrinos, puede ser la última», ofrece la modelo Sandra Ibarra.
«Más que un libro lo vi como un aprendizaje personal . Querer saber el lado humano de, primero, ciertos futbolistas. Después llegaron las personalidades de otros ámbitos», comenta el autor, con la segunda edición en marcha y con profesionales que al principio le dijeron que no ofreciendo ahora su mano y su palabra. «Yo solo soy unos oídos. Muchas conversaciones me han marcado en el lado personal. Algunas de acabar llorando. Ellos también me han comentado que ha sido gratificante. Al final se olvidaban de su profesión y yo no hablaba con el torero o la modelo, sino con la persona. Muchos se abrieron tanto que lo único que puedo es darles las gracias». El objetivo de esta obra, simple: «Yo creo en un mundo mejor y creo que entre todos nos debemos ayudar. No cuesta tanto. Sobre todo, debemos intentar no mirar hacia otro lado . Solo pido que, con este libro, me ayuden a ayudar a estos niños». Para ayudarnos todos.
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