César Nombela

Serendipia y mérito

Los derechos de patente hoy se los disputan en los tribunales varios centros universitarios de USA. Pero, la revista de liderazgo mundial «Cell» afirma el mérito del microbiólogo español Francisco Martínez Mojica

César Nombela Cano

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El diccionario de la RAE utiliza el ejemplo del descubrimiento de la penicilina para ilustrar la definición de serendipia como hallazgo casual que resulta valioso. En efecto, cuando el hongo Penicillium contaminaba accidentalmente una placa en la que Fleming cultivaba el estafiloco, una bacteria patógena, el investigador visualizaba el fenómeno de la antibiosis. Años después el primer antibiótico llegaba a nuestras farmacias, tras largo proceso de análisis, porque el hallazgo accidental sólo sirve para avanzar desde la mente preparada.

El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento acaba de reconocer el mérito del microbiólogo español Francisco Martínez Mojica, por una observación en la que se centró desde su etapa de doctorando. Gracias a ello, la francesa Emmanuelle Charpentier y la norteamericana Jennifer Doudna, que comparten el mencionado premio, pudieron concebir la llamada tecnología CRISPR-Cas que hace posible modificar genes en todo tipo de células. Miles de laboratorios la utilizan con la esperanza de tratar enfermedades en humanos o mejorar la agricultura o la ganadería, la técnica está en el centro de la actividad biotecnológica mundial. Los derechos de patente hoy se los disputan en los tribunales varios centros universitarios de USA. Pero, la revista de liderazgo mundial Cell afirma el mérito de Mojica –en su Universidad de Alicante- como el primero en promover este capítulo científico y tecnológico de tanta actualidad.

La serendipia se vio favorecida por el interés de un doctorando como Mojica, de la mano de su director Rodríguez Valera, en estudiar globalmente la vida microbiana de los ambientes de extrema salinidad de Santa Pola. El mérito de su trabajo se extiende desde entonces, basado en su afán de conocer. El microbiólogo español intuyó que grupos de unas treinta bases repetidas y agrupadas (de ahí las siglas CRISPR en inglés), entre los millones de bases que componen un genoma bacteriano, podían significar algo para la biología de las bacterias. Superando no pocas dificultades, la investigación básica de Francisco Mojica ha abierto un gran capítulo para la Biomedicina actual.

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