La sequía y el calor alteran el ritmo de la fauna ibérica

ABC hace un recorrido por los parajes donde flora y fauna se enfrentan al que puede ser nuestro año más cálido y seco

La sequía y las heladas tardías pueden provocar que el oso hiberne o tenga un sueño invernal muy breve ABC
Araceli Acosta

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Tengo 52 años y nunca antes había visto la laguna así», nos cuenta Javier Mañas, propietario del albergue Allucant, en Gallocanta. Acaba de regresar de guiar una excursión de aficionados británicos a la ornitología , que estaba reservada desde hace meses: «Pensaba que a finales de noviembre la laguna estaría en su máximo esplendor –dice– pero los ingleses se han ido casi sin ver grullas, aunque, eso sí, en manga corta». El día es primaveral en este paraje entre Teruel y Zaragoza, pero el sol intenso de mediodía que debería hacer destellos con el agua, solo devuelve la imagen de una laguna que no es tal: « Está totalmente seca y blanca , porque se ve la sal. Lleva seca mucho tiempo, solo cayó una tormenta a finales de agosto y el agua duró una semana, nada más».

Lo cierto es que en casi 30 años contando grullas en su camino hacia las zonas de invernada que se encuentran en el suroeste peninsular y Marruecos, nunca había habido censos tan bajos como los de este año, estamos más o menos en la mitad de lo que había el año pasado. Además de que este año han retrasado su llegada, porque las temperaturas en la Península escandinava, de donde proceden la mayoría, también están siendo más suaves, explica Juan Carlos del Moral, de SEO/BirdLife, muchas de las que llegan pasan de largo.

Sin dormideros

«Este año hay mucho alimento porque los agricultores han sembrado y está toda la semilla en el campo, que no ha germinado porque no ha llovido nada, y eso es muy bueno para un ave granívora como la grulla; pero lo que no tienen es dormidero», cuenta Mañas. Y es que las grullas duermen de pie, y el agua les sirve de protección. «Sin agua, se están concentrando todas en pequeñas lagunas que quedan en los alrededores de Gallocanta, pero enseguida se van».

Lo mismo está ocurriendo en otras lagunas. Del Moral cuenta que los humedales de La Mancha –salvo las Tablas de Daimiel que tienen algo inundado artificialmente con los trasvases– están prácticamente todos secos. Y esto unido al bajo nivel de muchos embalses –como Entrepeñas y Buendía, en Guadalajara, o el de Yesa, en el Ebro– donde muchas aves acuáticas hacen su invernada, no augura un buen año. «Normalmente pasan el invierno en España entre 1,5 y 2 millones de aves acuáticas procedentes del norte y centro de Europa. Las censamos siempre en la primera quincena de enero, cuando hacemos un censo internacional de aves acuáticas, y ahí veremos, pero suponemos que sí habrá disminuido su número», explica el experto de SEO/BirdLife.

Un par de grullas ABC

«Su migración es ahora, a mediados de noviembre y principios de diciembre, y si llegan aquí y no encuentran agua en muchos sitios, algunas se agruparán, pero otras retrocederán un poco, hacia Francia, y si no hace frío, que no lo está haciendo, se quedarán en el centro de Europa en lugar de bajar a España», dice Del Moral.

En Extremadura, por su parte, donde se preveían las primeras precipitaciones importantes este fin de semana, las esperan como agua de mayo con la esperanza de que puedan revertir el estado de los pastos y la vegetación. La consecuencia la vemos en Monfragüe, donde los ciervos «están muy finitos, delgados , como si estuvieran en julio o agosto», dice Luis Suárez, responsable de Especies de WWF.

Sin datos oficiales

«No hay datos oficiales de los impactos que la sequía está teniendo sobre las especies animales», explica a ABC Julio Barea, responsable de Agua de Greenpeace. «Sabemos que la sequía afecta a la dinámica de población de los grandes mamíferos –apunta su compañera Pilar Marcos, responsable de Biodiversidad–, por lo tanto, intuimos que animales como el lince habrán tenido que ampliar su área de campeo, con lo que hay mayores posibilidades de interacción con algunas de sus amenazas, como pueden ser las carreteras, al tiempo que se resiente la viabilidad de las camadas».

Más datos tienen en la Cordillera Cantábrica sobre cómo el oso pardo se está enfrentando a la falta de lluvias y unas temperaturas más cálidas. «Estamos en uno de los años más complicados para la alimentación del oso», reconoce Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.

«Ahora es el momento de las bellotas y las castañas, pero su producción ha sido problemática, con zonas donde han caído muy estropeadas o secas y otros puntos con buenas producciones, pero muy concentradas. Eso ha hecho que hayamos visto en pequeñas laderas grupos de hasta veinte osos alimentándose, que es algo que no habíamos visto nunca en la Cordillera». Y esto después de una mínima producción de frutos carnosos (arándanos y moras, sobre todo), que son fundamentales para su alimentación a finales del verano, porque son los que les garantizan el azúcar.

Poco alimento

Lo cierto es que ahora es un tiempo fundamental en la vida de estos plantígrados. «Es un momento de hiperfagia, de comer estos frutos secos que les hacen engordar y acumular mucha grasa –pueden acumular casi el 30% de su peso–, y eso es lo que les facilita hibernar luego en las oseras y, lo más importante, que las osas paran en enero los pequeños oseznos de 300-400 gramos que luego serán esos ositos que en abril ya pesarán entre 4 y 5 kilos y saldrán de las oseras. Para que la gestación de las osas vaya bien, y no haya reabsorción de fetos y pérdida de la camada, necesitan alimentarse y engordar bien», explica Palomero, quien apunta a una interacción entre la sequía y las heladas tardías que se han dado este año para estas malas producciones tanto de frutos carnosos como secos.

Son pautas que aún hay que investigar más, explican desde la FOP. Lo que sí está demostrado y publicado en revistas científicas es que algunas familias de osos cantábricos no hibernan o tienen un sueño invernal muy breve. «Para algunas osas con crías, permanecer activas durante inviernos suaves con abundante comida puede ser más rentable energéticamente que hibernar. Esto viene a romper la regla fundamental de los osos pardos, que es hibernar», afirma Palomero.

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