Segunda guerra en seis meses del feminismo socialista contra los postulados de Irene Montero
Los proyectos de la ley sexual del «solo sí es sí» y la «ley trans» levantan a históricas del PSOE contra Podemos
![22 de junio de 2020: el equipo de Irene Montero se reúne con la plataforma «Confluencia Trans»](https://s3.abcstatics.com/media/sociedad/2020/11/06/confluencia-trans-kzzE--1248x698@abc.jpg)
Las defensoras del feminismo en el PSOE están en pie de guerra contra Irene Montero. Dirigentes como Ángeles Álvarez , que fue portavoz socialista en el Congreso para el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, registraron ayer a las 9.30 horas en el Palacio de La Moncloa una carta dirigida al presidente del Gobierno , Pedro Sánchez , instándole a que ponga freno a la «barbaridad» de la «ley trans» (Ley para la Igualdad Plena y Efectiva de las Personas Trans), que actualmente está en fase de consulta pública abierta. El Ministerio de Igualdad quiere que el proyecto normativo esté debatiéndose en el Parlamento «lo antes posible», en palabras de su titular, aunque fuentes de la oposición subrayaron ayer a este diario que confían en que el PSOE no lo permita, porque «atenta» directamente contra la raíz del feminismo secular que preconizan los socialistas.
Se trata de la segunda vez que las feministas del PSOE se rebelan contra los postulados ideológicos que defiende Unidas Podemos sobre la «identidad de género». A comienzos de junio ya lo hicieron contra la concepción de sexo suprimida en todos los textos legales que impulsaban los morados, como «la ley sexual del solo sí es sí». En aquella ocasión, ministros como Carmen Calvo y José Luis Ábalos suscribieron «aquella rebelión». Entonces y ahora está la propia Álvarez, Amelia Valcárcel, Alicia Miyares, la joven activista Marina Gilabert y la escritora Laura Freixas , que, entre otras, firman la misiva al líder del partido donde denuncian que «bajo la etiqueta de género», Igualdad pretende «un imposible y es la autodeterminación del sexo». ¿Qué significa esto? Lo que Montero y las activistas del «transgenerismo o feminismo queer»defienden es el borrado del sexo, como tal. Es decir, que un niño o una niña definan a qué género pertenecen por lo que «sienten» (es el llamado «género o sexo sentido», que no radica en la realidad biológica con la que nace la persona, sino en la construcción de una identidad durante su vida). El objetivo sería eliminar los trastornos de disforia de género, por el que un niño se siente con un género diferente a aquel con el que físicamente nació.
La «ley trans» de Montero, de tramitarse tal y como está redactado su borrador, autoriza el cambio de género en el DNI solo con que una persona diga que así lo quiere y siente. También autorizaría a los menores a realizar ese trámite sin consentimiento paterno, así como en el Registro Civil. No requerirá tampoco ni un informe médico ni la documentación acerca de que se está viviendo un proceso hormonal o de reasignación de sexo.
«La Veneno», el referente
«Cada persona será lo que quiera ser», repiten dirigentes del partido morado que, como Pablo Iglesias e Irene Montero, recomiendan ver la serie «Veneno», para poner a la vedete como referente del sufrimiento de las personas transexuales en la sociedad hasta que se les permite ese cambio de género, cuando, el debate, para las socialistas, no está ahí. «Creemos necesario preservar la distinción y no confusión de los conceptos de sexo y género. Para el feminismo, el género ha sido siempre esa construcción jerárquica de los estereotipos sexuales que ha fundamentado la desigualdad y la opresión de las mujeres», dicen. Añaden las firmantes que si se sustituye en las normas «sexo por género sentido», se perpetuarán conductas de violencia de género y discriminación a las mujeres que son, precisamente, las que se pretenden exterminar . Además, adelantan el conflicto legal que se producirá si eliminan el sexo de las normas, como han replicado ya muchos juristas. «El respeto a la diversidad sexual no implica olvidar nociones jurídicas elementales o vulnerar derechos reconocidos», como hace Montero con su ley, recriminan.
El «peligroso» precedente, bosquejan fuentes del PSOE, es Reino Unido. Al iniciar un debate similar, registró un incremento, entre el curso 2009 y el 2017, del 2.500% de peticiones de niños que querían cambiar su sexo (fueron cuatro veces más de niñas que de niños), sin ningún tipo de apoyo ni la voz de sus padres. El proceso legislativo se puso en «stand by».
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