Premio ABC Solidario
Seguir en las aulas después de clase
Más de 150 estudiantes universitarios dan apoyo escolar a niños vulnerables para que no abandonen la escuela
Más de un centenar de estudiantes de la Universidad de La Rioja han logrado cambiar las vidas de muchos niños vulnerables con solo empuñar un lápiz. Desde hace casi un cuarto de siglo, estos voluntarios de la Asociación Asur (Ayuda Social Universitaria de La Rioja) siguen en las aulas cuando acaban su jornada académica para ofrecer apoyo escolar a alumnos de entre seis y quince años en desventaja educativa. Este proyecto de voluntariado social es uno de los cinco galardonados en la XVI edición de los Premios ABC Solidario, patrocinados por Telefónica y el Banco Santander.
La presentación de candidaturas para la siguiente edición, la XVII, estará abierta hasta el 10 de diciembre. Se pueden registrar ya en la web www.abcsolidario.com.
La iniciativa surgió en 1995 de la mano del profesor de Filología Inglesa Carlos José Villar Flor y de un alumno de quinto de Empresariales. «La universidad llevaba apenas ocho años de vida y pensamos que le hacía falta un servicio de voluntariado», explica Villar Flor. «Al principio formábamos a los alumnos para que ayudaran en otras organizaciones no gubernamentales que nos pedían voluntarios, pero luego vimos la necesidad de poner en marcha programas propios que pudieran aportar una identidad de grupo a los alumnos universitarios».
Así surgió el programa de acompañamiento extraescolar a menores en desventaja educativa. Cada curso escolar más de un centenar de niños procedentes de las seis escuelas públicas ubicadas en los barrios colindantes al edificio de la Universidad reciben clases de apoyo para ayudarles a no abandonar el sistema educativo.
«Acompañamos a niños que tienen muchas dificultades en sus casas y por eso les cuesta mucho el aprendizaje. Poco a poco van cogiendo motivación porque tienen un gran espíritu de superación», comenta María Viteri, una de las voluntarias de Asur. Para esta joven, la experiencia es «una gran lección de vida», ya que «se aprende mucho de los alumnos». «No saben lo que es la envidia, se ayudan mucho entre ellos y poco a poco van consiguiendo pequeños logros académicos», apunta.
Los universitarios que dedican buena parte de su tiempo libre a esta labor de voluntariado proceden en su mayoría de carreras como Trabajo Social o vinculadas a la Educación pero también hay muchos informáticos, ingenieros y estudiantes de ADE. «La experiencia que tienen los voluntarios es muy bonita porque sienten que aportan un granito de arena en la vida de muchos niños. Eso hace que el vínculo que se establece entre ambos sea muy especial», señala Isabel Cegarra, coordinadora de Asur y licenciada en Trabajo Social.
Durante el verano, esta asociación de universitarios organiza además algunos campus en los espacios que les cede el Ayuntamiento o los propios colegios para que los niños puedan seguir con su proceso de aprendizaje a través del ocio con talleres de cine, excursiones y actividades al aire libre.
En estas más de dos décadas de andadura el proyecto ha demostrado además ser muy eficaz. «Es muy gratificante ver que niños con muchas dificultades luego consiguen ir a la universidad », comenta la coordinadora. Ese ha sido el caso de Boubakar, un joven de origen maliense.
De beneficiario a voluntario
Boubakar llegó a nuestro país con 13 años sin saber ni una palabra de español. Recibió apoyo escolar de esta asocación mientras cursó la ESO. «Me costaba mucho todo porque no sabía bien el idioma», comenta el joven. Ahora estudia el tercer curso de Magisterio en la Universidad de La Rioja y desde hace dos años también es voluntario de esta organización. «Soy feliz de poder ayudar a otros niños como me ayudaron a mí», comenta. De su experiencia como voluntario ha aprendido muchas cosas, sobre todo que «los niños no son todos iguales y que cada uno tiene su propio proceso de aprendizaje». «Cada uno tiene su camino y hay que saber acompañarles y adaptar el modo de enseñar», apunta.
El presidente de Asur no esconde el orgullo que siente por los alumnos de su universidad y está convencido de que este premio ABC Solidario permitirá dar a conocer «la labor callada pero muy útil de tantos voluntarios». «Cuando nos ponemos en plan pesimista y decimos: ‘esta juventud que son muy tal o muy cual´, tenemos que darnos cuenta de que sigue habiendo jóvenes con ideales , con muchas ganas de hacer cosas buenas y de cambiar el mundo de un modo efectivo. Son labores que no hay que esperar tampoco tanto para ver el fruto». Boubakar es un buen ejemplo de ello.