Las saudíes podrán viajar pero seguirán siendo discriminadas en su país
La reforma anunciada por el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, no toca lo esencial del régimen de tutela del varón
Las mujeres saudíes pueden conducir desde hace más de un año y a partir de ahora también podrán viajar sin permiso del varón encargado de su tutela . La nueva disposición del gobernante «de facto» de la superpotencia petrolera árabe, el príncipe heredero Mohamed bin Salman, vuelve a sorprender por su audacia, dada la firme resistencia del sector más ultraconservador del reino -en particular el clero musulmán saudí- a tocar un ápice del estricto código de la Sharía, la ley y las costumbres islámicas.
Según los decretos anunciados ayer, las saudíes mayores de 21 años podrán obtener su pasaporte para viajar sin necesidad de contar con un permiso de su tutor varón, normalmente el marido, el padre o un pariente cercano. La reforma legal incluye otros cambios en el sistema de «tutela» para facilitar los trámites burocráticos de millones de mujeres saudíes, aunque no modifican los relativos al matrimonio, que siguen en manos del varón.
Mohamed bin Salman mantiene así viva su promesa de impulsar una reforma no solo económica sino también social en el reino. El hijo del rey Salman promete «modernizar» las estructuras feudales y lavar la imagen del régimen -«represor de los derechos humanos», según sus críticos-, en particular tras el asesinato del periodista Khashoggi en octubre del año pasado.
El objetivo de reformas en favor de la igualdad de sexos, como el carnet de conducir, la posibilidad de que las mujeres trabajen en algunos servicios del ejército y ahora la libertad de viajar, son coherentes con el objetivo de Bin Salman de que aumente el empleo femenino . En concreto, que pase -para el año 2030- del actual 22 por ciento al 30 por ciento de la fuerza laboral. El panorama, para la mujer saudí, se reduce casi solo a la administración, porque el inmenso panorama del empleo masculino y femenino en el sector privado está copado por los inmigrantes asiáticos.
Bin Salman no simpatiza con el sistema de tutela masculino de Arabia Saudí, y en alguna ocasión ha dicho que le gustaría ponerle fin, pero hasta el momento sus movimientos han sido casi solo cosméticos. El núcleo de la Sharía según la rígida interpretación de la secta wahabí -la más radical del islam, y pilar de la legitimidad de la dinastía Saud- sigue siendo intocable.
En particular lo son las leyes del matrimonio, la estricta separación de hombres y mujeres, y el código de vestimenta femenino. Holanda se acaba de sumar a la lista de países occidentales que han prohibido en determinados lugares públicos el uso del uniforme femenino obligatorio en Arabia Saudí -el niqab- que solo compite en ligereza y confort con el burka afgano . «Odio usar el niqab, puedes oler tu propia respiración allí», afirma una saudí en el libro de la escritora Nicola Sutcliff, en el que 28 mujeres hablan del papel sumiso al que les condena el régimen.
La tradición islámica y la patriarcal se dan la mano en muchas normas discriminatorias de la mujer que siguen teniendo vigencia en Arabia Saudí. En materia de matrimonio, la mujer no puede casarse con un no musulmán (en cambio el saudí sí puede hacerlo con cualquier mujer, porque es el varón el que transmite la condición de musulmán a los hijos). Normalmente los matrimonios son concertados por los padres, y el hombre puede taner hasta cuatro mujeres a la vez, a las que puede repudiar sin pasar por un tribunal civil.
La discriminación en otros terrenos del derecho no es menor. La hija recibe la mitad de la herencia que le corresponde a su hermano varón, y en un jucio el testimonio de un hombre vale el de dos mujeres.
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