Santander WomenNOW Summit
Mujeres en pie de guerra
Pocas mujeres participan en los procesos de paz, algo que tendrá consecuencias en la historia de los territorios al solo contar con «la mitad del relato»
De la «guerra pacífica» de la que habló la activista Bianca Jagger , a ayudar a las mujeres en países en guerra que sufren violencia sexual, laboral y social «antes, durante y después» del conflicto armado. La violencia contra las mujeres se intensifica en guerra porque se «polarizan» los roles de género; los hombres son los que suelen armarse y con ello sacan su lado más «misógino», mientras que las mujeres quedan relegadas a un segundo plano. Y en los procesos de paz, tampoco serán llamadas. «No se hizo la misma foto en el tratado de paz de Colombia que en el de Versalles, pero es importante saber que en la historia hay mujeres para no tener solo la mitad del relato», defendió Raquel Vázquez, abogada especializada en derecho penal internacional durante la segunda jornada del Santander WomenNOW Summit, que se celebra desde el jueves en Madrid. «No se puede contar la historia de una sociedad sin contar sus guerras; y si las mujeres son borradas de las guerras, es complicado dar ejemplo a las siguientes generaciones», agregó.
Almudena Bernabéu , también abogada experta en derechos humanos, quiso hacer hincapié en que la violencia de género en conflictos va mucho más allá de la violencia sexual. «Y si esto no se entiende, no se puede dar a la mujer el rol que tiene», precisó. En su opinión, se trata de «una violencia que se perpetúa y no permite a las sociedades reconstruirse del todo», por lo que, sin presencia femenina en todo el proceso, «la solución será fallida». La prueba, a su juicio, es que la historia se repite y, cuando hay una confrontación, «las mujeres vuelven a sufrir la misma violencia». La abogada puso el ejemplo de Nicaragua en referencia a la historia de Bianca Jagger.
La icónica defensora de los derechos de la mujer Clara Campoamor decía que para tener libertad hay que ponerla en práctica. En este sentido, la representante de ONU Mujeres en Túnez y Libia Begoña Lasagabaster defendió que, para lograr la igualdad real, también hay que practicarla. «Ya no podemos llevar a cabo una política de pasito a pasito y esperar a que la siguiente generación haga algo para mejorar la situación -destacó en su ponencia-. Hay que adoptar medidas inteligentes».
Algunas cifras: se tardará en acabar con la brecha salarial 61 años, y eso solo en Europa Occidental, el territorio más avanzado en este ámbito. De media, las mujeres solo ejercen tres cuartas partes de los derechos de los hombres en el mundo. Además, a 1 de enero de 2019, solo el 24% de los parlamentarios europeos son mujeres. Esta enumeración sirvió a Lasagabaster para evidenciar que aún hay mucho camino por recorrer, a pesar de la importancia de su presencia en la resolución de conflictos. Y es que los datos revelan que, cuando hay mujeres en procesos de negociación de paz, se alcanzan antes los acuerdos y «suelen tener una durabilidad quince años superior a aquellos en los que no hay presencia femenina».
Violencia aún silenciada
La ONU ya ha definido la violencia contra las mujeres como una «epidemia global». Y una de las que más ayuda a combatirla es Ana Bella. Tras denunciar el maltrato que había sufrido durante años por parte de su marido, esta mujer decidió fundar una asociación que ayuda a miles de sus congéneres a salir de esa situación. Años de experiencia le permiten concluir que todavía son pocas las que consiguen dar el paso para denunciar , por miedo, entre otras razones, a ser vistas como malas profesionales en sus empresas.
Lo argumentó con datos: 62 millones de hombres maltratan a sus mujeres en el mundo, pero solo el 14% lo denuncia , y el porcentaje cae en los niveles profesionales superiores. «Es muy difícil encontrar mujeres con altos cargos directivos que rompan su silencio, cuando nos consta que las hay», señaló la fundadora de la asociación que lleva su nombre, y desde la que han ayudado ya a más de tres millones de mujeres. «Hay que conseguir que las empresas no nos vean como víctimas, sino como mujeres que, tras pasar por una experiencia así, estamos más empoderadas, comprometidas con nuestro trabajo y somos más eficaces», aseguró.
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