Sanidad pide limitar el consumo de pescado por la presencia de mercurio
Según sus nuevos estándares, piden reducir la ingesta de cualquier especie de pescado a 3 o 4 raciones por semana en la población general
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Las embarazadas, las mujeres lactantes y los niños de menos de diez años deben evitar el consumo del pez espada o emperador, el atún rojo, el tiburón y el lucio . Se trata de la última recomendación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), dependiente del Ministerio de Sanidad, emitida el pasado martes 29 de octubre. Se trata de especies de gran tamaño que acumulan un alto contenido en mercurio , cuya ingesta en edades tempranas «puede tener efectos negativos en el desarrollo», explica a ABC José Manuel Moreno, coordinador del comité de Alimentación Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
La anterior recomendación de la Aesan ponía el límite para no consumir este tipo de pescados entre los 0 a 3 años . No obstante, el experto detalla que el periodo de desarrollo se alarga normalmente hasta los siete años. « No es fácil medir qué efectos puede tener la ingesta mercurio en los más pequeños, pero aumenta el riesgo de que se produzcan trastornos neurológicos de tipo cognitivo, en el desarrollo, etc.», señala Moreno. Además, «también se han observado efectos sobre la ganancia de peso corporal, la función locomotora y la auditiva», informa el Ministerio de Sanidad.
Pero, ¿por qué limitar su consumo solo hasta los diez años? Es durante la etapa fetal y los primeros años de vida cuando más rápido crece el cerebro, «una estructura fundamentalmente grasa en la que los tóxicos metales se acumulan, por lo que es durante las edades más tempranas cuando el mercurio puede interferir en la maduración y en el desarrollo neurológico».
El Ministerio de Sanidad también pidió en sus recomendaciones limitar el consumo de pescados con alto contenido en mercurio a 120 gramos al mes en niños de entre 10 y 14 años. Pese a sus sugerencias, tanto la administración como Moreno recomiendan un consumo moderado de pescado (tres o cuatro raciones por semana) siempre que su nivel de mercurio sea bajo. Recuerdan que su ingesta es «saludable» y «recomendable» y que «existen límites máximos de mercurio en productos de la pesca que se aplican en la Unión Europea. Peces como el rape, el bonito, fletán, gallo, salmonete, tiburón, pez espada, atún, besugo o lucio no deben superar un miligramo de mercurio por cada kilo de pescado. En cuanto a otras especies y productos de la pesca, el límite está en medio miligramo por kilo. Por último, los complementos alimenticios no pueden superar los 0,10 miligramos por kilo.
La AESAN, dependiente del Ministerio que dirige María Luisa Carcedo, justifica la actualización de las recomendaciones en nuevas investigaciones que señalan que las concentraciones de mercurio en la población española se muestran más elevadas que las referidas a otros países europeos. Si a esto se le suma que «algunos estudios de biomonitorización humana han demostrado el beneficio de modificar la dieta en favor de especies de bajo contenido en mercurio», la agencia sostiene que la modificación era «necesaria».
Efectos del mecurio
El mercurio es un elemento químico que forma parte de la composición natural de la corteza terrestre, principalmente como mineral de cinabrio (sulfuro de mercurio) o bien como impureza de otros minerales como la pirita (sulfuro de hierro). Se libera al medioambiente a través de procesos naturales como consecuencia de la actividad volcánica y la erosión de las rocas mediante la acción del agua y el viento.
Sin embargo, también puede liberarse debido a la acción del hombre a través de numerosas actividades como la industria, la minería, quema de combustibles fósiles, eliminación de residuos, etc. El mercurio ha tenido, y aún tiene, numerosas aplicaciones como pinturas, vacunas, amalgamas dentales, baterías y pilas, lámparas fluorescentes y de bajo consumo, aparatos eléctricos y electrónicos, aparatos de medida (termómetros y barómetros), etc.
Los efectos tóxicos del mercurio se conocen desde la antigüedad, pero fue en 1968, a raíz de la contaminación de la bahía de Minamata (Japón) por vertido de mercurio procedente de una industria química, cuando se relacionó su toxicidad con el consumo de pescado contaminado. La primera evaluación del riesgo por la ingesta de mercurio disponible a nivel internacional fue realizada por el Comité de Expertos FAO/OMS en el año 1972. Desde entonces, se ha reevaluado en varias ocasiones para adaptarla a las numerosas publicaciones científicas que se generan anualmente sobre este contaminante.
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