«Hay que salvar Venecia». Un SOS por un tesoro único
Quince años después de inicio de las obras del proyecto Moisés, la ciudad patrimonio de la Humanidad sigue expuesta a los daños producidos por la subida del nivel del mar
«Hay que salvar Venecia», se ha vuelto a gritar en Italia. La ciudad de los canales se ha convertido en esta semana en el símbolo de los daños que está ocasionando el cambio climático, y del mal tiempo excepcional, como no se recordaba en décadas, que ha devastado algunas zonas del centro y norte del país , causando una docena de muertos. «En un solo día la Basílica de San Marcos ha envejecido con la inundación como en 20 años», escribió en un comunicado Carlo Alberto Tesserin, primer procurador responsable de los servicios técnicos de San Marcos.
El nivel del agua en Venecia alcanzó 1,56 metros. El cuarto récord de su historia, después del metro noventa y cuatro centímetros del año 1966. Tres cuartas partes del suelo de la ciudad se inundó por marea alta. Cuando la Basílica de San Marcos fue construida, en el año 1004, se colocó al menos un metro y medio, con relación a hoy, por encima del nivel del mar. Se pensó que nunca le llegaría el agua. Pero nueve siglos después, el elevado nivel del agua se ha convertido en el enemigo número uno. Solo en otras tres ocasiones las aguas llegaron a tocar como en esta semana el corazón de la Basílica.
Las heridas que ha dejado a esta obra maestra del arte bizantino son visibles. El agua salada de la laguna llegó hasta los 90 centímetros sobre el pavimento en mosaico del atrio, bañando las puertas monumentales de bronce, las columnas y preciosos mármoles verdes. Se inundaron decenas de metros cuadrados del milenario pavimento frente al altar de la Virgen Nicopeia, protectora de Venecia, al igual que le ocurrió al Baptisterio y la Capilla Zen. El patriarca de Venecia, monseñor Francesco Moraglia, al ver el desastre causado en la iglesia patriarcal, ha considerado que en cierta forma es un símbolo, el reflejo de la fragilidad en que se encuentra la capital de la región del Véneto: «En estos momentos la basílica me ha parecido la imagen de toda la ciudad de Venecia en su congénita fragilidad», afirmó monseñor Moraglia.
Lo curioso y lamentable es que mientras los venecianos vivían el lunes un día de pasión, tuvieron que soportar además cierto vandalismo de algunos turistas. Hubo quienes para hacerse un selfie ante la Basílica se lanzaron al agua como si se tratara de una piscina. Tan absurdas eran las escenas de los baños de los turistas que tuvieron que intervenir las fuerzas del orden para cerrar la Plaza de San Marcos y desalojar las personas. Para los comercios, restaurantes y hoteles fue un desastre . Se cancelaron el 30 por ciento de las reservas.
Moisés, la salvación
El récord en el nivel del agua y los daños producidos en la basílica de San Marcos han provocado que todo el mundo vuelva su mirada al proyecto Moisés. Se trata de una faraónica obra de ingeniería ideada para salvar Venecia, pero que, desgraciadamente, se ha convertido en un gran escándalo, uno de los peores de la historia republicana de este país, por culpa de la corrupción, la burocracia y los retrasos en su ejecución.
La primera piedra la puso en 2003 el entonces primer ministro Silvio Berlusconi. La obra consiste en 78 gigantescas compuertas móviles para proteger Venecia y su laguna del fenómeno frecuente de las mareas altas. «Es la más extraordinaria obra de ingeniería del mundo», afirmó el presidente de la región véneta en esa época, Giancarlo Galan, exministro en un gobierno de Silvio Berlusconi.
Galan fue uno de los condenados por sobornos y se le obligó a resarcir al Estado con casi seis millones de euros. Hubo 35 personas detenidas por corrupción y 100 investigados. Tras los retrasos técnicos y judiciales, se pensó que la obra estaría terminada en el 2016, con un coste de 5.500 millones de euros. Pero ahora se piensa que, si bien se ha realizado ya el 94 por ciento de la obra, no entrará en funcionamiento antes del 2022, y su coste final estará entre 6.000 y 8.000 millones de euros. Todos esperan ahora que esta obra faraónica salve a Venecia. «Si el Moisés hubiera estado funcionando, nadie se hubiera percatado del alto nivel del agua esta semana», manifestó con cierto desconsuelo el ingeniero Roberto Linetti, superintendente de obras públicas en la región.
Urgencia por el cambio climático
Hoy todo el mundo está de acuerdo en que se debe acabar cuanto antes el proyecto Moisés. La Unesco, que declaró Venecia y su laguna como Patrimonio de la Humanidad ha criticado en varias ocasiones la falta de coordinación entre aspectos culturales y «naturales» , urgiendo a terminar el Moisés. Una urgencia que viene determinada también por el cambio climático, según explica Carlo Alberto Tesserin, primer procurador de la basílica de San Marcos. «Ya no existe la excusa de que se ha tratado de un hecho excepcional; ahora el mal tiempo representa un riesgo para Venecia y San Marcos. Lo que sucede hoy no podemos tolerarlo, teniendo en cuenta el evidente cambio climático con una mayor violencia».
El peligro ha pasado momentáneamente, pero podría volver de nuevo con daños devastadores si la marea alta coincidiera con el desbordamiento de algunos ríos, eventualidad que estuvo a punto de producirse entre el lunes y martes de esta semana. De ahí que el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, afirme que podría no ser suficiente con el proyecto Moisés para salvar la ciudad. «Son necesarias obras por valor de 2.000 millones de euros en el Lido, Mestre, Porto Marghera y Pellestrina para defendernos del agua».
El mundo ha vuelto a ver en estos días que Venecia pierde a ojos vista jirones de su identidad, por el riesgo del agua alta y porque está siendo tomada al asalto por los turistas , mientras paulatinamente se marchan sus residentes. Como siempre, se han oído buenas palabras del gobierno. Pero, tras la tormenta llega el silencio. Por eso la Unesco sigue clamando para que Venecia, por su valor inestimable para el mundo entero, no se convierta en una ciudad fantasma o un «villagio» turístico.
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