Los rusos, escépticos ante la solución a la pandemia
El 62% de la población en Rusia es reacia a vacunarse, el 56% asegura no temer contraer la enfermedad y solo el 10% dijeron haberse dado ya el pinchazo
¿Por qué la segunda dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna da más efectos secundarios?
Cuáles son los síntomas de la variante delta
Rusia no se diferencia mucho de otros países europeos en la forma con la que las autoridades han abordado la pandemia. Ha habido errores, rectificaciones, marcha atrás en algunas cosas, restricciones muy lesivas para la economía e imposiciones tal vez necesarias en la lucha contra el virus, pero que se han percibido como una forma más de abuso de poder .
También ha sido muy acalorado el debate en torno a si la prioridad debe ser salvar vidas humanas o la economía del país, cuyo hipotético hundimiento, como defienden algunos, también puede tener consecuencias letales. Sin embargo, la idiosincrasia de los rusos y, sobre todo, su fatalismo han generado un escepticismo que dificulta la solución a la crisis sanitaria.
«Desconfío de las vacunas, de nuestros dirigentes y de lo que dicen los medios» , afirma Vasili, un joven de unos 30 años que perdió su trabajo de vigilante en una tienda de ropa clausurada el año pasado y que ahora se gana la vida haciendo trabajos caseros a domicilio o descargando camiones.
Según su opinión, «esta enfermedad no nos la vamos a quitar jamás, me temo que la vamos a tener para siempre» . A la pregunta de si no piensa vacunarse nunca, Vasili responde que «ya veremos, tal vez cuando el medicamento esté más elaborado y genere más seguridad». Él no cree en la «inmunidad colectiva», cuya necesidad el poder pregona a diario.
Pero la actitud de Vasili, muy extendida en Rusia, «es como la pescadilla que se muerde la cola: cuanto menos gente se inocule, más lejos estará la inmunidad de rebaño y habrá más incredulidad, más contagios y más muertes», alerta Alexánder Miasnikov, un popular médico que da consejos a través del espacio ¡Gracias doctor!, que difunde a través de su canal en Youtube.
Y es que, según una reciente encuesta del Centro Levada, la principal institución sociológica independiente de Rusia, el 62% de la población es reacia a vacunarse, el 56% asegura no temer contraer la enfermedad y solamente el 10% dijeron haberse dado ya el pinchazo.
Todo ello pese a que Rusia fue el primer país del mundo en registrar una vacuna contra el Covid-19, la Sputnik V. Lo anunció solemnemente el presidente Vladímir Putin en agosto del año pasado. El primer mandatario ruso considera que la Sputnik V «es la mejor vacuna del mundo».
Más tarde, la revista británica The Lancet certificaba, basándose en las pruebas clínicas, que el inoculador ruso es «seguro y eficaz». El país eslavo tiene además homologadas otras tres fármacos para prevenir el coronavirus, la EpiVacCorona, la CoviVac y la Sputnik Light.
Variante Delta
La situación epidemiológica en Rusia mejoró sustancialmente a partir de marzo. Se levantaron la mayor parte de las restricciones como los confinamientos domiciliarios, los cierres perimetrales y los toques de queda. Empezaron a funcionar los restaurantes, teatros y establecimientos de ocio nocturno. La obligación de utilizar mascarilla y guantes quedó circunscrita solamente al transporte público y a locales cerrados.
Parecía que Rusia se encontraba en la senda de vencer la enfermedad, pero la variante Delta hizo que se disparase la pandemia desde mediados de junio y ha sorprendido a la población con un índice muy bajo de vacunación debido al negacionismo reinante. Según el Ministerio de Sanidad ruso, solamente 37 millones, sobre una población total de unos 145 millones, se han vacunado con las dos dosis.
La mutación Delta, explica la directora del órgano de control Rospotrebnadzor, Anna Popova, «ha provocado que la enfermedad prolifere en 35 regiones de Rusia , en 28 se mantenga estable sin grandes cambios y solamente en 22 se observa mejoría». Desde junio, el número de contagios diarios se ha ido incrementando desde los 20.000 hasta alcanzar casi 26.000 a comienzos de julio, el máximo hasta ahora. Después se estabilizó en unos 24.000 y ahora está bajando paulatinamente. Ayer en todo el país se registraron 22.320 casos positivos de Covid-19.
Pero lo que más ha aumentado es la letalidad . Desde el comienzo de la pandemia, Rusia nunca había rozado los 800 decesos diarios. Ayer, se contabilizaron 793 tras 10 días por encima de los 785.Moscú se mantiene como el epicentro de la pandemia, pero en franca recuperación, ya que ayer hubo 2.235 contagios cuando hace un mes rondaban los 6.000. Las muertes en la capital rusa también disminuyen con un mes por encima del centenar diario y ahora con 67 casos en las últimas 24 horas.
Medidas excepcionales
Ante el implacable avance de la pandemia, el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, decreto en junio la vacunación obligatoria para los empleados de los sectores con mayor contacto con la población, el regreso al teletrabajo y, ya en julio, la obligación de contar con un salvoconducto QR para poder entrar en los restaurantes, que acredite estar vacunado, haber pasado la enfermedad o estar en posesión de un test PCR reciente.
Los códigos QR tuvieron que ser eliminados a los pocos días, el pasado 19 de julio, ante el hundimiento de la afluencia a los establecimientos de hostelería y la picaresca de los certificados de vacunación y PCR falsos. Ahora la principal ciudad de Rusia apenas tiene restricciones salvo la mascarilla en lugares cerrados y en el trasporte público. Los guantes no son ya necesarios. La gente abarrota las terrazas y durante la noche los bares de moda está llenos. Sin embargo, Sobianin advierte que «el 95% de los ingresados en los centros sanitarios no se vacunaron».
Svetlana, dependienta de la cafetería anexa a una gasolinera de Rosneft moscovita, asegura que «tuvimos que vacunarnos todo el personal de esta estación de servicio» . Ella se muestra satisfecha porque «ninguna de las dos dosis de la Sputnik V me causó malestar ni efectos secundarios». Además ha conseguido conservar su trabajo, pese a que «durante meses se prohibió el acceso a las mesas. Había que coger la consumición y salir fuera».
Svetlana es optimista y cree que « terminemos superando la pandemia y que la gente comprenda que la inoculación es imprescindible». Por su parte, un hombre de unos 40 años de aspecto adinerado y que, mientras se sube a su lustroso BMW negro, trata de zafarse de las preguntas de este corresponsal, se limita a afirmar que «todo irá bien, no se preocupe. Esta situación pasará algún día con o sin vacuna».
El total de infectados en Rusia desde el comienzo de la pandemia, según datos de la Universidad Johns Hopkins, es de 6.424.884, que es el cuarto lugar en el mundo , y el de muertos asciende a 164.094, la cifra más alta de Europa y la sexta posición a nivel de todo el planeta, sólo por detrás de Estados Unidos, Brasil, India, México y Perú.