Las reuniones impulsadas por el buen tiempo alarman en París e Isla de Francia

Anne Hidalgo, alcaldesa de París, y Valérie Pécresse, presidenta conservadora de la región, han convocado reuniones de urgencia con sus respectivos equipos

Jardines de las Tullerías / Museo del Louvre, la tarde del domingo 28 de febrero. Foto JP Quiñonero

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París y su región, Isla de Francia, temen una agravación de la pandemia, consecuencia del buen tiempo primaveral , que convierte las orillas del Sena y los jardines públicos en centros de reuniones 'masivas' aparentemente peligrosas para la sanidad nacional.

Anne Hidalgo, alcaldesa de París, socialista, y Valérie Pécresse, presidenta conservadora de la región Isla de Francia, han convocado reuniones de urgencia con sus respectivos equipos, municipales y regionales, y con los representantes del Estado (prefectos, Ministerio de Sanidad), con el fin de estudiar respuestas y eventuales restricciones en la capital y la región.

Veinte departamentos franceses ya adoptaron medidas restrictivas (toques de queda más amplios, confinamientos temporales y locales). Y la alcaldesa de París pidió días pasados tres semanas de confinamiento «total», a título «experimental».

El buen tiempo y la experiencia del fin de semana pasada han agravado el miedo y las sospechas.

El prefecto de París ya prohibió la semana pasada la venta de bebidas alcohólicas, en muchas calles y esquinas propicias al copazo callejero y el 'botellón' ocasional. Con un éxito relativo. La tropa juvenil compra vino y cerveza en cantidades apreciables y la 'degusta', en solitario, en pareja o en grupo, eludiendo las prohibiciones del Ministerio del Interior en calles, esquinas y plazas propicias a la tertulia callejera.

A partir de las 5 de la tarde, antidisturbios y gendarmería han hecho su aparición en la 'frontera' de muchas calles, barrios y jardines, con un fin disuasivo que no siempre funciona.

A lo largo de todo el fin de semana, las orillas y muelles del Sena, los jardines públicos más famosos (Museo del Louvre, Touillerías, Torre Eiffel, etcétera) se vieron 'invadidos' por decenas de miles de parisinos, nativos o de adopción, decididos a aprovechar el bueno tiempo, en solitario, en parejas o en grupo, alarmando profundamente a las autoridades municipales, regionales y municipales.

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