Las residencias de ancianos pierden entre un 15 y un 30% de usuarios por el miedo al virus

El presidente de la patronal acusa a Pablo Iglesias de «lavarse las manos» en la gestión de la pandemia en los geriátricos

Fernández-Cid pide flexibilizarlas medidas en los centros, que no tienen casos tras la vacunación

Quiénes pueden solicitar los viajes del Imserso

Juana Dolores y Antonio, limpios de coronavirus, disfrutan ya en el comedor Fotos: IGNACIO GIL | Vídeo: DAVID DEL RÍO

El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) publicó recientemente un informe en el que acredita que, tras la vacunación con los sueros de Pfizer y Moderna de todas las personas mayores que hay en las residencias, se podía dar por hecho que se rozaba ya el milagro de los ‘cero contagios’. En realidad, se producen unos 45 por semana, pero son casos asintomáticos. El Imserso notificó, además, dos muertes por Covid semanales en marzo y abril. Son los únicos datos de este Gobierno que se cree Ignacio Fernández-Cid, el presidente de la patronal mayoritaria de las residencias españolas, la Federación Empresarial de la Dependencia (FED). Porque, sin pelos en la lengua, este empresario recibe a ABC en la residencia Casablanca Villaverde de Madrid, donde tiene su ‘centro de operaciones’, y asegura que a los geriátricos no se les ha facilitado el dato de cuántos ancianos murieron en pandemia. El Ejecutivo cuantifica 29.408. « Por desgracia, son muchos más ». Falta transparencia, empatía y compromiso, dice.

El hoy candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid por Unidas Podemos, Pablo Iglesias, se «lavó las manos» durante toda la crisis sanitaria en los geriátricos, opina el presidente de la FED. Al principio, porque durante casi un mes, «la Vicepresidencia del Ejecutivo que él ocupaba se excusó en que visitar una residencia podía ser foco de posible infección, que estaba contraindicado, así que no se dignó a visitar una y aunque fuera, a hacerse la foto. Después de tanto tiempo ya ha tenido ocasión para hácersela. Le pedimos muchas reuniones, pero nada».

Fernández-Cid reparte estopa. «¿Sentimos el apoyo de la Vicepresidencia? No, realmente no. Iglesias se despachó diciendo que iba a llegar una lluvia de millones de euros a las residencias y a las residencias no ha llegado nada». «Después –prosigue–, delegó el control en las comunidades y así ahora puede utilizar como arma arrojadiza contra Isabel Díaz Ayuso que en Madrid se activó un protocolo de derivación de enfermos de asilos a hospitales y fueron negados por la gravedad de la enfermedad. Pero eso ocurrió también en Castilla y León, Cataluña, Castilla-La Mancha, País Vasco, Navarra, La Rioja y, más adelante, en Aragón», con una incidencia del Covid-19 que no fue análoga pero cuya virulencia motivó la adopción de «medidas radicales». «Es muy desagradable asistir a la refriega electoral en la que se utiliza ese argumento para la confrontación política. No debemos estar orgullosos de cómo ha sido la pandemia y de cómo la hemos sufrido».

Ignacio Fernández-Cid, presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia (FED) I. GIL

En su opinión, «el gran problema fue que no entendieron el modelo de las residencias: son los domicilios de las personas mayores, y nos dieron en ese momento la categoría de hospital y servicio esencial». Es por ello que ahora desde la FED demandan una «verdadera coordinación con el sistema público de salud, y que se dé continuidad a las unidades de apoyo formadas por geriatras y enfermeros que se crearon en pandemia. Que se queden estas unidades, porque no es lógico que cierre la atención primaria y no tengamos servicio», rezonga.

Calvario y fiesta

Fernández-Cid adjetiva los tres momentos del Gólgota que han escalado las residencias en su calvario. El primero, hasta verano, el de la desesperanza y el miedo. La pérdida y la impotencia . El segundo, en otoño, cuando la pandemia se dio por controlada. El alivio. Enero y febrero han sido los meses en que se ha conseguido que en las más de 2.600 residencias a las que representa la FEDen España todo su personal y usuarios reciban los dos preciados pinchazos. «Fue como el maná. La fiesta completa . Actualmente hay una paz y una tranquilidad tremendas, ningún centro está infectado. Sale algún caso muy esporádico, pero prácticamente asintomático. Lo de la vacuna funciona. Lo que debemos hacer todos es vacunarnos, y si no, pasen y vean», invita.

Bárbara es una de los cinco hijos de Francisco Peñas , enfermo de alzhéimer de 80 años, que lleva casi dos interno en este centro de Madrid. Bárbara da fe de ese alborozo, aunque, subraya a este diario, todavía no traen a los seis nietos de Francisco a ver al anciano. Las visitas se producen con cita previa, el centro reserva los encuentros en lugares señalados del edificio, donde los parientes entran con todos los controles y sabiendo que están limpios de Covid. Los de fuera y los de dentro. «Esta semana estamos de enhorabuena en Madrid. Se ha cambiado el protocolo y se permite ya que vengan dos familiares juntos, tres veces a la semana. También se pueden llevar a los residentes fuera, a sus casas», informa el director de la residencia Casablanca Villaverde, Andrés Fernández Manrique. «Esto ya es otra cosa», aplaude.

Pero llevárselos a casa o mantenerlos en ella solo por temor al virus es algo que preocupa sobremanera al empresario. Ignacio Fernández-Cid lamenta que la pandemia ha dado lugar a un hecho inédito en nuestro país. Por primera vez en los más de 35 años que lleva en este negocio, hay plazas libres en las residencias. «La gente tiene miedo, preocupación por la mala propaganda que se ha dado a los geriátricos durante estos meses tan complicados. Pero no es una situación que haya afectado solamente a las residencias españolas; sino que en todos los países se han repetido las escenas por las características de la enfermedad y cómo golpea a los mayores». Además, continúa, «al principio no teníamos medios (material, EPI, test o PCR)para luchar contra ella. En estos momentos, hay entre un 15 y un 30%de plazas vacantes en las residencias del país, algo que nunca se había producido antes». Es pesimista: «Aunque vemos que se van animando poco a poco a traer a los ancianos, esta crisis, también de desprestigio hacia el sector, al menos se prolongará un año, más o menos», calcula.

E implora a las autoridades que ha llegado el momento de flexibilizar la vida en los centros para dotar de mayor bienestar a los ancianos. «Nosotros estuvimos encerrados mes y medio y mira qué mal nos sentó. Imagínese si le dejan todo ese tiempo y meses después en un dormitorio, sin salir. Han acusado un deterioro físico y psíquico enormes.Es hora de que vean el sol».

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