El regreso de los vendedores del cupón: «Hace dos o tres semanas que nos llaman para ver cuándo volvemos»

Esta mañana han vuelto a las calles los 19.000 agentes de la ONCE con más ganas que miedo al coronavirus

Fernando, Juan Carlos, Gloria, Mónica y Alfonso, preparados para volver a repartir ilusión JAIME GARCÍA / Vídeo: Los sorteos de la ONCE regresan con la campaña #LaIlusiónPuedeConTodo - EP

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En la esquina de la calle Barquillo con Prim, en Madrid, tiene su caseta Fernando Lozano. Ha estado cerrada los últimos tres meses hasta esta mañana, cuando el vendedor de la ONCE ha subido otra vez la persiana. Como dice, este gesto vuelve a poner otra pieza del puzzle del barrio en su sitio. «¡A ver si damos premios y animamos al personal!», exclamaba este hombre, con su chaleco verde de rigor, unos días antes del esperado momento. No es para menos, ya que el cupón no había faltado nunca a su cita en sus 82 años de historia, hasta que llegó el coronavirus.

«Iba a ser para quince días y al final nos hemos pegado tres meses sin vender», especifica Lozano. « No sabíamos qué iba a pasar con nosotros, teníamos mucha incertidumbre y ha sido agobiante, pero el día 15 ya está aquí y ha merecido la pena», añade Gloria Bizárraga, a quien los habituales del barrio de San Bernardo, donde vende cupones junto a su perro, la han llamado varias veces para ver qué pasaba con la suerte.

«Hace dos o tres semanas que nos llaman par ver cuándo volvemos y hace mucha ilusión que se acuerden y nos echen de menos . Es algo mutuo», reconoce Bizárraga, en la misma línea que Mónica López, que tiene su puesto en la calle de Almendrales: «La gente que te aprecia, con la que llevas muchos años en contacto, se preocupaba cuando todavía estábamos vendiendo y nos decían que nos protegiéramos».

Va a ser verdad, como dice Lozano, que es difícil para los barrios comprender su día a día sin los vendedores del cupón. De hecho, uno de los camareros del bar de enfrente ya le saluda desde la distancia con tono afectuoso. Junto a Lozano, Bizárraga y López también están Juan Carlos García, a quien conocen aquellos que busquen la suerte cerca de la plaza de toros de Las Ventas; y Alfonso Desa, que reparte la ilusión en Aravaca. Ellos son sólo una pequeña muestra de los 19.000 vendedores que hoy vuelven a la carga en toda España.

«Estamos deseando empezar y volver a la normalidad después de tres meses duros», remarca este último, que ya está preparado, igual que sus compañeros, para retomar la venta con todas las precauciones y medidas de seguridad posibles. «Con los cupones que he recogido para la semana hay 50 mascarillas, doce guantes, una pantalla facial o gel para limpiarnos, pero luego tendremos que tener la prudencia de lavarnos las manos, desinfectar el TPV si lo toca el cliente… esas cosas, porque este virus es muy chiquitillo ¡y no es reflectante ni nada!», ríe Lozano.

Más tranquilos

Pese a los nervios, todos reconocen que están mucho más tranquilos que cuando llegó el virus. «Antes sí pasé miedo, porque tengo en casa factores de riesgo: mi marido, un hijo, mi madre, y tenía miedo de haberlo cogido», admite López, quien confiesa que, como tantas otras miles de familias en España, el coronavirus no es algo ajeno para la suya: «Mi primo fue hospitalizado y mi hermano tuvo principio de neumonía. Mi cuñada lo pasó leve, también mi hijo. Gracias a Dios no ha habido muertes».

Una vez que está todo preparado, a los vendedores les asalta la duda de cómo responderá la clientela, que ahora lleva mascarilla. «Ojalá me equivoque, pero creo que al principio la gente va a venir con un poquito de miedo, pero creo que luego ya cuando nos vuelvan a ver en la calle todos los días y tengan esa ilusión por que les toquen los premios, volveremos a la normalidad», vaticina Bizárraga, quien, experta en superar situaciones adversas, tiene un consejo para todos aquellos que hayan sufrido la desgracia en esta crisis.

«Que no se queden en casa, que salgan a la calle, que se relacionen, es la mejor terapia. Quedarte en casa es comerte la cabeza, agobiarte, meterte en tu mundo y no sales», expone la vendedora, que hoy vuelve a estar en San Bernardo, donde siempre. Igual que Lozano, que hará lo propio en Barquillo. Al fin y al cabo, el cupón es una de esas piezas que, como dicen, hacen barrio y no pueden faltar en la vuelta a eso que se conoce como «nueva normalidad». Como dicen ellos, suerte a todos.

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