El régimen de Laos trata de ocultar los muertos por la rotura de la presa

Las autoridades prohíben a la Prensa extranjera acceder a la zona devastada y minimizan el número de víctimas para seguir construyendo centrales hidroeléctricas

Una madre con sus hijos en Laos AFP
Pablo M. Díez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En Laos , nadie se cree que las gigantescas inundaciones provocadas el lunes por la rotura de una presa dejaran solo un puñado de muertos y poco más de un centenar de desaparecidos. Al contrario que en cualquier catástrofe natural, el número oficial de víctimas mortales está extrañamente disminuyendo a medida que pasan los días, en lugar de ir aumentando.

Aunque las autoridades cifraron los fallecidos en 27 a principios de la semana, el gobernador de la devastada provincia de Attapeu, Leth Xiayaphone, rebajó este viernes el número de muertos a solo cinco, según informa el periódico oficial «Vientiane Times». Por su parte, los desaparecidos serían oficialmente 126, lo que tampoco casa con las sobrecogedoras imágenes aéreas que muestra la televisión. Como islas con náufragos varados, del mar de fango que inunda vastas extensiones de jungla sobresalen los tejados de las casas y las copas de los árboles a los que tuvieron que subirse miles de campesinos para que no se los llevara la riada.

«No es posible que haya tan pocos muertos y desaparecidos porque la rotura de la presa liberó 5.000 millones de metros cúbicos de agua, que barrieron todos los pueblos que se encontraban río abajo», razona un ingeniero de la capital, Vientián, que tiene amigos trabajando en el embalse siniestrado. Con las carreteras, que muchas veces no pasan de meros caminos de tierra, anegadas y las comunicaciones teléfonicas cortadas, todavía no sabe nada de ellos y teme lo peor porque la riada afectó a más de 10.000 personas.

Con la alergia a la prensa libre propia de cualquier dictadura, el autoritario régimen comunista de Lao s prohíbe el acceso de los corresponsales extranjeros a la remota zona afectada. Enclavada en el extremo suroriental del país cerca de la frontera con Camboya, a 550 kilómetros de Vientián que se tardan en recorrer más de quince horas en coche, se trata de una región de difícil acceso que el Gobierno intenta cerrar a los periodistas internacionales. El objetivo parece bien claro: impedir que el mundo conozca las verdaderas dimensiones de la catástrofe para que no afecte a sus ambiciosos planes de construcción de más centrales hidroeléctricas en el río Mekong y sus afluentes.

Con medio centenar de centrales hidroeléctricas ya operativas y un número similar en construcción, Laos es la «batería» del Sudeste Asiático al suministrar a los países vecinos buena parte de la electricidad que consumen. Dos tercios de la electricidad que se produce en Laos se venden a otros países, sumando una tercera parte de sus exportaciones totales. Para este paupérrimo país, donde el 80 por ciento de sus 6,7 millones de habitantes vive de la agricultura y el 23 por ciento con menos de dos dólares al día, aprovechar los abundantes recursos hídricos del Mekong se ha convertido en un lucrativo negocio. Sobre todo para sus gobernantes, ya que la corrupción está tan extendida que va desde las pequeñas «mordidas» que exige la Policía en los controles de tráfico a las concesiones hidroeléctricas que consiguen grandes empresas de Tailandia o China.

Además, los grupos ecologistas alertan de los daños al medioambiente que provocarán la docena de embalses proyectados en el curso del Mekong, que podrían acabar con la pesca y alterar los cultivos de arroz de los que dependen los países del Sudeste Asiático bañados por sus aguas.

Los rescatadores de Tailandia

Cuatro días después de la riada desatada por la rotura de la presa de Xe-Namnoy, un bebé de cuatro meses ha sido salvado por un equipo que participó en el rescate a principios de mes de los niños atrapados en una cueva al norte de Tailandia. Según informa la agencia France Presse, el niño fue hallado junto a otros 14 familiares que se habían refugiado en una colina cuando la crecida de las aguas inundó su pueblo. Aunque el bebé estaba hambriento y llorando, el equipo de rescate comprobó que se encontraba bien de salud. Otro milagro tras el de los doce niños y el entrenador de fútbol salvados de la cueva de Tailandia.

El régimen de Laos trata de ocultar los muertos por la rotura de la presa

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación