En recuerdo de Carmina Salgado
José Miguel y Carmina,junto con un matrimonio amigo, trajeron a España el movimiento Comunión y Liberación
El Meeting de Rímini iba a ser el protagonista eclesial de esta semana. Hablar del Meeting de Rímini es hacerlo de Comunión y Liberación, el movimiento eclesial fundado por Luigi Giussani y hoy presidido por el sacerdote español Julián Carrón. Todos los focos estaban puestos en las conferencias, en las declaraciones de las personalidades allí invitadas, en el mensaje que el Papa les iba a enviar.
Comunión y Liberación se había movilizado, una vez más, para que sus miembros, y los amigos que les acompañaban, vivieran un experiencia única de encuentro con el pulso de la historia.
Pero una luctuosa noticia se cruzó en el camino de esta realidad eclesial, al menos en España. Carmina Salgado, esposa de José Miguel Oriol, fallecía en el quirófano del Hospital Marqués de Valdecilla mientras era intervenida de urgencia.
José Miguel y Carmina, junto con un matrimonio amigo, trajeron a España el movimiento Comunión y Liberación, una realidad eclesial fecunda que está implantada por toda nuestra geografía. Allá por los setenta, al rebufo de un idealismo también católico fruto del 68, ese joven matrimonio tuvo la experiencia de encontrase con un sacerdote que explicaba el cristianismo de una forma diferente y atractiva. Esa pareja, que procedía de ambientes cristianos de izquierdas, ligados a la mítica editorial ZYX, sin la que, por cierto, no se hubiera leído en España a Léon Bloy, entre otros, entendió que la ideologización de la fe era causa de su esterilidad. Sin el sí de Carmina, sin sus años de silencioso trabajo como editora y traductora en Encuentro, la teología en español no sería la misma.
Como ha dicho la Compañía de las Obras, Carmina fue «una mujer que contribuyó de manera única y original a la construcción de la sociedad española desde los años anteriores a la Transición, a través de numerosas iniciativas asociativas, empresariales y editoriales».
Mucho se habla del papel de la mujer en la Iglesia. Quizá alguien debiera fijarse más en la fecundidad del servicio de Carmina, en su indómita capacidad de trabajo, su don de gentes y sus dotes de mando.
Descansa en paz, querida amiga.