Razones para doblegar la historia

Las protagonistas del Santander WomenNOW Summit denunciaron el «abismo de cristal» que las excluye en muchos terrenos laborales

El simposio internacional Congreso WomenNOWSummit, celebrado desde el jueves y hasta hoy en Madrid Virgini Carrasco

Domenico Chiape

En la sociedad moderna existen varios puntos de inflexión que conforman el pensamiento crítico que fomenta la libertad y la igualdad que se vive en los países democráticos. En teoría. Porque en realidad cada uno de estos avances han desconocido de manera sistemática a la mitad de la población mundial: las mujeres. Uno de estos momentos cruciales fue la publicación en 1776 de ‘La riqueza de las naciones’, la obra en la que Adam Smith expuso unas teorías de mercado que garantizaban la prosperidad de los estados. Desde entonces, este tratado ha influido en la economía mundial. Ahora bien, el pope liberal cometió una omisión que acarrea, todavía, una enorme injusticia.

«Detrás de cada movimiento económico hay una filosofía, unas ideas, unos valores», explica la catedrática de Sociología Ángeles Durán en su intervención ‘El tiempo expropiado: un desafío para las mujeres españolas’, la primera ponencia del Santander WomenNOW Summit. «A Smith se le olvidó un tipo de producción que no pasa por el mercado. El que hacen la mayoría de las mujeres cuando elaboran un trabajo que se consume dentro de los hogares. Es una grandísima producción que hasta el momento no es visible. Y digo hasta el momento. Tiene un valor económico extraordinario, porque alguien produce y alguien consume».

Con la razón, ahora, se quiere enmendar el error, porque la omisión de Smith no sólo genera una gran injusticia. También crea una visión distorsionada de la economía. Los datos son contundentes: «Dentro de los hogares, el tiempo no remunerado que se produce para el consumo directo es un 30% más alto que todo el tiempo empleado en el mercado de trabajo», aseguró Durán ante el público que llenaba ayer el auditorio del Museo Reina Sofía. Las mujeres empiezan a desvelar un punto de vista hasta ahora oculto. Porque la interpretación de los hechos y las creencias es todavía más antigua que los principios económicos de Smith.

El panorama actual es el de una «guerra pacífica», como sostiene Bianca Jagger, directora de la Fundación para los Derechos Humanos que lleva su nombre. «El mundo es un campo de batalla para las mujeres. Pero nosotras tenemos mucho más poder de lo que pensamos. Somos más del 50% de la población mundial -mantiene Jagger-. Lo que ha ocurrido en los últimos dos años es bastante extraordinario. Los movimientos, la voz que nosotras elevamos, las denuncias, lo que nos está ocurriendo en tanto mujeres».

Política real

Tres cifras: más de 700 millones de mujeres en el mundo trabajan en la economía informal; Naciones Unidas calcula que la igualdad plena entre mujeres y hombres se logrará dentro de 208 años ; 400.000 mujeres mueren al dar a luz anualmente. «No hay una sola guerra que ponga esas cifras dolorosas», subrayó Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno español durante su ponencia en este simposio internacional, que cuenta con el patrocinio de Reale Seguros, Comunidad de Madrid, L’Oreal, Iberia, Samsung, Accenture y Giorgio Armani Beauty. «La mayoría conoce y comprende el punto al que ha llegado el desarrollo del Estado moderno; un Estado que arrancó sin nosotras pero en el que ahora peleamos por nuestros derechos. No se trata de solidaridad, sino de algo más contundente: justicia». Al terminar, ya en las butacas, dio dos besos a quien le antecedió en su cargo, Soraya Sáenz de Santamaría, sentada a su lado, siguiente en el turno de palabra.

«Vine a transmitir lo que he visto y vivido», comenzó la exvicepresidenta popular, que contó algo que, más que una anécdota, es un «síndrome» en las mesas del poder. Cuando una mujer interviene en un debate de ideas y posiciones dominado por los hombres, dijo Sáenz de Santamaría, invariablemente a sus palabras les sigue un silencio, unas miradas, un cambio de tema. Y al poco, uno de los hombres repite esa misma idea a los demás y les parece que roza la genialidad. «Es el síndrome de intervención fallida», bautizó Sáenz de Santamaría. «Una sociedad no progresa en valores si no cuenta con la mitad de la población -agregó-. Si esa mitad tiene más dificultades que la otra, la sociedad no puede llamarse igualitaria, y ninguna decisión será justa y equilibrada si no se tiene en cuenta a esa mitad de la población».

Quizás sea por esas miradas y ese silencio cuando una mujer intenta imponerse en las mesas de discusión y trabajo que, aun cuando «una cuarta parte de las políticas son mujeres, su conciencia política no se refleja en la realidad», argumentó Alexandra Palt, jefa de la Oficina de Responsabilidad Corporativa de L’Oréal Foundation. Esa conciencia política se llama feminismo, a juicio de Calvo, que no sólo debe impregnar la legalidad. Debe garantizar también que se dé el salto de la igualdad formal a la igualdad material. «Gracias al feminismo, nada ni nadie se puede mover en la política sin nosotras o contra nosotras -enfatizó-. Somos los grandes sujetos activos de la política en el mundo».

Techos irrompibles

Las mujeres representan el 75% de quienes trabajan en las zonas rurales del todo el planeta y son ellas las que alimentan a las familias y a las comunidades, según datos de L’Oréal Foundation. «El cambio climático ya se deja notar en la agricultura; hay escasez de agua y afecta a las cosechas, lo que significa que las mujeres tienen que invertir más tiempo y energía para producir alimentos -dijo Palt-. Hay, por tanto, menos tiempo para la educación, para que las niñas vayan al colegio. En lugares con estrés hídrico, las que recogen agua son en su mayoría mujeres y niñas. Así que el cambio climático es una de las grandes amenazas para la igualdad de las mujeres».

En otros campos más avanzados tecnológicamente que los de la agricultura y la ganadería, no obstante, sucede otra forma de discriminación de la mujer. Hay machismo en la industria informática, la del ‘blockchain’ y la inteligencia artificial. «No hablamos de un techo de cristal; hablamos de un abismo de cristal», denunció Monique Morrow, fundadora y presidenta de The Humanized Internet, y de larga trayectoria al frente de empresas como Cisco. «Existe un sesgo cognitivo. Por ejemplo, cuando se busca la palabra ‘mujer’ en internet, los resultados son realmente terribles, muy negativos. No es un problema de los algoritmos, sino de los debates que se producen en la sociedad, de los que la inteligencia artificial está aprendiendo continuamente», apuntó. Un nuevo frente en una batalla que apenas comienza.

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