La importante misión de los catequistas

El Papa crea el ministerio laical de catequista para hombres y mujeres

ABC

Ramiro Pellitero (*)

La institución del ministerio de los catequistas facilitará su misión, que viene siendo decisiva desde los primeros tiempos de la Iglesia para la transmisión de la fe. Aunque la palabra «catequesis» evoca principalmente la formación de los niños y de los jóvenes, para los Padres de la Iglesia significaba la formación de todos los cristianos en todas las edades y circunstancias de la vida.

La tarea de los catequistas ha sido decisiva desde los primeros tiempos de la Iglesia. Con la institución del ministerio del catequista (cf. Motu proprio Antiquum ministerium, 10-V-2021),«la Iglesia ha querido reconocer este servicio como una expresion concreta del carisma personal que ha favorecido grandemente el ejercicio de su mision evangelizadora» (n. 2) Al hacerlo tiene en cuenta las circunstancias actuales: una renovada conciencia de la misión evangelizadora de toda la Iglesia (nueva evangelización), una cultura globalizada y la necesidad de una renovada metodología y creatividad, especialmente en la formación de las nuevas generaciones (cf. n. 5).

Según la última memoria de la Iglesia, en España hay más de 95.000 catequistas

Se trata de un ministerio pensado fundamentalmente para los fieles laicos. Este servicio eclesial no cambia la condición ni la vocación de los laicos, que consiste en santificar las realidades temporales: el trabajo, la actividad familiar y cultural, la política y la economía, el arte y el deporte, etc. (cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 31). Al mismo tiempo, «recibir un ministerio laical como el de catequista da mayor énfasis al compromiso misionero propio de cada bautizado, que en todo caso debe llevarse a cabo de forma plenamente secular sin caer en ninguna expresión de clericalización» (Antiquum ministerium, 7).

La Iglesia desea dar aún más importancia al catequista, que puede considerarse como una vocación en la Iglesia, apoyada en la realidad de un carisma, y dentro del amplio marco de la vocación laical. La institución de este ministerio o servicio facilitará la misión de los catequistas, es decir la transmisión de la fe: el anuncio del mensaje del Evangelio, la formación para los sacramentos y para la vida cristiana de todos los fieles, al servicio de la Iglesia y de la sociedad.

Las conferencias episcopales establecerán unos itinerarios formativos para los catequistas. En cada lugar, el obispo es el principal responsable de los catequistas y de su servicio «estable» a la Iglesia local.

Así se refuerza también la renovación de la catequesis , impulsada a partir del Concilio Vaticano II. De ello son prueba el sínodo universal de los obispos de donde surgió la exhortación Catechesi tradendae (1979), el Catecismo de la Iglesia Católica (1997) y el Directorio para la catequesis (tercera edición, marzo de 2020).

Los catequistas han de ser «hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis» (n. 8).

(*) Ramiro Pellitero es profesor en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra

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