El próximo Sínodo afrontará el desafío de entender a los jóvenes

China permite participar a dos obispos por primera vez en la historia

El Papa Francisco durante la audiencia general Reuters
Juan Vicente Boo

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El Sínodo mundial de Obispos que se celebrará en Roma del 3 al 28 de octubre iniciará cada sesión de la mañana y de la tarde escuchando a uno de los 36 jóvenes de los cinco continentes que participan en calidad de «oyentes» pues no tienen voto, pero sí la capacidad de intervenir tanto en la reunión general como en los 14 grupos de trabajo en los principales idiomas.

A raíz del reciente acuerdo provisional alcanzado con el Vaticano, China permitirá la participación de dos obispos por primera vez en la historia del Sínodo . A lo largo de medio siglo, las sillas reservadas a los obispos chinos estaban siempre vacías pues el régimen comunista les negaba los visados de salida.

La buena experiencia de los dos últimos Sínodos sobre la Familia, en que tomaba la palabra un matrimonio al comienzo de cada sesión, se repite de nuevo, de modo que los 266 padres sinodales -en su mayoría cardenales y obispos- estén en contacto con el mundo real al que se dirige este Sínodo de los Jóvenes en un momento de credibilidad baja para casi todo tipo de autoridad institucional en el mundo.

El tercer Sínodo del Papa Francisco impresiona por su envergadura con la participación de 31 jefes de Iglesias orientales, todos los jefes de departamentos de la Curia vaticana, 181 obispos elegidos por las respectivas conferencias episcopales y 41 miembros de nombramiento pontificio, además de 49 «oyentes» y 23 «expertos», en su mayoría en pastoral juvenil.

Entre los 266 padres sinodales hay 50 cardenales, incluidos los españoles Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, nombrado por el Papa; Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, y Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, elegidos por los obispos españoles junto con Carlos Manuel Escribano Subías, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño. Hay también religiosas, religiosos y sacerdotes españoles en la secretaría del Sínodo.

A lo largo de tres semanas, los participantes deberán verter luz sobre un tema decisivo: el modo de llegar a los jóvenes y facilitarles el «discernimiento vocacional» entendido como las grandes opciones que toman para sus vidas, incluyendo actividades de servicio a los demás.

300 jóvenes de todo el mundo

El encuentro romano tiene gran envergadura, pues participan «pesos pesados» de las conferencias episcopales -incluidas las que están en crisis interna como la de Estados Unidos en estos momentos- así como los superiores de todas las ordenes religiosas que trabajan con la juventud como los jesuitas, salesianos, maristas, dominicos, etc.

Este Sínodo de Obispos es el primero que ha contado con una «reunión pre-sinodal» protagonizada por trescientos jóvenes de todo el mundo que el pasado mes de marzo abordaron con el Papa Francisco los temas «duros» como los abusos sexuales, el desempleo juvenil, las tendencias suicidas, la dependencia de drogas, etc.

El Papa les comentó que no se debe aislar ni proteger excesivamente a las vocaciones jóvenes pues «prefiero que un sacerdote o una religiosa pierdan la vocación a que se conviertan en enfermos. En algunos casos de abusos sexuales ha habido falta de maduración de la afectividad. ¡No sobreprotejáis!».

El documento de trabajo de 214 puntos que servirá como orden del día de los debates reconoce a la dificultad de muchas conferencias episcopales «para entender el contexto y la cultura en que viven los jóvenes», así como el fenómeno del «vuelco de la relación entre generaciones», con adultos menos maduros que antes que tienden a mirar a los jóvenes como referencia.

Aun así, el principal problema identificado en la fase preparatoria ya no es un «conflicto generacional» entre jóvenes y adultos «sino más bien la incomunicabilidad recíproca» -visible en muchas familias- con relaciones limitadas «a lo afectivo, sin tocar la dimensión educativa y cultural».

Lo más positivo, en cambio, es el deseo de espiritualidad, pues «los jóvenes católicos piden propuestas de oración y momentos sacramentales capaces de entrar en su vida cotidiana». Y, naturalmente, el deseo de servicio, que jóvenes y adultos deben aprender conjuntamente a encauzar. El Sínodo de los Jóvenes incluye la canonización de Pablo VI y del arzobispo Oscar Romero el domingo 14 de octubre.

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