Prostitución masculina: lo que Carmen Calvo no ve
Los prostitutos censuran el abandono y la desprotección de un Gobierno que ahora desenvaina la espada contra su medio de vida para ganar votos

«No podemos hacer un cliente con tapabocas». Ecuatoriano de 50 años, Luigi ejerce la prostitución desde hace más de dos décadas en algún rincón de Villaverde (Madrid). Es transformista y conoció a Juan Florián , bogotano de 38, en las acciones ... reivindicativas del sindicato Otras, que pretende conseguir derechos laborales para las personas que voluntariamente ejercen la prostitución en España, sin trata, chulos ni mafias del proxenetismo detrás. Eso sí, con una ‘nueva normalidad’ empeorada debido al Covid, relatan. Ambos se quejan del abandono y desprotección absoluta que han recibido por parte de las autoridades. Como denunciaron también sus compañeras, el cierre de los locales, el toque de queda y las restricciones sanitarias han asfixiado por completo sus opciones de tener clientela.
Los varones que ejercen la prostitución tiran a matar contra el proyecto anunciado recientemente por Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno que en su calidad de secretaria de Igualdad del PSOE reveló que en los últimos ocho meses ha tenido contactos con otros partidos y autonomías para culminar una ley abolicionista. La ‘ley Calvo’ sería el «remate» a su situación , que les abocaría a la desaparición, cuando no a ejercer en situaciones aún más clandestinas, denuncian los dos prostitutos a este diario.
En España, hasta el momento , la prostitución no está prohibida ni regulada , está en un limbo alegal . Es el tercer país que más consume estos servicios en el mundo, según Naciones Unidas, el primero en Europa en ratio de prostíbulos por habitantes y de acuerdo a un informe del Parlamento Europeo, el 90% de las mujeres están en el oficio dominadas por mafias, por lo que Calvo quiere transformar el país en uno abolicionista, es decir, centrado en medidas punitivas contra clientes y proxenetas, o lo que es lo mismo, contra «el sistema prostituyente» . Según afirmó Calvo en una entrevista en RNE el pasado mes de marzo, el proyecto está muy avanzado y pretende «salvar a las mujeres» de las garras de las redes de trata. Luigi y Juan se preguntan: «¿Y los hombres? ¿Y la voluntariedad? ¿De qué van a salvar a las meretrices, si a mujeres y a hombres no se les ha conseguido salvar en pandemia?». Luigi apostilla: « España se declara abolicionista pero erradica las ayudas de toda índole a los trabajadores sexuales . Nuevamente la prostitución masculina está invisibilizada, aún más que la femenina. Nuestros compañeros se han tenido que quedar en hostales, y en vista de que no los han podido pagar, se han buscado la vida en zonas de refugio, en albergues».
Desapercibidos
Las diferencias que establecen con sus homólogas varios rumanos que ejercen en Puerta del Sol, a plena luz del día, son varias. Las mujeres ocupan las calles, aunque parezca mentira es una prostitución más asumida, consideran. «Nosotros seguimos escondiéndonos en casas, aunque hoy estamos aquí porque no logramos hacer nada. Captar clientes para un hombre se traduce en usar aplicacones de citas y contactos . No suele hacerse con un anuncio en el parabrisas del coche», resume Florín, que no llega a la treintena. Luigi asiente en su conversación con ABC : «Pasamos desapercibidos, pero no es verdad que no existamos, ni seamos demandados por unos y por otras. Yo soy transformista y me muevo en los dos ámbitos. Cuando soy hombre, me reclaman, por lo general, más parejas para hacer tríos».

No existen muchos datos que maneje la Policía Nacional o el Gobierno de cuántos hombres ejercen trabajos sexuales en nuestro país actualmente. Fuentes judiciales consultadas por este periódico apuntan que «la mayor parte siguen siendo marroquíes, los rumanos serían la otra nacionalidad más numerosa. Son, sobre todo, lo que se conoce como ‘chaperos’ y la mayoría se anuncian en páginas de contactos y en aplicaciones gais. Apenas hay denuncias» de prostitución masculina o de violencia contra estos hombres. Un ejemplo en el que indagan estas fuentes se da en una de las web líderes en contactos –Pasion.com– donde los hombres ofrecen servicios de todo tipo por dinero.
«Hemos pasado de 6-7 clientes en una noche a uno», con suerte, se queja Florián, en conversación desde París, donde se encuentra. Ha ejercido en media Europa, también en España. En comunicación con prostitutos de toda Europa, la asociación Bad Boys de la que él es portavoz lamenta que ellos aún lo tienen peor. «Es el único trabajo del mundo donde los hombres cobramos menos que las mujeres por hacer lo mismo», dice. La pandemia ha afectado a nivel mundial a un negocio que movía en años anteriores a 2020 en torno a 4.000 millones de euros en España.
Subsistir en la era del Covid se ha convertido en un calvario para ellos, se ha reducido el flujo de clientes, ha precarizado el servicio y las condiciones son peores, ligadas a horarios específicos. «Muchos nos llegan a pedir que hagamos de camello y nos han puesto en riesgo. No soy un camello. Además, hemos temido ser vistos como un vector de contagio. El contacto es siempre con mascarilla. Los clientes ponen muchas pegas, lo cual choca con que ya había un sector que te pedía hacerlo sin preservativo», cuentan ambos hombres. Pero también ha servido para «amplificar un elemento revelador, la nula asistencia del Estado y la insolidaridad con el trabajo sexual». Más de la mitad de los prostitutos se han visto abocados a la mendicidad o a pasar hambre durante los confinamientos, consensúan.
Según la vicepresidenta del Gobierno, el 87% de las prostitutas piden que las «saquen de ese horror»
«Yo cobraba 150 euros por cliente y ahora menos de 65 en París», cifra el colombiano. Su asociación se formó en octubre del año del desastre, 2020, con una treintena de hombres. «La lista crece y vemos muchas nuevas problemáticas. Francia adoptó el modelo sueco y es un país abolicionista desde 2016. En estos 5 años hemos visto cómo penaliza a los clientes –que es un ‘animal’ y las prostitutas son castigadas por el abordaje–, pero no acaba con la violencia ni las malas condiciones laborales. Regular la forma en que se trabaja nos parece un modelo mejor, pero falta mucho en países como España, que sigue estigmatizando la prostitución y la masculina todavía más». «Se pueden poner nombres diferentes, pero no contemplan que para la prostitución voluntaria no existe la trata ni la esclavitud. Los países no quieren entrar en el meollo, abominan de los trabajadores autónomos de su cuerpo. No hay que abolir ni prohibir, sino regular nuestros derechos», espeta.

«Nos piden sacarlas de ahí»
El PSOE y una facción de Unidas Podemos preconizan esa línea abolicionista; otras facciones y ONG reclaman un modelo regulacionista para legalizar el trabajo sexual y que no se recluya en lugares recónditos fuera de la órbita policial donde se siga practicando. Luigi subraya: «A los hombres no se nos ha perseguido tanto, porque la violencia institucional es mayor en las mujeres, pero el mismo sistema patriarcal que las oprime no puede ser el altavoz de todos los trabajadores sexuales». Según Calvo, el 87% de las prostitutas piden al Gobierno que las saque «de ese horror, lo que pone de manifiesto que la prostitución no es una profesión, sino una situación de marginación trágica».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete