Portugal tumba la ley del cannabis con fines recreativos

Se mantiene el uso terapéutico, pero la izquierda radical fracasa en su intención de ir más allá

FRANCISCO CHACÓN

El Parlamento de Portugal ha tumbado el proyecto de ley para la legalización del cannabis con fines recreativos , según la doble propuesta presentada por el Bloco de Esquerda (lo más parecido a Podemos) y por el PAN (Personas, Animales, Naturaleza).

Los dos socios gubernamentales del Partido Socialista fracasan, por tanto, en su intención de ir más allá del uso terapéutico, que fue aprobado por la Asamblea de la República en junio del año pasado.

Los planes para extrapolar la utilización de la hierba sin límites obtuvieron los votos a favor de ambos grupos y de 25 diputados socialista, pero se encontraron con la oposición frontal de los comunistas (igualmente socios gubernamentales, aunque se trata de una fórmula peculiar que nada tiene que ver con una coalición), de ocho parlamentarios socialistas y de las dos formaciones conservadoras: PSD y CDS-PP.

El Bloco de Esquerda sabía que perdería la votación y urdió una maniobra para pedir el apoyo general y que posteriormente se modificase la ley . El partido liderado por Catarina Martins lleva más de seis meses batallando para poner sobre la mesa una propuesta de este tipo, incluso aunque el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, avisó de que «este tema no representa una prioridad para los portugueses».

El cánnabis con fines terapéuticos está autorizado en Portugal desde el comienzo del verano de 2018, sin olvidar que solo se hizo posible después de eliminar las referencias al autocultivo , que era lo que frenaba el respaldo de los comunistas.

El documento se trasladó a la comisión parlamentaria de Salud y, finalmente, las modificaciones surtieron efecto de manera plenamente aceptada, en vista de que no solo el bloque de la izquierda votó a favor, sino también los conservadores del PSD. Únicamente el CDS-PP se plantó en la abstención.

La norma establece que debe ser un médico quien prescriba este tipo de medicamentos o preparados a base de la planta del cánnabis: desde aceites hasta la flor deshidratada. Pero, eso sí, no como uso exclusivo, sino necesariamente combinado con otros métodos terapéuticos convencionales. Al mismo tiempo, se refuerza el papel de Infarmed, la agencia estatal de medicinas.

Los comunistas nunca se fiaron de que favorecer el autocultivo se convirtiera en la puerta de acceso para el uso recreativo de la marihuana. De modo que estaba claro su posicionamiento en esta segunda votación.

El recurso a desviar el proyecto hacia la Comisión de Salud del Parlamento luso se alzó como única tabla de salvación para evitar que fuese tumbado estrepitosamente. Se abrió así un periodo de reflexión que, de manera evidente, desembocaría en la eliminación de cualquier referencia a un hipotético autocultivo, toda vez que la postura de los comunistas podía ablandarse si desaparecía esa cláusula. Igualmente, se exigía la identificación y el registro tanto del doctor que llegue a realizar la prescripción en su día como del paciente.

El Ejecutivo socialista, por su parte, defendía que la utilización en sentido terapéutico es «una cuestión de salud y de humanidad». En cambio, el CDS-PP expresó que «no es serio hablar, en torno a este asunto, de una urgencia social que no existe». En cualquier caso, pasan los meses y el tema continua de plena actualidad en el país vecino… o, al menos, en eso se empeña la izquierda radical.

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