Portugal prohíbe los plásticos de un solo uso desde el 1 de julio

El país vecino crea un impuesto nuevo para los embalajes de comida y bebida para llevar

Playas con bandera negra en España

Un envoltorio de plástico es fotografiado en el fondo marino Efe
Francisco Chacón

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Portugal confirma que, a partir del 1 de julio, queda prohibida la venta de plásticos de un solo uso, que son los más contaminantes y los que más daño causan en los mares a los animales que se topan con ellos en su deambular sobre o dentro de las aguas.

Por tanto, las empresas ya van pensando en retirar de las estanterías de los supermercados esos platos, cubiertos, pajitas para beber o recipientes de poliestireno expandido para bebida o comida que tanto perjudican al medio ambiente.

Además, se anuncia para 2024 un nuevo impuesto para los embalajes de ‘take-away’, es decir, los alimentos para llevar. Una tasa que rondará los 40 céntimos de euro y contribuirá, sin duda, a que esos productos se encarezcan.

Son las consecuencias del ecologismo ‘obligatorio’ que imponen las huestes socialistas, cuya estrategia pasa por aplicar los impuestos a las empresas, que acaban trasladando el coste a los consumidores de a pie, ya de por sí ahogados a causa de todo tipo de tasas, tanto directas como indirectas.

Se convierte así Portugal en uno de los primeros países de la Unión Europea que aplica la directiva conjunta aprobada hace ya casi dos años y cuya puesta en marcha se vio frenada a causa de la irrupción de la pandemia del coronavirus.

Se abre, además, la guerra contra las botellas de agua y otras bebidas, pues o son reciclables o las compañías tendrán que buscar una alternativa. De hecho, pasará a ser de obligado cumplimiento que se recopilen aparte en los contenedores que jalonan las calles.

El impacto de la medida no solo rebajará la contaminación de estas características sino que se supone que redundará en una disminución de la muerte de ballenas, delfines y peces que ingieren inocentes estos plásticos.

Resultan preocupantes los datos que llegan desde los organismos competentes de la Unión Europea. Por ejemplo, lo s plásticos representan el 85% de la basura marina y solo un 30% se recogen para su reciclado.

Desde diferentes sectores (como la Fundación Ecomar en España), se impulsa la recogida de estos residuos tóxicos en las playas, donde se unen a la acción devastadora de las colillas de cigarros que inundan decenas de arenales (un filtro de tabaco tarda 12 años en desintegrarse).

Una comparativa demoledora según las investigaciones auspiciadas por la UE indica que en 1950 se producían dos millones de toneladas de plástico en todo el mundo, mientras que la cifra se disparó hasta los 380 millones en 2015.

La concienciación, en consecuencia, se erige en un instrumento fundamental para lograr los objetivos que pretende la Unión Europea en su papel de líder en esta lucha.

Debate

Pero la polémica está servida. ¿Por qué tiene que ser siempre el ciudadano común el que pague estas tasas cada vez más recurrentes? ¿La estrategia de gobernar socialista tiene como arma principal (por no decir única) la creación de más y nuevos impuestos? Y no hay caso más paradigmático que la gasolina ya que, de cada 20 euros con los que un portugués carga su depósito de combustible, 13 de ellos corresponden a impuestos sobrevenidos.

El mismo camino llevan todos los productos envueltos en plástico, en el seno de un país que, ciertamente, ha tomado una posición avanzada en todo lo concerniente a sostenibilidad.

Así, la energía sostenible encuentra un mayor desarrollo al otro lado de la frontera. Y la firma bandera EDP se destaca con especial énfasis, tal cual atestiguan dos actuaciones concretas por parte de una empresa que prevé abandonar la producción de carbón en 2025 y alcanzar el 100% verde en 2030.

Su apuesta por la energía eólica marina resulta apabullante y, después del mayor parque europeo de estas características frente a las costas gallegas, le tocará el turno a su primer proyecto similar en España, enclavado en Asturias, aunque todavía restan algunos flecos del plan por concretar.

Eso sí, su gran conquista en este sentido es ya una realidad muy cerca de Viana do Castelo, a solo 60 kilómetros de Galicia, en un punto geográfico donde la profundidad de las aguas excede los 50 metros.

Más de la mitad de la electricidad que produce esta firma bandera del ‘made in Portugal’ se genera ya a partir de las renovables, prueba de la concienciación adquirida por los sucesivos gobiernos, más allá de su signo ideológico. De Passos Coelho al propio Antonio Costa, hoy en el poder, el cambio de inquilino en el Palacio de S. Bento apenas se dejó sentir en las iniciativas de energía limpia, que se completan en la región del Algarve con la proliferación de paneles solares.

La eólica y la derivada del sol inundan precisamente el archipiélago de las Azores, donde se exprimen cada vez más ambas fórmulas para convertir en auténticos paraísos. Son diferentes muestras de que Portugal se ha tomado muy en serio su reconversión en país sostenible. Ahora la batalla del plástico se suma como un aspecto más.

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