Portugal elimina el toque de queda pero aplaza a septiembre la supresión de mascarilla obligatoria

El Gobierno luso presenta un plan completo de «alivio» de la situación, que se vincula al incremento del ritmo de las vacunas

Francisco Chacón

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Portugal pone fin al toque de queda desde este 1 de agosto, de modo que podrá circularse sin restricciones diariamente a partir de las 23.00 horas. Se abre así una fase de alivio en el «proceso de liberación de la sociedad y de la economía», de acuerdo con las palabras del primer ministro, Antonio Costa.

A diferencia de lo que ocurre en España, comienza a desplegarse así una fase enlazada con los índices de vacunación, clave para que se recobre la ‘normalidad’. Se prevé que el primer día de agosto arranque con un 57% de la población inmunizada , mientras que a primeros del mes siguiente el porcentaje alcanzará el 71% y el 1 de octubre será del 85%.

Por esta razón, la mascarilla continúa como obligatoria y solo dejará de serlo desde septiembre, puesto que antes se considera que puede entrañar riesgos quitársela. Lo mismo sucederá con la limitación de viajeros en los transportes públicos, aunque líneas como Lisboa-Sintra o Lisboa-Cascais venían mostrando una ocupación elevada en sus vagones.

En consecuencia, queda al descubierto la planificación de las autoridades lusas, entre otras razones porque los consejos de Ministros se celebran únicamente después de haberse reunido con la agencia estatal Infarmed.

No cambia nada, sin embargo, en relación a la exigencia de certificado digital de vacunación o test negativo en hoteles, gimnasios, termas, spas’, casinos y bingos, donde se pide cada día para quienes eligen alojamiento en Portugal . Entrar en el interior de los restaurantes implica mostrar algunos de esos documentos, pero únicamente los fines de semana.

Además, vuelve a permitirse el aforo en los acontecimientos deportivos, culturales o corporativos, aunque con unos topes máximos: 1.000 en un ambiente abierto y 500 para lugares cerrados.

Y por fin llegó el momento de que los restaurantes disfruten del valor de la libertad de horarios y puedan abrir hasta las 2 de la madrugada, con la obligatoriedad de presentar los fines de semana los papeles de que todo está en orden desde el punto de vista sanitario.

El comercio, que estaba abriendo hasta las 21.00 de lunes a viernes y hasta las 19.00 los sábados y domingos, deja de tener este corsé horario que tanto incomodaba a los clientes.

Los planes establecen que en octubre se iniciará la etapa más ambiciosa del desconfinamiento, sin ningún tipo de restricción en cuanto al aforo y las condiciones. En cualquier caso, está claro que la presentación de un certificado ha desembarcado para quedarse porque será el salvoconducto para que la sociedad recupere su pulso.

Portugal es consciente de que la cuarta ola del coronavirus, marcada por la intensidad de la variante delta se traduce en un repunte de los contagios, pero siempre sin perder la perspectiva de que la vacunación ha hecho retroceder los índices de gravedad y mortalidad, pues basta mirar atrás a la tercera ola para valorar la diferencia: en enero y febrero pasados, las embestidas representaban una media superior a las 250 defunciones diarias.

Era justo cuando la frontera lusoespañola tuvo que cerrarse a lo largo de sus 1.214 kilómetros y cuando una regla comenzó a atormentar a los portugueses: la clausura de los supermercados a las 13.00 horas los fines de semana. Ni hosteleros ni visitantes terminaban de ver lo positivo de semejante determinación, pues al faltar cinco minutos para ese instante ya no quedaba más remedio que enfilar para los respectivos domicilios.

Se extendió el escepticismo y se dio la mano con el descontento, todo lo contrario que en el panorama actual, definido por un desconfinamiento realmente escalonado, nada que ver con las divergencias autonómicas que se han visto en España.

Lo que está claro es que una de las normas más visibles, la que se traduce en llevar siempre la mascarilla cuando se sale de casa, no ha sido nunca un axioma a rajatabla en Portugal y, de hecho, las fuerzas de seguridad no solían actuar en caso de que se detectara incumplimiento.

Otra cuestión es la apuesta por el teletrabajo. Ahí sí se aplicaba una obligatoriedad estricta, tal vez porque los ciudadanos comenzaron a quejarse sobre el aforo sobrepasado en los medios de transporte. Ahí fue cuando el Gobierno de Antonio Costa tomó conciencia, tal cual se refrenda hoy.

En teoría, las empresas de las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto podrán volver a alternar las labores presenciales con las funciones desempeñadas online , para que los empleados no permanezcan expuestos al virus de forma constante. Eso sí, tendencia al trabajo en casa, en la medida de lo posible, parece haberse instalado definitivamente, al menos en determinados sectores.

Cuando arranque la Liga de fútbol, se permitirá como mínimo un 50% de público en las gradas, algo que aliviará las cuentas de los clubes, muy preocupados por el descenso de ingresos que han significado los estadios-fantasma de todos estos meses. Pero, ¿qué pasará si surge una nueva variante, como prevén algunas voces? Las incógnitas no han desaparecido.

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