Polémica en Portugal por la apertura de las terrazas solo hasta las 13 horas los fines de semana
Después de estar cerradas todo el invierno, podrán abrir de lunes a viernes hasta las 22.30 horas
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«¡Por fin!», es la exclamación que circulaba de boca en boca (o de red social en red social) entre los portugueses al verificar que la segunda fase del desconfinamiento se traduce en una verdadera explosión de terrazas abiertas.
Durante todo el invierno, las ‘explanadas ’ (como se dice en el país vecino) han permanecido cerradas a cal y canto . Cierto que coincidía con el periodo más frío, pero era una de las medidas que contribuía a hacer de las principales ciudades auténticas urbes fantasma.
Bastaba salir a la calle en Lisboa, Oporto, Braga o Faro para comprobarlo, para sentir el desaliento de la melancolía extrema por esas cuestas donde no había ni un alma y solo el maullido de algún gato descarriado rompía el silencio.
Ahora no es que el bullicio se multiplique de repente, pero dar un paseo por la capital vuelve a insuflar vida en plena pandemia, después de dos meses muy duros en Portugal.
Las mesas, eso sí, tienen una limitación numérica que se reduce a cuatro personas y, obviamente, los horarios no están en absoluto desbocados, pues de lunes a viernes ha de cerrarse a las 22.30 horas.
Pero el detalle polémico acecha cuando se revisan las normas que deben regir los fines de semana, puesto que solo se permite a las terrazas abrir hasta las 13.00 horas los sábados, domingos y festivos.
Muchos portugueses se han quedado boquiabiertos con la decisión anunciada por el primer ministro socialista, Antonio Costa. ¿Tiene sentido desplegar toda la parafernalia oportuna para atraer a la gente a desayunar e inmediatamente meter prisa a los clientes porque se echa encima el momento de la clausura? Las opiniones se enconan y no son precisamente legión los portugueses que comprenden y aceptan de buen grado el nuevo propósito.
Pero así es, y la llegada del tiempo no hará más que acrecentar la frustración de los ciudadanos, ansiosos por encontrar válvulas de escape después de unos meses invernales a merced del viento y la lluvia como escasas alternativas al confinamiento en casa.
Ni hosteleros ni visitantes (lugareños, en su gran mayoría) terminan de ver lo positivo de semejante determinación, de modo que a cinco minutos de las 13.00 horas no queda más remedio que enfilar para los respectivos domicilios.
«En serio, no entendemos nada. Durante todo el invierno han estado los bares y hasta los supermercados a esa hora los fines de semana… y la situación no hizo más que ir a peor» , dice en la televisión un camarero visiblemente enojado.
Sus palabras resultan paradigmáticas de lo que se ha extendido en pocas horas: un escepticismo que se ha dado la mano con el descontento para hacer que Antonio Costa pase por uno de sus más bajos momentos de popularidad.
También han reabierto las escuelas de segundo y tercer ciclo, así como los gimnasios y peluquerías, unos servicios que muchas personas consideran como esenciales.
Abren museos y galerías
Otra de las medidas más evidentes de que algo se mueve y puede comenzar a cambiar es que, por primera vez en todos estos meses, los amantes del arte podrán acudir a museos y galerías para ver exposiciones como las que presentan la Fundación Gulbenkian de Lisboa, que reivindica la figura de René Lalique y sus creaciones en vidrio, o el Museo Serralves de Oporto, donde se exhibe una retrospectiva de Louise Bourgeois. También el Centro Cultural de Cascais se suma con una magnífica muestra dedicada a la mítica fotógrafa Vivian Maier.
Se da la circunstancia de que Portugal, que en su día integró la ‘lista negra’ del Reino Unido, sigue apostando por la cancelación de vuelos de y para el Reino Unido. De hecho, esa es la razón por la cual los partidos Oporto-Chelsea y Chelsea-Oporto, correspondientes a los Cuartos de Final de la Champions League, se disputarán en Sevilla.
Por supuesto que es obligatoria la mascarilla, pero cada vez resulta más fácil ver a personas que no la llevan, debido a que aumenta el hartazgo mientras transcurre el tiempo de pandemia.
Donde no hay medidas de relajamiento es en la prohibición de beber alcohol en plena calle, pues quedó completamente descartada la venta a partir de las 20.00 horas, excepto en los restaurantes y locales que despachan comida.
Además, las empresas de las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto deberán alternar las labores presenciales con el teletrabajo, para que los empleados no permanezcan expuestos al virus de forma constante. Con más tendencia al trabajo en casa, en la medida de lo posible. También habrán de organizarse los turnos escalonadamente, de manera que ni todas las entradas ni todas las salidas se produzcan a la vez.
Los acontecimientos deportivos , del género que sean, continuarán celebrándose a puerta cerrada, tal cual evidencia la final de la Copa de Portugal, señalada para el próximo día 23 de mayo entre el Benfica y el Sporting Braga.
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