Polémica en Oporto por una instalación para ahuyentar a los vagabundos
Las organizaciones humanitarias muestran su indignación por la medida en la segunda ciudad de Portugal
La Asociación de Comerciantes de Oporto ha desatado la polémica en la segunda ciudad más importante de Portugal al promover la instalación de un ‘jardín de maceteros’ en la céntrica Plaza de la República con el objetivo de ahuyentar a las personas sin hogar.
Hasta ahora, los soportales que enmarcan una sucesión de establecimientos comerciales se llenaban de vagabundos en las horas nocturnas , en vista de que el rincón les permitía resguardarse de las inclemencias temporales, especialmente cuando los termómetros descienden de manera acusada y el viento arrecia.
Pero ya no podrán dirigirse a este refugio , en vista de que los dueños de las tiendas estaban hartos de encontrar una fila de sacos de dormir a las puertas y han pasado a la ‘acción’.
La solución encontrada resulta muy estética, pues las flores de diversos colores salpican el entorno, pero ya ha levantado las protestas de diversas organizaciones humanitarias. Por ejemplo, el colectivo CASA se ha dirigido al Ayuntamiento (ubicado en la cercana Avenida de los Aliados) para expresar sus quejas al respecto.
Entre sus argumentos, destacan que los comerciantes «han optado por una vía de expulsión y no de inclusión », al tiempo que claman por «priorizar la dignidad humana» y no unos adornos urbanos que consideran superfluos e innecesarios.
«Esto es una triste historia», escribe la asociación liderada por Pedro Pedrosa a través de su página de Facebook. Y añade: «Si las personas sin hogar iban a ese sitio, es porque allí encontraban cobijo y podían llevar mejor el frío de la noche . Por eso, queremos hacer un llamamiento para que se reconduzca la situación porque pensamos que se ha tomado una decisión que va claramente en conta de la solidaridad humana».
La ubicación exacta se circunscribe a la franja comprendida entre los números 12 y 18 de la Plaza de la República , donde se juntaban para dormir hasta 20 personas y donde hoy ese lugar ha pasado a estar ocupado por unos 30 maceteros.
Fueron los comerciantes más cercanos quienes tuvieron semejante ocurrencia, y no han parado hasta ponerla en marcha.
Reacciones
Han transcurrido solo unos días desde la instalación, pero las reacciones no dejan de extenderse a lo largo de las redes sociales y las emisoras de radio locales.
Una de las voces más beligerantes contra la presencia de las personas sin recursos era un tendero chino llamado Zhe Zheng, quien dijo en un periódico portugués: « Se ponían a comer allí mismo y producían basura. Además, también consumían droga».
«Cuando nos planteamos remodelar la tienda, estuvimos hablando con ellos. Queríamos que nos escucharan, que comprendieran que no podían seguir viniendo a dormir ahí. Pero no nos hicieron caso, en absoluto», prosiguió.
El caso es que ellos movilizaron al resto de los comerciantes, quienes consultaron con los propietarios de los domicilios particulares del lugar antes de tomar una decisión. Estos últimos dieron luz verde a la solución hallada, aunque ninguno creía que se iba a generar tanta controversia.
Las calles de Oporto están aún más llenas de mendigos que las de Lisboa, como puede comprobarse con un simple paseo nocturno por los alrededores de la Estación de Sao Bento y por la Plaza de la Batalla, donde la degradación urbana resulta evidente y quienes habitan en la zona llegan a sentir miedo, incluso tratándose de áreas muy céntricas de la capital del vino.
Altas cifras de personas sin hogar
El presidente de la República de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ya ha mostrado en varias ocasiones su preocupación por las altas cifras de personas sin hogar, algo que le ha hecho recorrer los albergues de madrugada más de una vez. Un gesto que ha despertado la admiración de muchos de sus compatriotas porque demuestra que el inquilino del Palacio de Belém no desea perder el contacto con la realidad, por dura que sea.
Hace tan solo dos semanas que Rebelo de Sousa se personó en estas tareas, y no titubeó a la hora de repartir fruta entre los desprotegidos que se le cruzaban por el camino y que no daban crédito a lo que veían sus ojos.
La indignación del colectivo CASA se materializa meses después de que un asunto similar saltara al primer plano en la capital del país vecino. Y es que diversos medios locales denunciaron que bancos y comercios de Lisboa se estaban dedicando a colocar barreras o pinchos ante sus portales con tal de disuadir a la legión de ‘sin techo’.
La citada organización lleva años nutriéndose de la labor realizada por un grupo de voluntarios, tal cual puede verse varias tardes a la semana en la entrada principal del Teatro Nacional D. María II o en la Estación de Santa Apolonia. Su iniciativa, totalmente altruista, alivia a numerosos hombres, mujeres y niños que no tienen ni para comer y malviven en medio del abandono y de la humedad que les hiela los huesos.
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