El peligro del moralismo
El escándalo de los escándalos es hundir a la Iglesia en el moralismo
Esta semana el Papa Francisco se ha reunido con la cúpula de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. Allí no estaba el obispo auxiliar de los Ángeles, monseñor Robert Barron. Es demasiado joven y lleva demasiado poco tiempo como para pertenecer a ese órgano ejecutivo. Sin embargo, es el obispo de lengua inglesa con más seguidores en redes sociales. Sus vídeos en YouTube suman más de 20 millones de visitas y cada vez que sube uno congrega a más de 30.000 usuarios. Es el obispo en el siglo XXI que representa lo que Fulton Sheen fue para el siglo XX. Es un obispo teólogo, formado en Washington y París, que se considera posprogresista y que apuesta por la belleza como vía de presentación del Evangelio. Es un obispo al que le encanta dialogar con los alejados de la fe, como ocurrió con su debate con el líder youtuber Dave Rubin. Es un obispo empeñado en agitar las conciencias de un catolicismo aguado con su movimiento «El mundo en llamas». Es un obispo que no se esconde de los temas polémicos, al que le gusta hablar claro.
Monseñor Robert Barron, que fue rector del seminario de Mundelein en Chicago, confiesa que toda su vida como sacerdote ha transcurrido bajo la sombra del escándalo por los abusos sexuales. «Dentro de mil años, a las cruzadas y la caza de brujas, añadirán los abusos sexuales. Ya he dicho alguna vez que esta es, desde luego, la peor crisis en la historia de la Iglesia en Estados Unidos y una de las peores en toda la historia de la Iglesia universal».
La lectura de la fascinante conversación del periodista John L. Allen con monseñor Barron, «Encender el fuego en la tierra»(editorial Palabra), me ha hecho pensar en el escándalo de los escándalos: hundir a la Iglesia en el moralismo. Conseguir que ya no hable de Jesucristo por estar instalada en la línea defensiva, paralizada por las luchas internas, enrocada en las trampas de unos contra otros, atenazada por el miedo y vacía de esa presencia inquietante y reconfortante que debe hacer presente a todas las generaciones.