¿Qué pasará cuando los gases emitidos por el volcán se encuentren con la Dana en la Península?

Los restos liberados por la erupción en La Palma podrían modificar ligeramente el ph de la lluvia aunque sin suponer ningún riesgo para la salud o medio ambiente

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Nieves Mira

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Tres días después de que el volcán de Cumbre Vieja en la Palma entrara en erupción, los gases que ha expulsado hasta el momento ya se extienden por la atmósfera. El pasado miércoles llegaron a la Península, aunque en baja concentración , por la Región de Murcia, de acuerdo con el Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) de la Unión Europea y se trasladarán estos días por el norte de África. Cubrirán fundamentalmente el Sáhara Occidental, Marruecos, Argelia, Libia y Egipto y llegarán a Baleares, sur de Francia, Córcega, Cerdeña, sur de Italia y Sicilia, donde a su vez el volcán Etna entró el pasado martes en erupción .

A pesar de esta expansión, los expertos insisten en que no es peligroso para la salud y que aunque llueva como consecuencia de la DANA que acecha estos días la Península, estas precipitaciones no serán corrosivas sino que modificarán ligeramente su pH para hacerlas algo más ácidas. «El principal peligro, el de la lluvia ácida , no se plantea tanto en la Península como en Canarias», cuenta a ABC José Miguel Viñas , meteorólogo y portavoz de Meteored. Pero en el archipiélago, los vientos alisios que se registran esta semana no favorecerán los procesos de precipitación.

Tras la erupción, además del vapor de agua liberado, han saltado a la atmósfera otros gases como el dióxido de carbono, dióxido de azufre (SO2), sulfuro de hidrógeno y haluros de hidrógeno. El dióxido de azufre del que alerta el sistema de vigilancia europeo es un gas incoloro con un olor acre que irrita la piel y los tejidos y las membranas mucosas de los ojos, la nariz y la garganta. Según confirma a ABC Mar Gómez, meteoróloga de eltiempo.es, los modelos de predicción atmosférica apuntan a que habrá un transporte de este gas hacia el sureste peninsular y las Islas Baleares y, en menor medida, hasta Cataluña, pero «las concentraciones no serán demasiado importantes ni perjudiciales para la salud». Esto se debe a que una vez agregados a la atmósfera, el material se va dispersando aunque se integre con las corrientes.

En esta línea, el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rubén del Campo, ha dicho este jueves que, según el modelo de dispersión de contaminantes Mocage -empleado por esta agencia-, no se ha producido una «llegada significativa» de sustancias procedentes del foco eruptivo a la península. « Queda descartada la ocurrencia de lluvia ácida en el entorno de la Península y Baleares», ha añadido.

Un penacho de 5 km

Así, es «probable que en las precipitaciones que se produzcan en las próximas horas en algunos puntos de la Península, la lluvia sea ligeramente más ácida de lo habitual, con un pH más bajo», aunque Gómez reitera que no existe «ningún riesgo para la salud» y tampoco debería preocupar «la concentración atmosférica en los niveles cercanos a la superficie». Habría que alertarse, por ejemplo, si estas lluvias ácidas se prolongaran en el tiempo, cuando, entonces sí, podrían alterar química y biológicamente ecosistemas, vegetación y materiales expuestos.

Por otra parte, los expertos coinciden en que «es exagerado hablar de que una nube volcánica atraviesa la atmósfera», explica Viñas, ya que lo correcto sería aludir con esa denominación al penacho o columna de humo que cubre el volcán. Desde Copernicus prevén que esta columna de humo, gases y ceniza alcance una altura máxima de 5 kilómetros en la 'isla bonita'. La altura no puede apreciarse en la previsión de la columna total de dióxido de azufre, pero resulta visible en las previsiones a diferentes altitudes, resalta en un comunicado Mark Parrington , científico sénior del servicio.

No obstante, apunta que las repercusiones que el dióxido de azufre liberado por el volcán tendrá sobre las condiciones meteorológicas y la calidad del aire en la superficie serán con toda probabilidad muy reducida s. La mayoría del SO2 emitido se encuentra en capas muy superiores de la atmósfera, especialmente conforme se aleja de la fuente, y cabe la posibilidad de que solo pueda apreciarse en forma de ligera neblina en el cielo.

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