Proyecto Repara, una iniciativa pionera
«Para muchas víctimas de abuso ha sido un alivio encontrar un sitio donde les escuchan»
La mayoría de los casos que atiende la diócesis de Madrid se han producido en el ámbito familiar o civil
Desde hace más de seis meses la diócesis de Madrid cuenta con un centro para atender y acompañar a todas las víctimas de abuso. El proyecto, denominado «Repara» , es un acrónimo a partir de los términos «reconocimiento, prevención, atención y reparación» . Se trata de un centro pionero dentro de la Iglesia, ya que su principal novedad es que presta una atención abierta a cualquier persona que haya sido víctima de cualquier tipo de abuso, con independencia de quién haya sido el agresor y de si pertenece o no a la Iglesia católica.
Desde su apertura el pasado mes de enero y pese al estado de alarma, este proyecto ha conseguido atender 21 casos. Dicesiséis de ellos se han producido en el ámbito intrafamiliar o civil y 12 en el ámbito eclesial. De los doce casos vinculados a la Iglesia, ocho fueron abuso sexual (de los cuales solo uno no ha prescrito) y el resto (cuatro) estaban relacionados con abusos de autoridad y de conciencia. Además el 50% de todas estas denuncias se produjeron fuera de la diócesis de Madrid pero se atendieron en este centro porque las personas que sufrieron los abusos residen ahora en la capital.
Seguir adelante
«Para muchas víctimas de abuso ha sido un alivio encontrar un sitio donde les escuchan, donde les van a entender», asegura Valentín Rodil, uno de los psicólogos del proyecto Repara . Para este experto en duelo, este centro en el que trabajan veinte personas —entre psicólogos, juristas y canonistas— «es una apuesta bien hecha» porque «procura que las víctimas realicen un proceso que les permita seguir adelante con sus vidas» . Para ello, este equipo ha puesto en marcha grupos de apoyo, además de las sesiones terapéuticas individuales. «Esto facilita que las personas saquen muchas cosas a la luz y que puedan ayudar a otros. Desde que hemos puesto en marcha estos grupos de resignificación el grado de motivación es superalto», asegura Rodil.
El centro que funciona en un espacio propio fuera de la Curia, —en la primera planta de la madrileña calle Santa Hortensia— tiene muchos retos por delante. Sobre todo la concienciación social. «Con este artículo va haber gente que va a volver la página. La concienciación depende de que la gente quiera también ver lo que sucede y que no pase como con la pademia del Covid-19. Si no te ha tocado no ha habido pandemia. Esto es algo parecido», afirma.
«Si vinieran niños víctimas de abuso sería más fácil porque querría decir que un adulto les creyó»
Esa mayor concienciación pública ayudaría a las famillias y a la sociedad a estar más alerta sobre las señales que lanza un menor cuando es víctima de abuso: cambios repentinos en el cáracter, comportamiento más taciturno, pesadillas nocturnas, intentos de llamar la atención, etc. «Si vinieran niños aquí sería más fácil porque querría decir que un adulto les creyó. Si un adulto les ha creído ya está hecho. Ha habido algo que va a cambiar una situación que podría ser tremendamente irreversible», asegura Ordil, quien insiste en que si un niño es víctima de abuso es mejor que reciba atención cuanto antes porque si espera a los 50 años «seguramente pida ayuda después de dos divorcios».
Sin suficientes datos
La mayoría de las personas que acuden a este centro son mujeres entre los 30 y los 40 años. El delito generalmente ya ha prescrito en la mayoría de los casos y las personas han procurado vivir «como si no hubiera ocurrido nada». Pero nunca funciona. «De repente estas personas están en el cine o en una fiesta y un solo gesto les recuerda lo ocurrido y su intento de taparlo todo salta por los aires. El querer ocultar lo sucedido forma parte además del círculo del maltrato y del abuso porque el agresor vive del secreto», asegura.
Para el coordinador de este proyecto, el profesor Miguel García-Baró, la pederastia es un fenómeno sobre el que no hay aún suficientes datos. «A día de hoy no sabemos sobre qué fondo nos movemos», señala. Tal es así que con la apertura de este centro el equipo pensó que se iba a producir una avalancha de denuncias, pero la realidad ha sido bien distinta. El estado de alarma y el estricto confinamiento pudo haber frenado las consultas, pero García Baró confía en que el próximo otoño «se pueda ver lo que realmente ocurre».
Un proyecto abierto
En este primer semestre de trabajo lo que más ha llamado la atención a este profesor de Filosofía son los abusos de poder y de conciencia que se dan en los ámbitos eclesiásticos. «Ocurre más de lo que se podría en principio pensar. Una autoridad eclesiástica que ha producido un lío en un matrimonio o un problema muy grande en un monasterio o un convento. Ese tipo de cosas se dan», señala.
Además de la buena acogida que ha tenido el proyecto Repara en la sociedad, el profesor en la Universidad Pontificia Comillas destaca la notable recuperación que han logrado algunas de las víctimas. «Ha habido personas que nos han dicho “por primera vez me hacen caso”, “se me escucha en serio”, “se ponen ustedes en la piel de las víctimas”. Eso ha sido reconfortante porque podía esperarse cierto rechazo de algunas personas que considerasen que la Iglesia es culpable o responsable de estos delitos , pero la gente ha percibido muy bien de lo que se trata este centro: una iniciativa muy abierta a toda clase de abusos y a toda la sociedad».