El Papa y el Gran Ayatola Al Sistani sellan un pacto de amistad entre cristianos y chiíes
El encuentro, en su modesta casa de Nayaf, es la mejor protección de los cristianos frente a los fanáticos residuales
Una conversación de 45 minutos en una habitación austera de una casa modesta semiescondida en una callejuela de Najaf ha permitido al Papa Francisco y al Gran Ayatola Alí Al Sistani sellar este sábado un pacto de amistad sin precedentes entre cristianos y chiíes que se traduce en una protección instantánea de la minoría cristiana en Irak y otros países de Oriente Medio.
La retransmisión en directo de la visita del Papa por la televisión iraquí y la fotografía de los dos lideres espirituales conversando en una esquina de la sala de visitas de Al Sistani –enormemente selectivo a la hora de recibir huéspedes de alto nivel–, son más poderosas que cualquier declaración escrita que, en este caso, no estaba prevista. El encuentro es el mensaje.
Los musulmanes chiíes suponen el 60 por ciento de la población de Irak, pero las enseñanzas espirituales de Al Sistani son seguidas por buena parte de la comunidad dispersa por el mundo.
Muchos chiíes prefieren la línea de moderación y respeto a las competencias civiles del estado que difunde la Hawza –el centro de enseñanza islámica de Nayaf, con escuelas dispersas en muchas ciudades– frente a la teocracia intolerante de la escuela de Qom en Irán, un país donde los clérigos mantienen de modo sofocante la última palabra en materias de política.
Normalmente, Al Sistani, de 90 años, se limita a esperar a sus huéspedes en la sala de estar, pero en este caso su propio hijo Mohammed Rida estaba en la puerta para recibir al Papa y llevarle hasta a su padre.
A la llegada de Francisco, los anfitriones liberaron palomas blancas como símbolo de paz y gesto de bienvenida .
Además de un traductor, acompañaban al Santo Padre los cardenales Louis Sako, Patriarca de los Caldeos, y Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. El encuentro ha durado 20 minutos más de los 25 previstos.
Según el portavoz del Vaticano, «el Santo Padre ha resaltado la importancia de la colaboración y de la amistad entre las comunidades religiosas para que, cultivando el respeto recíproco y el diálogo, se contribuya al bien de Irak, de la región y de toda la humanidad».
Matteo Bruni ha añadido que «el encuentro ha servido al Papa para agradecer al Gran AyatoláAl-Sistani que, junto a la comunidad chií y frente a la violencia y a las grandes dificultades de los últimos años, haya levantado su voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando la sacralidad de la vida humana y la importancia de la unidad del pueblo iraquí».
Y también que, al despedirse del Gran Ayatola, «el Santo Padre ha reiterado su oración a Dios, Creador de todos, por un futuro de paz y de fraternidad para la amada tierra iraquí, para Oriente Medio y para el mundo entero».
Por su parte, un comunicado del líder religioso chií añade que Al-Sistani ha comentado que «los cristianos deben vivir en seguridad y en paz, con plenos derechos constitucionales, como todos los iraquíes», y ha subrayado «el papel de las autoridades religiosas para protegerles a ellos y a todos los que han sufrido daños por los acontecimientos de los últimos años».
El texto señala que el Gran Ayatolá agradece la visita de Francisco y desea felicidad tanto al Papa como a los seguidores de la Iglesia católica.
A continuación el Papa se ha dirigido al aeropuerto de Nayaf para emprender vuelo a Ur de Caldea, donde casi un centenar de líderes espirituales le estaban esperando frente al famoso zigurat para celebrar el histórico primer encuentro de las grandes religiones en la ciudad natal de Abraham.