El Papa urge «que se rechace todo tipo de violencia» en Venezuela

Agradece en Colombia la acogida a refugiados venezolanos

El Papa Francisco junto al arzobispo de Cartagena, Jorge Enrique Jimenez Reuters
Juan Vicente Boo

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Por tercera vez en su viaje a Colombia , el Papa Francisco ha manifestado el domingo su preocupación por la grave crisis de Venezuela, sentida de modo especial en este país que está recibiendo decenas de miles de refugiados a través de la larga frontera común y que proporciona cada día medicinas y productos de primera necesidad imposibles de encontrar en Venezuela.

Desde la iglesia de San Pedro Claver, pionero de la ayuda a los esclavos negros, el Santo Padre ha expresado «mi cercanía a cada uno de los hijos e hijas de esa amada nación, como también a los que han encontrado en esta tierra colombiana un lugar de acogida».

Haciendo una referencia al simbolismo internacional de Cartagena de Indias, el Santo Padre ha añadido que «desde esta ciudad, sede de los derechos humanos, hago un llamamiento para que se rechace todo tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y afecta a todos, especialmente a los más pobres y desfavorecidos de la sociedad».

El Papa había pedido oraciones por Venezuela el pasado miércoles en su saludo a los periodistas que le acompañaban en el vuelo a Bogotá. Unas horas después, aseguró de nuevo sus oraciones por Venezuela en un telegrama al presidente Nicolás Maduro al sobrevolar el país.

Aunque el protagonismo de este viaje corresponde a Colombia, el Santo Padre volvió a tener otro detalle de atención con Venezuela saludando brevemente a dos cardenales y tres obispos de ese país el jueves en Bogotá al término de la misa celebrada para un millón trescientas mil personas en el parque Simón Bolívar.

Lucha contra la esclavitud

Desde la iglesia en la que san Pedro Claver dedicó la mayor parte de su vida a ayudar a los esclavos africanos, el Papa Francisco ha denunciado el domingo que «todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos».

Era una referencia a la esclavitud contemporánea en la prostitución forzada, el trabajo infantil o trabajos agrícolas y mineros desempeñados por inmigrantes en condiciones peligrosas.

La bellísima ciudad colonial de Cartagena de Indias, que ha recibido al Papa en sus calles con un desbordante calor popular, es un símbolo internacional de los derechos humanos y la lucha contra la esclavitud.

A su llegada al aeropuerto, Francisco fue recibido por 300 jóvenes que realizaron una coreografía inspirada en la dignidad de la persona. Poco después, al llegar a la iglesia de san Pedro Claver, le estaban esperando 300 afroamericanos que reciben ayuda de la comunidad de Jesuitas, a la que pertenecía el santo.

«Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos»

A pesar de que –intentando saludar a un chiquillo- se había dado un golpe contra el parabrisas del «papamóvil», que le abrió una ceja y le hinchó un pómulo, la emoción de Francisco en ese momento se debía sobre todo a la presencia masiva de gente humilde que le vitoreaba por las calles y a su visita a una heroína de la caridad en un barrio pobre.

En el atrio de la iglesia de san Pedro Claver, el Santo Padre ha contado que venía de visitar la sede del fututo centro «Talitha Kum» para el rescate de prostitutas forzadas, y «la casa de la señora Lorenza, donde acoge cada día a muchos hermanos y hermanas nuestras para darles comida y cariño. Esos encuentros me han hecho mucho bien».

Francisco hizo notar que «en esta iglesia le rezaremos a María, que se llamó a sí misma ‘la esclava del Señor’, y a san Pedro Claver, que se hizo llamar ‘esclavo de los negros para siempre’ desde el día de su profesión religiosa solemne».

El jesuita español «esperaba las naves que llegaban desde África al principal mercado de esclavos del Nuevo Mundo» y les manifestaba aprecio ofreciéndoles fruta fresca y bajando a las bodegas malolientes para saludarles por gestos ante la imposibilidad de comunicarse en su idioma.

Naturalmente, su actividad molestaba a algunos, y el Papa ha recordado que Pedro Claver sufrió «duras críticas y una pertinaz oposición por parte de quienes temían que su ministerio socavase el lucrativo comercio de los esclavos».

El Santo Padre está conmovido por el cariño de los colombianos hasta el punto que decidió realizar en «papamóvil» el último trayecto desde la nunciatura de Bogotá al aeropuerto para que pudiese verle más gente.

La respuesta de los bogotanos fue espectacular. Camino del aeropuerto cientos de miles de personas le dieron un adiós como los que san Juan Pablo II recibía en México.

El número de asistentes a la misa en Bogotá el jueves y a la de Medellín el sábado superó el millón de personas, mientras que, en Villavicencio, una localidad menor, habían sido cuatrocientas mil a pesar de la lluvia antes de cada ceremonia.

El último mensaje del Papa a Colombia, reservado para la misa en el puerto de contenedores –hacia la medianoche hora española- es un llamamiento a la reconciliación y a la paz. A dar un paso hacia el futuro.

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