El Papa, al regreso de Irak: «Viajé conociendo los riesgos. Ha sido como salir de la prisión»
Un Francisco agotado pero feliz explica su viaje y confiesa que lo que más le conmovió fue el testimonio de una madre que perdonó la muerte de su hijo
Un Papa Francisco agotado, pero feliz ha confesado a los periodistas durante el vuelo de regreso a Roma este lunes que «viajé a Irak conociendo los riesgos pero, tras rezarlo mucho, tomé la decisión libremente. Ha sido como salir de la prisión » de no realizar viajes en quince meses y no poder recibir fieles en las audiencias generales.
Ha comentado también que « no me imaginaba las ruinas de Mosul; me quedé sin palabras», a pesar de que había leído un libro y había leído también el escrito por la Premio Nobel de la Paz en 2018, Nadia Murad.
Aun así, «lo que más me conmovió fue el testimonio de una madre en Qaraqosh. Una mujer, que perdió a su hijo en los primeros bombardeos en 2014, y dijo una palabra: ‘Perdón, yo los perdono’. Y pide perdón para ellos».
Según el Santo Padre, «esta palabra –‘perdón’- la hemos perdido. Sabemos condenar a lo grande, y yo el primero. Tenemos que perdonar. Esto fue lo que más me impactó en Qaraqosh». Doha Sabah Abdallah, que es cristiana, le ha confirmado que «las mujeres tienen mas coraje que los hombres, y esto es verdad».
Al mismo tiempo ha recordado «algo que me vino a la mente al ver aquella iglesia en Mosul. ¿ Quién vende las armas a estos destructores ? Porque las armas no las hacen ellos en casa. ¿Quién vende las armas? ¿Quién es el responsable? Yo pediría a los que venden las armas que tengan, al menos, la sinceridad de decir: 'nosotros vendemos las armas'».
Refiriéndose a un documento del ISIS que le había entregado la corresponsal de COPE, Eva Fernández, en el vuelo de ida, Francisco ha comentado que «una de ustedes me hizo ver la lista de precios de las mujeres. No lo podía creer. Las mujeres se venden. Se esclavizan».
Mujeres
Por desgracia, el problema es más extenso pues la prostitución esclava se da «también en el centro de Roma. El trabajo contra la trata de personas es una tarea de todos los días. En el Jubileo de la Misericordia fui a visitar un centro de acogida. Una chica con la oreja cortada porque no quiso ceder… Otra, traído de Bratislava, en el baúl de un auto, secuestrada...».
Francisco ha insistido en que, aparte de casos extremos como la mutilación genital en África, « las mujeres todavía son esclavas , y tenemos que luchar por la dignidad de las mujeres. Son las que llevan a delante la historia. No es una exageración. Las mujeres llevan adelante la historia. Y no es una felicitación hoy en el Día de la Mujer. Es así».
Entre los motivos que le han impulsado a viajar a Irak , ha mencionado la lectura del libro «Yo seré la última» de Nadia Murad, la chica yasidí del norte de Irak convertida, con miles de otras mujeres, en esclava sexual del «califato» hasta que logró escapar.
Aconseja leerlo pues «para mí, fue el telón de fondo de la decisión. Ese libro lo llevo dentro, y también a Nadia, que vino a contarme esas cosas terribles . Todas estas cosas juntas llevaron a la decisión».
El Papa ha comentado que « la vida de los cristianos ha sido dura, pero también la de los yasidíes y de otras religiones que no querían ceder ante el Daesh. Y junto a eso está el problema de la emigración».
Según Francisco, « la migración es un derecho doble , a no emigrar o a emigrar. Esta gente no tiene las dos opciones, porque no pueden no emigrar , y no pueden emigrar porque el mundo aun no ha tomado conciencia de que la inmigración es un derecho humano».
El Papa ha recordado que «después de la misa en Erbil, recibí al padre de Aylan Kurdi», el niño que apareció ahogado en una playa de Turquía en 2015. Según Francisco «Aylan Kurdi es un símbolo. Un símbolo que va mas allá de un niño que murió inmigrando, es el símbolo de civilización , de personas que no pueden sobrevivir. Es un símbolo de humanidad».
Visita al Gran Ayatolá
Al margen de la avalancha de emociones en cada una de las seis ciudades visitadas, entre las etapas históricas destaca el primer encuentro con el líder espiritual de los chiíes en la ciudad santa de Nayaf , siguiendo «el camino marcado por el Concilio Vaticano Segundo», que declara la Iglesia católica promotora de unión entre toda la humanidad.
La amistosa visita al Gran Ayatolá Alí Al Sistani supone, según Francisco «un mensaje universal. Yo sentí el deber de ir a encontrar a un hombre sabio, a un hombre de Dios. Al escucharlo se percibe esto».
A sus 90 años, Al Sistani «es una persona que tiene sabiduría y prudencia . Él me decía que desde hace diez años ya no recibe gente que va a visitarlo por motivos políticos o culturales, solo los religiosos. Fue muy respetuoso en el encuentro, y yo me sentí honrado. El en el saludo, nunca se pone de pie, pero se levantó dos veces para saludarme».
Según Francisco, «es un hombre humilde y sabio. A mí me hizo bien al alma este encuentro. Es una luz. Esos sabios están por todos lados, porque la sabiduría de Dios fue dispersada por todo el mundo. Sucede lo mismo con los santos, que no son solo aquellos que están en los altares ».
«En este viaje me cansé mucho más que en los anteriores; los 84 años no vienen solos», ha dicho el pontífice
El Papa ha confesado que «en este viaje me cansé mucho más que en los anteriores. Los 84 años no vienen solos. Es una consecuencia. Pero veremos».
En estos momentos desea viajar al Líbano en cuanto sea posible y piensa acudir a la clausura del Congreso Eucarístico en Budapest, el próximo mes de septiembre, añadiendo quizá una etapa en Bratislava, «que está a solo dos horas de automóvil».
En la lista de invitaciones figura la de España y también la de Argentina, pero el viaje a su país no es seguro, pues «ya estuve 76 años en Argentina y es suficiente».
De camino al Vaticano, el Papa se ha detenido en la basílica de Santa María Mayor para dejar un ramo de flores que trajo de Bagdad ante la imagen de Santa María, «Auxilio del Pueblo Romano». Deseaba dar gracias por un viaje que ha permitido ayudar a la reconciliación del país , sellar un pacto de amistad con los chiíes, promover en Ur de Caldea la armonía de las religiones y dar esperanza a los cristianos.
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