El Papa recuerda que la cuaresma «no es una suma de sacrificios sino ver hacia dónde está orientado el corazón»

El Papa recibe las cenizas e inaugura la Cuaresma

El Papa impone las cenizas a un sacerdote EFE | Vídeo: Atlas

Javier Martínez-Brocal

El Papa ha participado en el Vaticano en la misa del «Miércoles de ceniza» que marca el inicio de la cuaresma. También a él le han impuesto las cenizas sobre la cabeza, con la tradicional invocación «Recuerda que eres polvo y al polvo volverás».

Un miércoles de ceniza diferente en el Vaticano a causa de la pandemia. La pandemia ha impedido que el Papa participara en la tradicional procesión cuesta arriba por el monte Aventino de Roma, desde la basílica de San Anselmo hasta la de Santa Sabina.

Como ha recordado Francisco esa subida simboliza que la cuaresma es «un viaje de regreso a Dios». «La cuaresma no es una suma de sacrificios sino discernir hacia dónde está orientado el corazón», ha explicado el Papa en su homilía. Su propuesta es aprovechar estos 40 días para preguntarse «si el piloto automático de mi vida me lleva hacia Dios o hacia mis egoísmos».

«¿Tengo un corazón “bailarín”, que da un paso hacia adelante y uno hacia atrás, ama un poco a Dios y un poco al mundo, o un corazón firme en Dios? ¿Me siento a gusto con mis hipocresías , o lucho por liberar el corazón de la doblez y la falsedad que lo encadenan?», propuso preguntarse.

Para Francisco la cuaresma es una oportunidad para desenmascarar en la propia vida «la falsa seguridad del dinero y de las apariencias, la queja victimista que paraliza, los apegos malsanos y los vicios».

«Todos tenemos enfermedades espirituales, solos no podemos curarlas; todos tenemos vicios arraigados, solos no podemos extirparlos; todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos». Por eso, Francisco ha propuesto concretar la cuaresma con el sacramento de la confesión, «primer paso de nuestro viaje de regreso», pues lo que lleva a regresar a Dios «no es presumir de nuestras capacidades y nuestros méritos, sino acoger su gracia».

La misa se ha celebrado en el ábside de la basílica vaticana, en la llamada capilla de la Cátedra de San Pedro. El Papa tenía buen aspecto, aunque cojeaba levemente a causa de la ciática. Pero ha tenido la homilía en pie y ha celebrado la misa sin dificultades. Él mismo ha impuesto las cenizas a los 32 cardenales que residen en Roma y otros sacerdotes las han llevado al grupo de embajadores y al centenar de peregrinos que han asistido a la ceremonia.

Francisco tenía previsto partir de Roma este domingo para participar en los ejercicios espirituales con la Curia Vaticana, pero la pandemia le ha obligado a tenerlos en su residencia. Para evitar aglomeraciones ha pedido a cardenales y obispos que cada uno los realice por su cuenta en su propia casa.

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