El Papa prologa el libro de una víctima de abusos sexuales por parte de un religioso
Reafirma la «severidad extrema con los sacerdotes que traicionan su misión y los obispos que les protegen»
En un nuevo gesto para erradicar el abuso sexual de menores entre los sacerdotes y religiosos , el Papa Francisco ha escrito el prólogo del libro de un bibliotecario suizo víctima de un centenar de violaciones a cargo del capuchino también suizo Joel Allaz desde los ocho a los doce años.
Daniel Pittet , que tiene 57 años y fue monje en su juventud, vive en Friburgo, está casado y es padre de seis hijos.
Francisco cuenta en el prólogo de « Padre, yo le pe rdono» cómo le conoció en 2015 cuando Daniel Pittet presentaba en Roma un libro anterior sobre testimonios de religiosos, religiosas y sacerdotes ejemplares: « no podía imaginar que este hombre entusiasta y apasionado de Cristo hubiese sido víctima de abusos por parte de un sacerdote».
El Papa reconoce «haber visto de nuevo los daños espantosos de estos abusos y el largo y doloroso camino que espera a las víctimas. Me alegra que otros puedan leer ahora su testimonio y descubrir hasta qué punto el mal puede entrar en el corazón de un hombre de Iglesia».
Francisco subraya que los traumas que causa ese «sacrificio diabólico» y «monstruosidad absoluta» son muy graves, hasta el punto de que «alguna víctimas han llegado al suicidio. Estas muertes pesan sobre mi corazón, mi conciencia y la de toda la Iglesia. Pido humildemente perdón ».
Recordando su carta apostólica «Como una madre amorosa» del 4 de junio de 2016 sobre prevención de abusos y castigo a obispos negligentes, el Papa reafirma que «es nuestro deber dar pruebas de severidad extrema con los sacerdotes que traicionan su misión y con la jerarquía, obispos o cardenales, que los protejan ».
En una nota positiva, Francisco aplaude a Daniel Pittet por «haberse reunido con su torturador cuarenta años mas tarde, haber mirado a los ojos del hombre que causó heridas profundas en su alma y haberle extendido la mano».
Al mismo tiempo, da las gracias al bibliotecario suizo «por haber derribado el muro de silencio que escondía los escándalos y los sufrimientos, vertiendo luz sobre una terrible zona de sombra en la vida de la Iglesia». Afirma que los testimonios de este tipo «abren camino a una reparación justa y a la gracia de la reconciliación, e incluso ayudan a los pedófilos a darse cuenta de las terribles consecuencias de sus actos».
En declaraciones a un diario italiano, Daniel Pittet comenta que tardó más de 22 años en hablar de lo sucedido . Desde entonces ayuda a otras víctimas «pues la persona que sufre abusos queda marcada para siempre por el riesgo de suicidio, locura o rechazo familiar, ya que el 90 por ciento de los casos suceden en ese ámbito».
Es importante ayudarles no solo para que recuperen la paz y la salud sino también para evitar que multipliquen los daños pues, según sus cálculos, «el ochenta por ciento de los pedófilos han sido niños abusados».
Daniel Pittet comenta que fue a visitar al capuchino Joel Allaz el pasado año: «Era viejo y me costó reconocer al monstruo de mi infancia. Me miró y note su miedo. No me presentó excusas, y no me parecía arrepentido de todo el daño que me hizo . Vi a un enfermo, y eso no tiene nada que ver con mi fe».
A diferencia de otras víctimas, Daniel Pittet ha sido capaz de perdonar, y eso ha impresionado al Papa casi tanto como el relato de los abusos: «Cuando nos reunimos, hace dos años, le dije que había sido violado por un sacerdote. Me miró en silencio con lágrimas en los ojos y me abrazó, Ahora ha escrito estas palabras fuertes de condena de la pedofilia, del secreto que mata».
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