El Papa pide a los refugiados que «no se dejen robar la esperanza»
En el Ángelus también rezó por las víctimas de los atentados de Yakarta y Burkina Faso

El Papa ha invitado al silencio y a la oración por las víctimas de los atentados de la semana pasada en Yakarta y de hace unas horas en Burkina Faso. Con un Avemaría, el Santo Padre ha pedido a Dios que acoja a todos ellos en “su casa” y también ha pedido a la Comunidad Internacional que no deje de trabajar por “ construir un mundo de paz”.
Al rezo del Ángelus de este soleado domingo romano también se han unido 6.000 inmigrantes y refugiados que han celebrado su Jubileo de la Misericordia. Este domingo es la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado y con esta peregrinación se ha querido poner el acento en la situación de los 60 millones de personas del mundo que viven esta circunstancia. El Santo Padre les ha dirigido unas calurosas palabras en su saludo en el que les ha pedido que “no se dejen robar la esperanza y la alegría de vivir” . Portaban consigo una gran pancarta hecha de banderas de todos los países de los que proceden, lugares de los que han se han marchado a causa de la guerra o la pobreza. Su viaje hasta Roma ha estado presidido además por una cruz de madera hecha de los restos de las barcazas que arriban a las costas de Lampedusa. Ha sido también una forma de homenajear a las 3.700 personas, -800 de ellas niños-, que murieron el año pasado en el Mediterráneo intentando alcanzar suelo europeo.
El Pontificio Consejo para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes ha organizado al grupo en este domingo en el que la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado. Después del Ángelus y del saludo del Papa, han cruzado la puerta Santa de la Basílica de San Pedro y han participado en una misa en su interior.
Durante el rezo del Ángelus, el Santo Padre ha vuelto a hablar de misericordia, su tema predilecto. Tomando como referencia el milagro de las bodas de Caná, ha explicado que no solo es un prodigio hecho para los esposos sino también para todas las personas que “ están llamadas a encontrarse con Jesús en su vida ”. Un Jesús, -ha señalado el Papa-, que no se presenta como “un juez dispuesto a condenar nuestras culpas, ni como un comandante que nos impone seguir ciegamente sus órdenes; se manifiesta como Salvador de la humanidad, como un hermano, como nuestro hermano mayor, Hijo del Padre : se presenta como el que responde a las promesas de alegría que llenan el corazón de cada uno de nosotros”.
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