El Papa denuncia la falta de bondad: nuestra vanidad es «insaciable»

Presidirá «a puerta cerrada» todos los actos hasta enero

El Papa Francisco en la misa de Nochebuena para conmemorar la natividad de Jesucristo el 24 de diciembre de 2020 en la Basílica de San Pedro en el Vaticano en medio de la pandemia de Covid AFP
Juan Vicente Boo

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En una misa del Gallo celebrada a las siete y media de la tarde para que las familias pudieran seguirla en sus casas antes de la cena de Nochebuena, el papa Francisco ha recordado la dureza de la primera Navidad y un mensaje claro: « El Hijo de Dios nació marginado para decirnos que toda persona marginada es un hijo de Dios ».

La inmensa Basílica de San Pedro, que suele acoger siete mil fieles en una noche como esta , se encontraba absolutamente vacía, con la excepción de ciento setenta personas reunidas al fondo, en el ábside, frente al altar de la Cátedra.

La ceremonia se ha caracterizado por la sencillez, pero también por una serenidad de fondo en medio de la preocupación por la pandemia. Como el cuadro es muy preocupante en Italia, el Gobierno ha establecido confinamiento y toque de queda a las diez de la noche la mayor parte de los días hasta el 7 de enero.

Había pocos fieles en la basílica, pero el Papa hablaba a millones de personas que seguían la ceremonia en el mundo entero .

En una homilía de tono intimista y esperanzado, Francisco ha afirmado que « la mayor alegría de la vida es el nacimiento de un hijo . Es algo extraordinario, que lo cambia todo, que pone en movimiento energías impensables y nos hace superar la fatiga, la incomodidad y las noches de insomnio, porque trae una felicidad indescriptible, ante la cual ya nada pesa».

El Papa ha añadido que Jesús «viene al mundo como hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Quéregalo tan maravilloso! Hoy Dios nos asombra y nos dice a cada uno: "Tú eres una maravilla". Hermana, hermano, no te desanimes».

Sin extenderse en los problemas, el Santo Padre ha ido al manantial de la esperanza afirmando que « más allá de nuestras cualidades y de nuestros defectos , más fuerte que las heridas y los fracasos del pasado, que los miedos y la preocupación por el futuro, se encuentra esta verdad: somos hijos amados».

Y ha insistido con fuerza: «el amor de Dios por nosotros no depende y no dependerá́nunca de nosotros: es amor gratuito, pura gracia ».

Según Francisco, Dios no entrega baratijas, sino lo más valioso : «el Padre no nos ha dado algo, sino a su mismo Hijo unigénito, que es toda su alegría».

Ante la dura realidad del egoísmo y la maldad de muchas personas, el Papa se ha preguntado: « ¿Ha hecho bien el Señor en darnos tanto? ¿Hace bien en seguir confiando en nosotros? ¿No nos sobrevalora? Si, nos sobrevalora, y lo hace porque nos ama hasta el extremo».

Como siempre, hablaba en tono muy sereno, sin apenas levantar la voz, como si se dirigiese en a un grupo muy reducido de personas , casi un encuentro en la intimidad.

En la confianza de que nadie se daría por ofendido, ha invitado a un examen de conciencia pues, « a veces, insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad , olvidando el pesebre de Belén».

Pero ese pesebre sigue ahí, desde hace dos mil años, repitiendo su mensaje: «nos enseña que el alimento de la vida es dejarse amar por Dios y amar a los demás. Jesús nos da el ejemplo. Él, el Verbo de Dios, es un infante; no habla, pero da la vida . Nosotros, en cambio, hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad».

A veces, esa falta de bondad lleva a concentrarse demasiado en los propios problemas, pequeños, ignorando que otras personas sufren otros muy grandes .

Según Francisco, «Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos. Su amor indefenso, que nos desarma , nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren». En una palabra: « Dios viene a habitar entre nosotros , pobre y necesitado, para decirnos que lo amaremos sirviendo a los pobres».

El Papa había comenzado la ceremonia besando a la imagen del Niño Jesús, que volvería a besar con delicadeza al despedirse. El gesto invitaba a centrarse en lo importante , sin dejarse llevar por las preocupaciones que delataban los rostros.

La prueba de PCR que se hizo el lunes ha dado negativa, pero será necesario aumentar las preocupaciones , pues dos cardenales de la Curia se han contagiado de coronavirus en los últimos días.

Al mismo tiempo, Francisco quiere dar ejemplo de precaución . En lugar de leer el mensaje de Navidad en el balcón de la Basílica, ante una plaza que estará vacía, lo hará en el Aula de las Bendiciones.

En la misma línea, el rezo del Ángelus en los días festivos no será en el balcón del Palacio Apostólico sino en la Biblioteca, sin público. Serán unas fiestas «a puerta cerrada», como las de cientos de millones de fieles en todo el mundo.

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