El Papa manifiesta su «dolor y vergüenza» a las víctimas de abusos sexuales por sacerdotes en Francia
El informe «es una prueba dura pero saludable» pues ayuda a «ponerlas en el centro de la preocupación»
Saliendo frontalmente al paso del negacionismo de algunos católicos, el Papa Francisco reconoció este miércoles que el informe independiente sobre abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes en Francia desde 1950 a 2020 es duro, pero supone una ayuda para abordar el problema desde el punto de vista de las víctimas y sus necesidades.
Al cabo de dos años y medio de trabajo minucioso, el detallado informe de la Comisión Independiente sobre Abusos Sexuales en la Iglesia, entregado el martes a la conferencia episcopal y a la conferencia de religiosos y religiosas de Francia, revela que han sido más de 216.000 los menores de edad víctimas de abusos sexuales cometidos por un total de 2.900 a 3.300 sacerdotes y religiosos .
El informe –encargado por la conferencia episcopal francesa a doce expertos de alto nivel– refleja también que «estos actos de violencia han dejado de crecer desde los años noventa», y que en la actualidad los nuevos casos son muy pocos.
Aún así, ninguno es aceptable. Dirigiéndose a los fieles de Francia en la audiencia general, el Papa manifestó ayer a las víctimas «mi tristeza y mi dolor por los daños que han sufrido. Y también mi vergüenza –nuestra vergüenza y mi vergüenza– por la demasiado larga incapacidad de la Iglesia para ponerles en el centro de sus preocupaciones».
Eran palabras muy fuertes y claras: no se puede minimizar el daño sufrido ni la responsabilidad institucional de la Iglesia. Y todavía menos regatear los números cuando lo importante es el segundo problema de fondo: una vez descubiertos los abusos, la Iglesia ha tardado demasiado en cambiar de paradigma , para ver el problema con los ojos de las víctimas y dar prioridad a ayudarlas, como se empieza a hacer ahora Francia.
El Papa invitó a los fieles a rezar juntos una oración de arrepentimiento: «A ti Señor la gloria, a nosotros la vergüenza». Y recalcó: «este es el momento de la vergüenza. Exhorto a los obispos, superiores religiosos y a vosotros, queridos hermanos, a compartir este momento, y a continuar realizando todos los esfuerzos para que no se repitan dramas similares».
Consciente del tremendo golpe que han sufrido los sacerdotes fieles y honrados, que constituyen la gran mayoría, el Santo Padre manifestó su «cercanía y apoyo paterno a los sacerdotes franceses ante esta prueba, que es dura pero saludable». Al mismo tiempo invitó «a todos los católicos franceses a asumir su responsabilidad para que la Iglesia sea una casa segura para todos».
En esta tarea, como se ha visto en los países que mejor han abordado el problema, el papel de las mujeres, especialmente las madres de familia, es fundamental.
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