El Papa a los jóvenes: «El amor es el motor que impulsa nuestra esperanza»
Ha advertido que «poseer empuja siempre a desear algo más»
Entre aplausos atronadores cada vez que hablaba en español, el Papa Francisco ha comentado a decenas de miles de participantes en la audiencia general del miércoles que « el amor es el motor que impulsa nuestra esperanza », una virtud especialmente necesaria en tiempos difíciles o momentos de amargura. El entusiasmo de miles de estudiantes, llegados de todo el mundo, desbordaba la plaza de San Pedro.
Intercalando diálogos espontáneos dirigidos especialmente a los jóvenes universitarios, el Santo Padre ha exclamado: ¡Es hermoso servir a los demás! Sí, pero a lo mejor nos cansamos… ¡Pero el corazón se llena de alegría!”,
Por el contrario, según ha advertido Francisco, « poseer empuja siempre a desear algo más . He obtenido una cosa para mí, y enseguida quiero otra más grande, y así sucesivamente. ¡Quien es voraz no está nunca satisfecho! ». En cambio, «dar la propia vida da alegría. El amor da luz a la vida y da incluso sentido al dolor».
Después de afirmar que «el amor es el motor que impulsa nuestra esperanza», el Papa ha invitado a cada persona a examinarse: «¿Amo? ¿He aprendido a amar? ¿Aprendo todos los días a amar más?».
En vísperas de los días que rememoran la Pasión y la muerte de Jesús, Francisco ha subrayado que ese sacrificio lleva a la Resurrección, por lo que se trata de un camino de esperanza, y ha invitado a los asistentes a mirar el Crucifijo y decirle: « Contigo nada está perdido, Tú eres mi esperanza ».
El Papa ha manifestado su alegría de «acoger a los participantes en el 50 Congreso de estudiantes universitarios UNIV, promovido por la prelatura del Opus Dei y dedicado a la reflexión sobre el mundo en movimiento». Los estudiantes respondieron con un aplauso atronador y repetidos gritos de «¡Viva el Papa!», que continuarían después con el rítmico: «¡Esta es / la juventud del Papa!». Era, a todas luces, un encuentro muy familiar, con una alegría desbordante.
Entretanto, en los centros de la Caritas de Roma, se recibían los huevos de Pascua regalados por el Papa a las madres jóvenes con hijos pequeños que viven en los centros de acogida, y a las mujeres y hombres sin techo o sin trabajo que acuden a dormir o a comer. Roma es una ciudad modélica en la ayuda a personas que pasan un mal momento.
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