El Papa invoca en la Pascua «fortaleza y esperanza para los médicos y enfermeros» y da las gracias a los militares

Pide a la Unión Europea «que las rivalidades no recobren fuerza» y sea ejemplo para «el mundo entero»

Efe
Juan Vicente Boo

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Dirigiéndose a «un mundo que se enfrentaba ya a desafíos cruciales y que ahora se encuentra abrumado por la pandemia », el Papa Francisco ha dirigido este Domingo de Pascua un mensaje pensado como «otro ‘contagio’, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia. Es el contagio de la esperanza: ‘¡Resucito de veras mi amor y mi esperanza!’ ».

Pensando de modo especial «en los afectados directamente por el coronavirus: los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran la muerte de sus seres queridos sin haber podido darles el último adiós», el Papa ha invocado el consuelo divino para «quienes se encuentran en condiciones de particular vulnerabilidad, trabajan en los centros de salud, o viven en los cuarteles y en las cárceles».

Hablando al mundo entero desde la tumba de san Pedro en una inmensa basílica vacía, Francisco ha rogado «que Jesús, nuestra Pascua, conceda fortaleza y esperanza a los médicos y a los enfermeros, que en todas partes ofrecen un testimonio de cuidado y amor al prójimo hasta la extenuación de sus fuerzas y, no pocas veces, hasta el sacrificio de su propia salud ».

A ellos, y «a quienes trabajan en los servicios esenciales necesarios para la convivencia civil, a las fuerzas del orden y a los militares, que en muchos países han contribuido a mitigar las dificultades y sufrimientos de la población, se dirige nuestro recuerdo afectuoso y nuestra gratitud».

El Santo Padre ha animado a las autoridades políticas «a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas».

Francisco se ha dirigido de modo especial a las autoridades europeas, ya que «después de la Segunda Guerra Mundial, este amado continente pudo resurgir gracias a un auténtico espíritu de solidaridad que le permitió superar las rivalidades del pasado».

Con cierta preocupacion ha calificado de «muy urgente, sobre todo en las circunstancias actuales, que esas rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente ».

En un momento escaso liderazgo mundial el Papa ha afirmado que «hoy la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico, del que dependerá no solo su futuro, sino el del mundo entero. Que no pierda la ocasión para demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras».

Francisco ha vuelto a apoyar el llamamiento de Naciones Unidas a «un alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo», pues « no es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas , gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas».

Ha pedido que se ponga fin«a la larga guerra que ha ensangrentado Siria, al conflicto en Yemen y a las tensiones en Irak, como también en el Líbano. Que este sea el tiempo en el que los israelíes y los palestinos reanuden el diálogo, y que encuentren una solución estable y duradera que les permita a ambos vivir en paz».

Del mismo modo, ha urgido a «que acaben los sufrimientos de la población que vive en las regiones orientales de Ucrania», y «que se terminen los ataques terroristas perpetrados contra tantas personas inocentes en varios países de África».

Ha rogado igualmente que el Señor «permita alcanzar soluciones prácticas e inmediatas en Venezuela, orientadas a facilitar la ayuda internacional a la población que sufre a causa de la grave coyuntura política, socioeconómica y sanitaria».

Su mensaje, formulado a la vez como oración y como llamamiento, pedía también que Dios « reconforte el corazón de tantas personas refugiadas y desplazadas a causa de guerras , sequías y carestías. Que proteja a los numerosos migrantes y refugiados —muchos de ellos niños—, que viven en condiciones insoportables, especialmente en Libia y en la frontera entre Grecia y Turquía» y en la isla de Lesbos.

Concluido su mensaje, el Santo Padre ha impartido desde la impresionante soledad de la basílica vacía la bendición «Urbi et Orbi», a «la ciudad y al mundo» con indulgencia plenaria a quienes deseasen recibirla, incluso aunque no pudiesen verle a través de Internet o televisión.

Como el lunes es festivo en Italia y otros países, el Papa dirigirá al mediodía desde su biblioteca el rezo del «Regina Coeli», la oración que sustituye al Ángelus en el tiempo de Pascua.

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