El Papa dice a Polonia: «Dios se sienta a la mesa con nosotros»
Celebra una misa con 300.000 fieles en el santuario de Czestochowa
En el santuario mariano "donde late el corazón de Polonia ", como decía san Juan Pablo II , el Papa Francisco ha celebrado el jueves con trescientos mil fieles el 1050 aniversario de la conversión del país al cristianismo , su marca de identidad nacional por antonomasia.
En una homilía enternecedora centrada en el relato evangélico de una fiesta de boda en Caná de Galilea, Francisco les ha dicho que el milagro de transformar el agua en vino nos revela el rostro de esposo de Dios, de un Dios que se sienta a la mesa con nosotros , que sueña con nosotros y crea una comunión”. El Pontífice ha sufrido un pequeño tropiezo durante la ceremonia, que le ha hecho caer al suelo, pero sin mayores consecuencias.
Con un lenguaje muy sencillo, les ha explicado que "el Señor no mantiene las distancias sino que es cercano y concreto, está en medio de nosotros y cuida de nosotros sin decidir por nosotros y sin ocuparse de cuestiones de poder ”.
En realidad, les estaba previniendo contra el clericalismo y el mezclar religión y política , dos peligros en que Polonia tiende a caer. Pero lo hacía de puntillas, igual que el miércoles había invitado al gobierno a ser más acogedor respecto a los refugiados , sin apenas levantar la voz.
En el santuario mariano de Czestochowa , la protagonista es siempre María, y el Papa escogió comentar el episodio de una fiesta porque revela que el cristianismo es alegría y muestra el modo en que una madre, preocupada por el fracaso de una boda por falta de vino, fuerza a su hijo a hacer un primer milagro antes del momento previsto.
El hecho de que fuese un milagro de tipo material y en un pequeño pueblo olvidado muestra, según Francisco, que Dios “prefiere instalarse en lo pequeño, al contrario del hombre”.
En efecto, “ ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano , y es una gran tentación que se infiltra por doquier. En cambio, darse a los demás, cancelando distancias, viviendo en la pequeñez y colmando concretamente la cotidianidad, esto es exquisitamente divino”.
Los fieles polacos le aplaudían una y otra vez, porque les hablaba al corazón y les presentaba un Dios sencillo y cercano que, desde la elección de unos pescadores, “ llama a personas sencillas y disponibles para ser sus portavoces , y les confía la revelación de su nombre y los secretos de su corazón”.
El Papa iba recordando a personas extraordinarias como santa Faustina Kowalska y san Juan Pablo II pero en un contexto de vida ordinaria, de compartir “las alegrías y las fatigas de la gente, de manera que se transmita el Evangelio de la manera más coherente y que produce mayor fruto: por irradiación positiva, a través de la transparencia de vida”.
Los fieles le aplaudieron especialmente una conmovedora referencia al “contagio positivo de una fe genuina, transmitida de familia en familia , de padre a hijo, y sobre todo de las madres y de las abuelas, a quienes hay mucho que agradecer”.
Aunque Francisco abordaba algunos temas delicados de la vida del país, no lo hacía en términos políticos sino humanos, como cuando invitaba a superar los rencores y la división .
Intentaba, en definitiva, crear un sentimiento de unidad y colaboración entre las personas que, con demasiada frecuencia, los políticos se empeñan en destruir y a veces lo consiguen, envenenando la vida social y amargando la vida a millones de personas.
Las últimas palabras de Francisco fueron una invitación a pedir a María de Nazaret, “la gracia de hacer nuestra su sencillez, su fantasía en servir al necesitado, la belleza de dar la vida por los demás , sin preferencias ni distinciones”.
El programa del jueves por la tarde incluye el primer encuentro del Papa con los jóvenes en el parque Blonja de Cracovia . La ceremonia de bienvenida es siempre una explosión de alegría.
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