El Papa se despide de Eslovaquia exhortando a «una fe que nos hace solidarios con quien pasa necesidad»
Ha resistido bien cuatro días de encuentros y desplazamientos agotadores todavía en convalecencia

En un clima de auténtica fiesta familiar, el Papa Francisco se ha despedido de Eslovaquia este miércoles con una misa multitudinaria en el santuario nacional de la Virgen de los Siete Dolores, patrona del país, a una hora de automóvil al norte de Bratislava. El Santo Padre ha resistido muy bien cuatro días de agenda agotadora para cualquiera, y más para una persona de 84 años, todavía convaleciente de una extirpación parcial de colon.
Como último mensaje el Papa ha exhortado a «vencer la tentación de una fe estática, que se contenta con cualquier rito o tradición antigua », lo mismo que «no se puede reducir la fe a azúcar que endulza la vida», pues «Jesús es signo de contradicción. Ha venido a llevar la luz a donde hay tinieblas».
Le escuchaban más de 60.000 personas , que hubieran sido muchas más si la policía no hubiese cortado antes de tiempo las carreteras de acceso en una visita marcada por el exceso de seguridad, al límite de lo opresivo.
En su homilía, Francisco ha subrayado que «nosotros, mirando a la Virgen Madre Dolorosa, nos abrimos a una fe que se hace compasión, que se hace comunión de vida con el que esta herido, el que sufre y el que esta obligado a cargar cruces pesadas sobre sus hombros». Una fe «que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad».
Mensaje a todos los eslovacos
Es lo que había hecho el día anterior yendo a reunirse con miles de gitanos en la barriada gueto de Lunik IX en Kosice. Aunque su interés a los marginados por las autoridades, incluidas a veces las religiosas , era un mensaje a todos los eslovacos y a los países vecinos del grupo de Visegrad, el presidente de la conferencia episcopal no los mencionó en su agradecimiento de despedida al Papa.
Por cuarto día consecutivo, el Santo Padre ha salido al paso de quienes provocan crispación, a veces manipulando incluso el sentimiento religioso. Los cristianos, en cambio, «saben mostrar con su vida la belleza del Evangelio» y «son tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen».
Su misión es hacer « resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad» así como difundir «el buen perfume de la acogida y de la solidaridad allí donde predominan los egoísmos personales y colectivos» y, sobre todo, «proteger y cuidar la vida donde reinan lógicas de muerte».
Francisco había iniciado este viaje a las seis de la mañana del domingo con un vuelo a Budapest para presidir la clausura del 52 Congreso Eucarístico Internacional y volar esa misma tarde a Bratislava, la capital eslovaca , donde mantuvo una reunión ecuménica en la que participaron también los líderes religiosos judíos.
Era el primero de una larga serie de encuentros con las autoridades, los obispos sacerdotes y catequistas, las personas acogidas por las misioneras de la Caridad, así como los líderes judíos y los superviviente del Holocausto el lunes.
El martes celebró la misa de rito oriental en Presov , visitó a los gitanos en la barriada más miserable de Kosice, la segunda ciudad del país, y se reunió con veinte mil jóvenes en el estado Lokomotiva.
Al término del viaje, se diría que todos estos encuentros -de gran intensidad emotiva- no le han agotado sino que le han fortalecido.