El Papa carga contra el «pensamiento único» que obliga a renegar de la historia o a reescribirla

Dice que «en nombre de la protección de las diversidades, se borra el sentido de cada identidad

El Papa Francisco, esta mañana REUTERS

Javier Martínez-Brocal

Uno de los primeros encuentros del Papa después de la Navidad es el encuentro de año nuevo con las delegaciones diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede. En él Francisco tiene un discurso en el que expone su visión sobre las cuestiones geopolíticas de actualidad y alerta sobre los conflictos olvidados .

Este año ha sorprendido con su denuncia de la «colonización ideológica, que no deja espacio a la libertad de expresión y que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas».

«En nombre de la protección de las diversidades, se termina por borrar el sentido de cada identidad , con el riesgo de acallar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diferentes sensibilidades», ha alertado Francisco.

El Papa denuncia que «se está elaborando un pensamiento único obligado a renegar la historia o, peor aún, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que (para comprender) cualquier situación histórica debe ser interpretada según la hermenéutica de su época».

La crítica del pontífice se enmarcaba dentro de un apartado del discurso dedicado a la crisis de confianza de los grandes organismos multilaterales. «A menudo se toman importantes resoluciones , declaraciones y decisiones sin una verdadera negociación en la que todos los países tengan voz y voto», ha apuntado explícitamente el Papa.

«Este desequilibrio, que hoy se ha vuelto dramáticamente evidente, genera una falta de aprecio hacia los organismos internacionales por parte de muchos estados y debilita el sistema multilateral en su conjunto, reduciendo cada vez más su capacidad para afrontar los desafíos globales», ha constatado.

Países en vías de desarrollo

El Papa ha dicho que estos organismos se concentran a menudo en cuestiones «que por su naturaleza provocan divisiones y no están estrechamente relacionadas con el fin de la organización, dando como resultado agendas cada vez más dictadas por un pensamiento que reniega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos», en referencia seguramente a las políticas que condicionan ayudas sociales a países en vías de desarrollo a la aprobación de legislaciones o planes educativos sobre salud reproductiva o ideología de género.

Francisco ha reivindicado «algunos valores permanentes», «valores básicos más allá de todo consenso». «Deseo destacar especialmente el derecho a la vida, desde la concepción hasta su fin natural , y el derecho a la libertad religiosa», ha subrayado.

En su discurso a los embajadores el Papa ha afrontado la cuestión de la vacuna contra el Covid . Ha pedido continuar los esfuerzos de inmunización, pues «en los lugares donde se ha llevado adelante una campaña de vacunación eficaz, ha disminuido el riesgo de un avance grave de la enfermedad».

El Papa no ha mencionado a los antivacunas, pero sí ha avisado de las interferencias debidas a «fuertes contrastes ideológicos», que «recortan los vínculos que la razón humana tiene con la realidad objetiva de las cosas». En concreto, se trata de dejarse llevar por «la ideología del momento, a menudo basada en noticias sin fundamento o en hechos poco documentados».

«En cambio, la pandemia nos impone una suerte de 'cura de realidad', que requiere afrontar el problema y adoptar los remedios adecuados para resolverlo. Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad», ha añadido.

«A nivel personal, todos tenemos la responsabilidad de cuidar de nosotros mismos y de nuestra salud , lo que se traduce también en el respeto por la salud de quien está cerca de nosotros. El cuidado de la salud constituye una obligación moral», ha recordado el Papa.

En paralelo, pide a los políticos que antes de tomar decisiones relevantes para combatir la pandemia, «interpelen a los ciudadanos para que puedan sentirse partícipes y responsables, por medio de una comunicación transparente de las problemáticas y de las medidas idóneas para afrontarlas».

Conflictos olvidados

Un largo discurso en el que el Papa también ha repasado los conflictos olvidados, como Yemen, Siria o Myanmar; y ha mencionado las tensiones en Ucrania, el Cáucaso, Israel, Palestina o Sudán.

El Vaticano, uno de los países más pequeños del mundo, no es el actor diplomático. Lo es la Santa Sede, que mantiene relaciones diplomáticas con 183 estados, a los que muy pronto se añadirá Suiza. Además, es activa en organismos multilaterales como la ONU, la UE o la Liga de Estados Árabes.

Eso hace de Roma uno de los foros diplomáticos más relevantes para afrontar discretamente cuestiones espinosas, y convierte al Vaticano en lo que algunos observadores describen como un «soft power», una entidad que no necesita defender su territorio ni presionar para obtener materias primas, pero con capacidad de alzar la voz y la posibilidad de ser tomado seriamente en cuenta.

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