El Papa consagra Rusia y Ucrania en un acto «por la paz mundial»

La compara con lo que hacen los niños pequeños, «que cuando están asustados van llorando a la madre para que les ayude»

Ha mencionado a ambos países para que la consagración no fuera acusada de gesto político

El Papa llama por teléfono a Zelenski: «Estoy haciendo todo lo posible para detener la guerra»

El Papa, en un momento de interiorización, durante la celebración EFE

Javier Martínez-Brocal

El Papa Francisco se comprometió el pasado lunes con Zelenski a hacer «todo lo posible para detener la guerra». Como líder espiritual ha apostado por un gesto de enorme peso en la tradición católica: consagrar Rusia y Ucrania al Corazón inmaculado de la Virgen María. Durante la ceremonia de ayer aclaró que naturalmente «no es una fórmula mágica, sino un acto espiritual», que comparó con lo que hacen los niños pequeños, «que cuando están asustados van llorando a la madre para que les ayude». «En estos días siguen entrando en nuestras casas noticias e imágenes de muerte, mientras las bombas destruyen las casas de tantos de nuestros hermanos y hermanas ucranianos indefensos», denunció.

Con una oración ante más de tres mil peregrinos en la basílica de San Pedro, y seguido por muchos más desde la plaza, simbólicamente el obispo de Roma llamó ayer a la puerta del Cielo. Para mostrar la gravedad de la situación, había movilizado a sus nuncios y conseguido que todos los obispos del mundo se unieran espiritualmente a esta plegaria por «la paz mundial». En la Ciudad Eterna, de larga memoria, no se recuerda una convocatoria parecida por parte de ningún otro pontífice.

En paralelo, Francisco había enviado un representante personal al santuario de Fátima en Portugal, el cardenal Konrad Krajewski, para que hiciera justo allí esta consagración en su nombre. Así enlazaba con una de las peticiones de la Virgen de Fátima durante las apariciones de 1917 a los tres pastorcillos: «Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz ; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia», aseguraron que les había dicho. Una de esas peticiones era «la consagración de Rusia a mi Corazón inmaculado» hecha «en comunión con todos los obispos del mundo». Los pontífices, desde Pío XI a Juan Pablo II evitaron hacerla explícitamente para no herir susceptibilidades en la Iglesia ortodoxa rusa. Pero ahora Francisco no ha tenido reparos.

Evitar un gesto político

«Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania», clamó el Papa en la basílica de San Pedro, con voz emocionada, sentado ante una imagen de la Virgen de Fátima. El obispo de Roma ha mencionado a ambos países para que la consagración no fuera acusada de gesto político.

En la letanía de peticiones, pidió a la Virgen que inspire «proyectos y caminos de reconciliación» ; que obtenga «la paz para el mundo» y que libre a la humanidad de «la guerra y la amenaza nuclear». En la intensa oración, reconoció con tristeza que la humanidad ha «olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como comunidad de naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo», concluyó .

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