Paolo, el niño que consiguió que el Papa le regalara el solideo

Se acercó a Francisco durante la catequesis y no se fue hasta que no lo consiguió

Reuters

Javier Martínez-Brocal

El protagonista de la audiencia general de este miércoles no ha sido el Papa Francisco sino Paolo Jr., un pequeño de 10 años que llegó el martes a Roma con sus padres desde Apulia , en el sur de Italia. Estaban emocionados porque tenían invitaciones en primera fila para el tradicional encuentro de los miércoles con el Papa.

Pero Paolo, con una pequeña discapacidad, no se conformó con eso y se saltó a la torera todos los controles de seguridad durante la audiencia general. Tuvo como sonrientes cómplices a los cuatro guardaespaldas del Papa que vigilaban la primera fila, y que tienen orden de no actuar en estas ocasiones.

Paolo Jr. subió con total tranquilidad la ristra de escaleras, se puso delante del Papa, lo saludó y Francisco, sin inmutarse, le invitó a sentarse a su lado para seguir la audiencia general.

A Francisco le hacía gracia el desparpajo del pequeño, quien le dio las dos manos y tomó el sitio del «regente» de la Casa Pontificia, monseñor Leonardo Sapienza. Entre los aplausos y las sonrisas del público, el monseñor, con sotana negra y faja morada, cedió el sitió a Paolo Jr., con chandal negro y rayas amarillas.

Pero el niño no se conformó con el asiento y se encaprichó del solideo del Papa. No dejaba de mirarlo y de señalarlo. Primero decidió pedírselo directamente al Papa, quien intentaba leer entre sonrisas un largo saludo a los peregrinos franceses.

Paolo Jr. en la audiencia general después de conseguir el solideo Reuters

Como el Papa no parecía ceder, el pequeño pidió ayuda a monseñor Leonardo Sapienza, quien sonreía con complicidad ante la petición del solideo, consciente de que estaba empezando una historia. Sonreía pero no cedía. Y Paolo Jr. no se dio por vencido.

En ese momento iba a hablar un sacerdote de la Secretaría de Estado, el portugués Antonio Hofmeister. Antes de que empezara, el pequeño Paolo Jr. se levantó de su silla, se le acercó, le tomó de la mano, y le empujó literalmente ante el Papa. El niño señalaba el solideo de Francisco, y parecía pedir al sacerdote que convenciera a Francisco de que se lo regalara.

El fraile portugués no fue demasiado convincente, porque Paolo insistía... Tuvo que venir «Sandrone», el alto asistente del Papa, experto en estas situaciones. Serio, pero con ternura, Sandrone tomó al pequeño de la mano y lo llevó hasta el lugar donde guarda un solideo de repuesto de Francisco. Se lo regaló, y el niño con el solideo en la cabeza, se acercó de nuevo al Papa, le tomó las dos manos y se despidió de él, que asistía divertido a lo ocurrido. «Vai dalla tua mamma» («Ve con mamá»), lo saludó satisfecho Francisco.

El Papa partió de esta anécdota para introducir su catequesis semanal. Hoy tenía previsto continuar reflexionando sobre la libertad a partir de la predicación de San Pablo en la epístola a los Gálatas.

«Estos días estamos hablando de la libertad de la fe», comenzó. «Precisamente, cuando este niño tuvo la libertad de acercarse y de moverse por aquí como si estuviera en su casa, me acordé de lo que decía Jesús sobre la espontaneidad y la libertad de los niños» , aseguró.

Mirando a Paolo Jr. y a su madre, que lo abrazaba emocionada en una de las primeras filas, el Papa dijo que «también a nosotros Jesús nos dice que si no actuamos como niños, no entraremos en el Reino de los Cielos. Si no tenemos el valor de acercarnos al Señor y estar abiertos a él».

«Agradezco a este niño la lección que nos ha dado a todos. Y que el Señor le ayude en su limitación, en su crecimiento, porque ha dado este testimonio, que salió de su corazón. Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida. Hacen lo que les sale del corazón. ¡Gracias!», dijo arrancando aplausos.

A la salida del encuentro, la madre de Paolo Jr. salió con los ojos empañados de lágrimas por lo ocurrido. Ahora regresan felices a su casa en San Ferdinando, en la región Apulia, con una sonrisa por la historia que han vivido, y un solideo prácticamente «robado» al Papa.

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