La Palma: un arca de Noé bajo las cenizas

Esther Campos cobija a los animales sin destino que quedan en la isla o hasta que sus dueños vienen a por ellos

MAURICIO DEL POZO

Laura Bautista

«Imagina perder tu casa, tu modo de vida y que encima tengas que renunciar a tu perro o tu gato», pues esa es la realidad de cientos de personas en la isla de La Palma , a la que el volcán no da tregua. Esther Campos tenía una protectora en Los Llanos, que desde hace unas semanas es un arca de Noé, instalada en las canchas del IES Eusebio Barreto donde hace semanas que ya no juegan niños. Desde el pasado 19 de septiembre, la montaña explotó en lava y destrucción, y esta pequeña asociación, Benawara , se vio absolutamente desbordada ante algo impredecible . Cientos de animales de personas evacuadas no tienen hogar, y otros tantos quedaron atrás en las zonas donde la lava lo arrasaría todo a su paso.

Algunos no pudieron acceder a sus casas una vez comenzó la erupción, otros salieron con lo puesto sin poder llevarse con ellos a sus animales y otros, no lograron encontrarlos en medio del caos y el miedo que los terremotos ya habían producido en sus mascotas, que huyeron dominados por el terror. Quedaron en tierra condenada, pueblos fantasmas y desahuciados ante el avance de la lava.

Esther, aunque también fue evacuada y lleva 12 días durmiendo en un colchón y sus cinco gatos en su oficina, decidió aportar ante el desastre lo que podía y sabía hacer y desde entonces, vive rodeada de animales salvados in extremis de la furia de Cumbre Vieja.

«Llamamos a una mujer para decirle que podíamos reubicarla en una casa y no tenía que separarse de su perro», recuerda. «No he visto a nadie llorar tanto de alegría como a esa mujer», dice.

La ola de solidaridad

Para ellos son más que animales, «lo han perdido todo, a algunos solo les queda su perro o su gato». Cientos de animales han pasado por el polideportivo que han logrado habilitar para esta arca de Noé , en una entrada y salida constante de animales. Se los llevan los equipos de emergencia y los cuerpos policiales, cabras, ovejas, gallinas, pollitos o perros, loros y hasta conejos rescatados. Si encuentran en la zona de exclusión un animal perdido lo llevan a las manos de Esther y su equipo.

MAURICIO DEL POZO

«A veces nos llaman, alertándonos de un animal que ha quedado atrás, propietarios preocupados que ven en nosotros una segunda oportunidad». Y allí van, jugándose la vida junto a los equipos de emergencias y adentrándose en este territorio condenado para buscarles. « Entramos a buscar tres, y gallinas, solo pudimos salvar a siete pollitos », los gases ya se habían cobrado las vidas de las gallinas adultas. Uno de los perros fue imposible de encontrar. Asustado, «huyó entre las plataneras y la colada se nos venía encima». Asegura que «da mucha impotencia, pero es que la lava ya estaba allí».

Muchos de los animales que llegan han podido reubicarse en hogares de acogida, «la ola de solidaridad ha sido impresionante , no sé qué habríamos hecho de no tener a la gente apoyándonos». Junto a ella, una treintena de voluntarios trabajan con ella, 24 horas los 7 días desde hace 12 días, sin dormir y en un ritmo frenético. «Para los animales el volcán también es un shock, ni siquiera entiende que ha pasado». Además de toda la comida y materiales que han recibido de donaciones, Esther ha logrado conseguir unos colchones y antas para los que no pueden tener a sus animales en los lugares donde están evacuados. «Algunos durmieron varias noches aquí, hasta que sus mascotas se calmaron». Esta también es una emergencia, y lo peor de todo «es que no sabemos cuándo va a parar».

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