El padre que denunció el chiste de David Suárez: «Las niñas que lean tuits tan sórdidos se sentirán cosificadas: ‘¿Me ven otros así?’»
El progenitor que llevó a la Fiscalía un tuit ofensivo del humorista Suárez cree que el colectivo no puede dar pasos atrás
La Audiencia Provincial de Madrid dejó este lunes visto para sentencia el juicio al humorista David Suárez . La Fiscalía pide para él un año y diez meses de prisión además de una multa de 3.000 euros por escribir en Twitter: «El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de Down». Ramón Pinna, padre de una niña con síndrome de Down lo denunció ante el Ministerio Público en 2019 y ayer testificó en un juicio en el que el cómico terminó disculpándose «si alguien se sintió ofendido» pero reafirmándose en que hace «este tipo de chistes» sin intención de vejar a nadie «sino de hacer reír».
¿De dónde y por qué surge su lucha?
De ser padre. Pero no es una lucha. Esta situación ni siquiera ha formado parte de mi vida cotidiana en este tiempo, porque intento que ésta no sea en nada diferente a la vida de los demás. Una vida de familia, de niños, de colegio y trabajo y de ilusiones de futuro. Lógicamente, cuando di el primer paso en todo este proceso, lo hice porque mi hija tiene Síndrome de Down.
Pero sobre todo lo hice porque soy su padre, y porque creo que cualquier padre, cualquier madre, va a anteponer siempre la defensa de la vida y de los derechos de sus hijos a cualquier otra cuestión.
Tener un hijo con síndrome de Down no te cambia la vida, ni te imprime carácter. Lo que te imprime carácter, lo que de verdad cambia tu vida, es ser padre.
¿Cómo recibe el colectivo este tipo de comentarios?
La vulnerabilidad de nuestras hijas, hermanas, parejas o amigas con síndrome de Down se articula sobre dos planos diferentes. Desde un punto de vista externo y relacional, de protesta, ellas no son capaces de promover una acción decidida, una respuesta, un levantar la voz y denunciar. Pero hay otro flanco más vulnerable, más delicado si cabe, que tiene que ver con su intimidad, con la imagen que de sí mismas puedan llegar a tener, y con la sensación y la imagen mental que puedan crearse en relación a cómo son o cómo pueden llegar a ser vistas por los demás.
¿Qué les provoca una publicación como la que se juzga?
¿Una mujer con Síndrome de Down, tiene pleno acceso a nuestra sociedad y está perfectamente integrada en ella. Puede ser, y de hecho muchas lo son, usuaria de redes sociales como Facebook, Instagram -o como twitter en el caso que nos ocupa- donde de repente y desde la base de un arquetipo estigmatizador, viejo y ofensivo, «las babas de las personas con Síndrome de Down», se encuentra a sí misma cosifica como facilitadora de un supuesto placer desmedido, casi sórdido. Clandestino.
Esta mujer, que sabe interpretar los indicadores de las redes sociales, los «likes», los «followers», etc… sabe también, que cien mil seguidores son muchos y que miles de «likes» –para un tweet- son una barbaridad.
Con dificultad para el razonamiento abstracto, a esta mujer le será complejo elevarse para contextualizar, muy difícil relativizar su dolor a base de crearse un relato para sí, en el que esta barbaridad no pase de patético intento de humor, y prácticamente imposible viajar al ánimo previo que indujo a este tipo a publicar esto.
¿Me verán otros como me ve este twitero?, ¿Pensará el resto de la gente algo así de mí?
Y desde ése interior, y con esa tormenta de emociones, contradicciones y quizás temores, tendrá que seguir con su vida, con su trabajo, con sus estudios y con su ocio, hasta encontrar reposo en la rutina.
Y como padre, no puedo a abandonar a mi hija y a quienes son como mi hija en una circunstancia de este tipo. No puedo no hacer nada y dejarlo ir.
La defensa apela a la libertad de expresión sin pensar en el daño que esta pueda ocasionar, ¿les ha pedido perdón en algún momento?
Sí, se ha disculpado, y también ha reconocido que ya antes de éste, había publicado varios tweets más poniendo el foco en las personas con Síndrome de Down. Pero sí, se ha disculpado.
En cuanto a la línea de defensa, la verdad es que ha habido bastantes aspectos que me han sorprendido, como el de comenzar indicando que el hecho de que el acusado sea un humorista «ya le hace el cincuenta por ciento de su trabajo».
Me ha sorprendido también que no ha puesto el peso jurídico en el derecho fundamental de la libertad de expresión, sino en el de la creación artística, indicándole al tribunal que si finalmente se condena a esta persona, se le privará de este derecho –también fundamental- y por tanto de su dignidad y su desarrollo personal.
Sobre el fundamento de la defensa de un «creador» le ha pedido al tribunal un ejercicio de abstracción para no visualizar el chiste como tal, sino como una creación; como un himno, como un lema, como unos versos.
Sin embargo, ha sido al final cuando ha llegado la mayor sorpresa, la del «avatar». En un giro que, sin duda buscaba una eximente, la defensa ha argumentado que el origen del «chiste» es un avatar del acusado y que (parafraseando la novela Niebla de Unamuno) éste ya no controla a su propio personaje.
¿Cree que todavía existen prejuicios en la sociedad alrededor de las personas con síndrome de Down?
Creo que vivimos en un gran país y que somos muy afortunados, todos. En el ámbito de la discapacidad intelectual queda mucho camino por andar y muchas mejoras por las que trabajar, pero partiendo del orgullo y del reconocimiento del legado actual por el que se dejaron la vida muchas familias durante muchísimos años.
Desde que nació mi hija tengo la conciencia de que su presente y su futuro, sus oportunidades, el desarrollo de su autonomía y con ella la posibilidad de llevar una vida normal, libre y feliz, se lo debo en gran medida al esfuerzo y al sacrificio de años de muchas madres y muchos padres que hace cincuenta o sesenta años comenzaron a movilizarse sin muchos recursos, ni conocimiento, para intentar convertir nuestra sociedad en una sociedad mejor, más abierta al vulnerable, más adaptada, más generosa y respetuosa.
De su mano, de la mano de estas familias, llegaron logros sociales tan »increíbles» como el de que nuestras hijas y nuestros hijos pudieran ir a colegios normales con otros niños, pudieran acceder a un empleo ordinario, pudieran no ser incapacitados legalmente sin más, o –desde hace muy poco- pudieran ejercer su derecho al voto.
La constancia y la entrega de estas familias, devino en grandes cambios sociales, en nuevas leyes más justas, más modernas, y con las que resulta más sencilla la vida cotidiana para nuestras hijas e hijos.
Y es ahí, donde creo que no nos podemos permitir un paso atrás, donde tenemos que extremar el cuidado por todo lo conseguido.
¿Han echado en falta que alguna institución defienda a su hija y a estas niñas públicamente?
Como decía antes, creo que somos un gran país. Generoso, con valores y talento, abierto y entregado, capaz de lo mejor. Y con nuestras contradicciones. Quizás sí, quizás me ha llamado la atención la ausencia de posición del Ministerio de Igualdad o de las federaciones y colectivos que defienden a la mujer. Puede ser que no sea su ámbito, ni se les deba exigir. Quizá me falta conocimiento para valorarlo con objetividad.
¿Cómo es ser padre de una niña con síndrome de Down?
Es como ser padre. Tengo tres hijos. A los tres les despierto a la misma hora, les llevo al mismo colegio, les acompaño a sus actividades, les pongo la cena, les mando para la cama aunque se resistan, y cuando ya están dormidos paso a darles el beso de buenas noches.
¿Cree que ha merecido la pena estos dos años y medio?
Como te decía al principio, esto no ha sido una lucha, ni me he parado a pensar si ha merecido o no la pena. Cuando nace un hijo, nace con él un vínculo invisible que dura para siempre. Por eso te duele lo que le duele, por eso te alegra lo que le alegra y por eso, también, cuando lo ves vulnerable y en riesgo te pones tú delante. Da igual quien seas. Da igual quien sea el otro.
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