Operación biquini
Reinventando la «operación biquini»: no a las dietas, solo escuchar al cuerpo
Se acerca el verano y, con él, las estrategias para lucir un mejor cuerpo. El esfuerzo supone riesgos, y por ello los expertos aconsejan escuchar las necesidades y aprender a distinguir el hambre fisiológica de la «emocional»
Se acerca el verano y a medida que la cuenta atrás comienza, también lo hacen las estrategias para lucir un mejor cuerpo. La conocida como «operación biquini» , sin embargo, puede tener sus contraindicaciones, sobre todo cuando el que se somete a dietas o ejercicios lo hace sin conocimiento.
Además conviene recordar que ni siquiera las operaciones quirúrgicas son infalibles , y en muchos casos conviene escuchar al cuerpo antes de someterse a la dictadura del bisturí.
Precisamente para evitar los riesgos que supone, el Centro de Estudios del Coaching (CEC) —escuela de formación en coaching y liderazgo— ha presentado una serie de consejos para mejorar nuestros hábitos alimenticios y estar más saludables de cara al estío.
Desde el CEC pretenden reformular la «operación biquini», atendiendo a un enfoque de largo plazo y de revisión de hábitos. Por eso apuestan por prescindir de dietas y escuchar al cuerpo , algo fundamental a lo que pocas veces se presta la atención adecuada. El primer paso en el que inciden es aprender a diferenciar entre entre el hambre real y el deseo de «matar el gusanillo». El segundo, por su parte, sería controlar ese «hambre emocional» para evitar comer cuando el cuerpo ni lo pide ni lo necesita realmente. Hay que aprender a desprenderse de la gula.
Roberto Durán , experto en coaching de nutrición del CEC , apunta que «en la sociedad actual comemos por hambre, pero también lo hacemos por factores psicológicos, culturales o sociales. Cuando la dimensión cultural o social de alimentarse entra en conflicto con la faceta fisiológica, nuestro cuerpo es el gran perjudicado».
Para evitar que los factores culturales o sociales entronquen con las necesidades fisiológicas, Durán aconseja un método que incluye tres pasos .
1-Diferenciar entre hambre fisiológica y «hambre emocional»
El hambre real aparece gradualmente y puede esperar . No genera sentimientos de excitación, ni de culpa o tristeza. Al contrario del «hambre emocional», que aparece repentinamente, y es urgente y suele estar asociada a la pulsión por un determinado alimento o tipo de alimento (dulces, salados, chocolate, helado…).
2-Controlar el ansia
Una vez que has racionalizado que tu cuerpo no necesita comer, y que es tu cabeza la que está demandando comida, debes controlar ese primer impulso de atacar la nevera. Un eficaz truco puede ser hacer 15 respiraciones lentas y profundas, de este modo entrarás en contacto con tu cuerpo y pensarás durante unos instantes en otra cosa. Este sencillo gesto puede ser muy útil para resistir la tentación. A continuación, piensa en una palabra o frase, la primera que se te ocurra. Escríbela .
3-Identificar lo que te está sucediendo
Tu deseo de comer no está relacionado con el hambre, así que tendrás que profundizar e indagar en lo que estás viviendo aquí y ahora para que esté aflorando ese ansia. Cuanto antes hagas este ejercicio de reflexión, mejor para ti. Tu cabeza reclama recompensas en forma de deliciosos regalos gastronómicos y eso responde probablemente a algún mecanismo de ajuste del que quizás no seas del todo consciente.
Esa palabra o frase anotada tras las respiraciones puede ser un valioso indicador de lo que está sucediendo dentro de tu mente. Úsala.
Noticias relacionadas